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ONNA, Italia (Reuters) – El Papa Benedicto XVI realizó este martes una emotiva visita al área de Italia devastada por un sismo y pidió a Dios que escuche “el silencioso llanto” de las víctimas que surge de la tierra herida bajo sus pies. Nubes bajas y la lluvia obligaron a Benedicto XVI a abandonar los planes de volar en helicóptero al área al este de Roma, por lo cual fue llevado en automóvil hasta el pueblo de Onna, que se convirtió en símbolo del sismo del 6 de abril porque quedó completamente inhabitable. El terremoto, el peor en Italia en tres décadas, dejó casi 300 muertos, entre ellos 40 personas de Onna, devastando casas de varios siglos de antigüedad al igual que construcciones recientes. Hablando bajo una leve llovizna en un campamento al cual muchos de los sobrevivientes de Onna tuvieron que mudar sus vidas, el Papa leyó una oración pidiendo a Dios que escuche el palpable llanto de dolor en el área. “Es el llanto silencioso de la sangre de madres, padres y niños pequeños inocentes que asciende desde la tierra”, dijo con voz sombría mientras caía la lluvia. Benedicto XVI luego caminó por un embarrado camino para saludar a los afligidos residentes, que no podían contener sus lágrimas. En una carpa cercana donde los pobladores de Onna llevaron estatuas rotas y pinturas religiosas afectadas por el sismo, los residentes rezaban en lo que ahora es su iglesia. “Es difícil rezar en una carpa, pero lo hacemos con mucho amor”, dijo Giovanni Paoletti, de 48 años, que perdió a su suegra y a un sobrino en la noche del sismo. “Esperamos poder volver a la vieja iglesia, llevar estas estatuas a donde pertenecen. Soñamos con tener una vida normal, comenzar a vivir de nuevo”, agregó. El padre Cesere Cardozzo, el pastor del pueblo, dijo que su pequeño pero golpeado rebaño estaba resistiendo.
“Agradecemos al Señor que al menos tenemos una carpa donde rezar. Algunos de nosotros fuimos muy golpeados, pero nuestra fe se convirtió en un arma poderosa. Nuestra fe es más fuerte que una bomba atómica”, dijo Cardozzo. Guido Bertolaso, jefe del departamento de protección civil que lideró el rescate, luego llevó al Papa por las ruinas de edificios colapsados. El Papa luego hizo una breve visita a la capital regional de L’Aquila, que sufrió las peores consecuencias del sismo. Se detuvo frente a la destruida basílica de la ciudad y rezó en las ruinas del dormitorio universitario donde ocho estudiantes perdieron su vida.