Oslo – Mientras en Suecia el disidente chino, Liu Xiaobo, era galardonado como el nuevo premio Nobel de la paz, en Pekin sus compatriotas le restaban credibilidad a la ceremonia.
Xiaobo dedicó su galardón, desde la cárcel, a las "almas perdidas" en la represión de la Plaza Tiananmen en 1989. Entre tanto, en Pekín, la policía reforzó la seguridad en puntos clave, incluyendo la plaza y el apartamento del disidente, donde se cree que su esposa está bajo arresto domiciliario.
Asimismo, la policía pareció acrecentar los ataques a grupos disidentes de la nación ya que, entre otras cosas, bloquearon sitios web de noticias occidentales, como los de la BBC y la CNN, con el fin de opacar la premiación de Xiaobo.
Sin embargo, durante la ceremonia en la capital china no hubo incidentes ya que el recuerdo de Tiananmen se ha desvanecido para muchos desde que China ha emergido como una potencia económica mundial.
"Podemos decir en cierto grado que China, con sus 1.300 millones de personas, tiene el destino de la Humanidad en sus hombros", dijo el presidente del Comité Nobel noruego, Thorbjoern Jagland, en un discurso preparado para la ceremonia ante 1.000 invitados en la sede del Ayuntamiento.
"Si el país se demuestra capaz de desarrollar una economía social de mercado con derechos civiles completos, esto tendrá un gran impacto favorable en el mundo. De no hacerlo, existe el peligro de que surjan crisis económicas y sociales (…) con consecuencias para todos", vaticinó.
El comité del premio Nobel ha decidido representar al laureado con una silla vacía durante la ceremonia como símbolo de la política china para aislar y reprimir a los disidentes.
Fue la primera vez que un ganador bajo detención no estuvo formalmente representado desde que la Alemania nazi prohibió al pacifista Carl von Ossietzky asistir a la ceremonia en 1935.
En efecto, el presidente estadounidense, Barack Obama, dijo que lamentaba que Xiaobo no hubiera tenido la oportunidad de ir a la gala. Sin embargo, el primer mandatario estadounidense expresó que respetaba los logros económicos de Pekín, pero instó a China a reconocer la importancia de los derechos humanos.
“El odio se puede pudrir en la inteligencia y la conciencia de una persona. La mentalidad del enemigo va a envenenar el espíritu de una nación, incitar crueles luchas mortales, destruir la tolerancia y humanidad de una sociedad y dificultar el progreso de una nación hacia la libertad y la democracia", leía el mensaje preparado por Xiaobo de 54 años y que leyó la actriz noruega Liv Ullmann.
"Conflicto diplomático"
El premio de la paz, como tantas otras veces, desató un conflicto diplomático internacional. Este año, China acusó al comité de representar a los intereses de las "arrogantes" naciones occidentales que buscan imponer sus ideas en un mundo poco receptivo.
"Hoy en Oslo, Noruega, se escenificará una farsa: 'El juicio de China'", publicó el popular Global Times, dirigido por el Diario del Pueblo, portavoz del Partido Comunista, en un editorial.
Pekín, que ejerce una influencia política creciente dado su poder económico, ha presionado a varios países para que no acudan a la ceremonia del Nobel.
China declaró que la "gran mayoría" de los países boicotearían el acto, pero el comité del Nobel dijo que dos tercios de los invitados acudirían.
Tanto la portavoz de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, como un alto cargo del comité de asuntos exteriores de la Cámara, Chris Smith, dijeron que asistirían a la ceremonia del viernes después de la aprobación de una petición que pedía a China la liberación de Liu.