Desde que apareció en el mundo, la competencia deportiva ha sido clave a la hora de esculpir las identidades de los pueblos. Hay nocáuts que unen, goles que marcan momentos importantes en la historia y canastos que nunca serán olvidados. Diálogo Digital presenta una serie de cinco capítulos que escudriña varias instancias que marcan la vida y la trayectoria de luminarias del deporte en Latinoamérica. Son los individuos y colectivos artífices de ese frenesí que sacude pueblos y ayudan a definir las naciones. ARGENTINA Diego Armando Maradona- Fútbol: Sin duda alguna, Maradona es el más grande futbolista argentino, posiblemente hispanoparlante, y todo aquel que haya nacido en Argentina lo defenderá hasta la muerte como el más grande de la historia del deporte. Llámenle “El diez”, “Pelusa”, o simplemente Diego Armando, el mote que mejor le queda es el de leyenda. En Argentina es una deidad, sus hinchas dicen que hasta una religión han formado con varias razones para adorarlo. Para el pueblo argentino, la ascensión gloriosa de Maradona sucedió el 22 de junio de 1986. En los cuartos de final de la Copa Mundial, la albiceleste enfrentaba a Inglaterra con las gradas caldeadas apenas cuatro años después de la Guerra de las Malvinas. El Estadio Azteca en Ciudad de México estalló al minuto 51 cuando el defensor inglés Steve Hodge rechazó erróneamente el balón hacia su propio arco y, en una pelota disputada con el arquero Peter Shilton, Maradona levantó el puño izquierdo y el balón se mete (ojo al lector: mejor ir a YouTube y verlo). “Yo no la toqué, fue la mano de Dios”, dijo Maradona luego del partido sobre el gol, conocido desde ese día a nivel mundial como “La mano de Dios”.
Al segundo gol le llaman el “Gol del Siglo”, según se votara en la FIFA en 2002. Da trabajo explicarlo. Mejor repetimos lo que dijo el narrador de fútbol de la televisión argentina de aquel momento, Víctor Hugo Morales: “Ahí la tiene Maradona, lo marcan dos. Pisa la pelota Maradona. Arranca por la derecha el genio del fútbol mundial. Puede tocar para Burruchaga… Siempre Maradona ¡Genio, genio, genio! Ta, ta, ta, ta… ¡¡¡¡Goooooool, goooooool!!! ¡Quiero llorar! ¡Dios santo, viva el fútbol, gooooolazo! ¡Diegoooool! ¡Maradona! ¡Es para llorar, perdónenme, Maradona en recorrida memorable, en la jugada de todos los tiempos, barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina?! ¡Argentina 2- Inglaterra 0! ¡¡Diego, Diego!! Diego Armando Maradona… ¡Gracias, Dios! ¡Por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este Argentina 2- Inglaterra 0!”.
Otro 2-0 sobre Bélgica en la semifinal y un 3-2 sobre Alemania Federal en la final le dio a Argentina su segunda Copa Mundial y a Maradona el galardón de Balón de Oro. Al frente de la selección, Maradona regresó a Buenos Aires donde lo recibieron decenas de miles en la Plaza de Mayo. Sus logros en el fútbol profesional gaucho con el Argentinos Junior, Boca Juniors y el Newell’s Old Boys; en el español con el FC Barcelona y Sevilla FC, y en el italiano con el SSC Nápoles son muchos, pero nada define su carrera, el histórico feudo entre Argentina y Gran Bretaña, el deporte argentino y el fútbol universal como el Mundial de 1986.
Con todos sus defectos fuera de la cancha, aquella copa mundialista convirtió a Maradona es un ícono de la cultura argentina al nivel de cualquier héroe patriótico (como dice la canción de Andrés Calamaro: “No me importa en qué lío se meta Maradona, es mi amigo y una gran persona el diez…”). Su leyenda solo sigue creciendo ahora que está al mando de la selección nacional de cara al Mundial de Suráfrica 2010. Carlos Monzón- Boxeo profesional: ¿Han oído hablar del famoso estadio Luna Park, en Buenos Aires? Pues si Carlos Monzón no lo construyó, allí él ligó cemento. En la década de los sesenta, un joven veinteañero de la provincia de Santa Fe convirtió a puño limpio el Luna Park en su casa, ganando notoriedad internacional con cada victoria. Luego de agenciarse los títulos de campeón argentino y campeón sudamericano en los pesos medianos, Monzón viajó a Roma para disputar el campeonato mundial de dicha categoría de la Asociación y del Consejo Mundial de Boxeo (AMB y CMB). En el duodécimo asalto de un combate pautado a 15 rounds, Monzón noqueó al italiano Nino Benvenuti.
Lo más increíble es que realizó 14 defensas de título contra los mejores boxeadores de la época, entre ellos el fenomenal José ‘Mantequilla’ Nápoles, ganándolas todas de camino a su retiro en 1977. En el proceso, Monzón se convirtió en un ícono mediático, su cara engalando varias películas de la época y criando un montón de pibes frente al televisor con anhelo de ser campeones mundiales. Selección nacional 2002-04- Baloncesto: ¿Cómo Mike? No, no, no… a principio de la década que ahora finaliza todos los niños argentinos querían ser como Manu. El desenvolvimiento de la selección argentina de baloncesto en el primer ciclo olímpico del milenio estableció al básquetbol gaucho como una potencia a nivel mundial y a sus jugadores como temidos canasteros con la habilidad de triunfar en el más alto nivel.
Esa cosecha no tan sólo produjo ganadores en la National Basketball Association (NBA) como Manu Ginobili, Luis Scola, Andrés Nocioni y Fabricio Oberto, si no que le propició a los Estados Unidos su primera derrota a nivel mundial desde que comenzaron a confeccionar su selección con jugadores enebeístas, venciéndolos 87-80 en la segunda ronda del Campeonato Mundial de Baloncesto en Indianápolis en 2002. La cúspide de este núcleo de jugadores fue en 2004 cuando volvieron a limpiarse a los estadounidenses durante los Juegos Olímpicos de Atenas en ruta a la primera medalla de oro de Argentina a nivel olímpico.