Diálogo se une al dolor por la pérdida del escritor nacional Emilio Díaz Valcárcel (1929-2015), quien falleció en la tarde de hoy a los 86 años de edad, acompañado de su compañera Lydia en su residencia en Trujillo Alto. Díaz Valcárcel –perteneciente a un grupo excelso de escritores, entre los que destacan José Luis González y Pedro Juan Soto–, supo como pocos armar una radiografía de nuestro País a fuerza de tinta y tesón.
Sus cuentos, novelas, así como su labor como profesor de la Universidad de Puerto Rico, son la muestra más fervorosa de su obra inconmensurable. Títulos como “Harlem todos los días”, “Figuraciones en el mes de marzo” (Finalista del Premio Biblioteca Breve Seix Barral en el año 1971), “Mi mamá me ama”, “El hombre que trabajó el lunes” y, más recientemente, “El tiempo airado” (2014), dan cuenta del hombre cuyo ejercicio escritural no cedió a los embates de ese tiempo airado que doblegó hasta entregárnoslo como herencia vital y necesaria.
Sobre esta última novela, su editor en Isla Negra, Carlos Roberto, destacó por escrito el ejemplo y nobleza de Díaz Valcárcel mientras trabajaron codo a codo. “La experiencia de editar su última novela me permitió conocer al maestro, amigo, esposo y padre; y (re)conocer la dimensión de un escritor vital, imaginativo y profundo. Don Emilio es sin duda alguna un modelo del escritor a seguir”, explicó.
Asimismo, subrayó la renovación que su obra representó en momentos donde pocos en el continente apuntaban hacia nuestro archipiélago en materia literaria. “Su trabajo –contra viento y marea–, la exploración de los géneros y las técnicas, su pasión por la calidad, su humor sin desperdicios y su visión de anunciarnos el Boom (latinoamericano) cuando aquí no habían llegado los estallidos” son para Carlos Roberto una parte importante de lo que debiéramos atender de la pluma de Díaz Valcárcel.
En el año 2002 fue distinguido con el Premio Nacional de Las Artes otorgado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Ese mismo año, además, fueron compilados sus Cuentos Completos por la editorial española Alfaguara. Queda insistir en su obra. Queda leerlo; acaso el mejor y más sencillo homenaje que por su trabajo pueda recibir un escritor.