Máquinas, conjunto de piezas, elementos móviles y fijos cuyo funcionamiento posibilita aprovechar, dirigir, regular o transformar. En muchos casos, estas tecnologías han venido a sustituir la mano de obra humana. Y, en esta ocasión casi sustituyen al humano en escena.
Se trata de la obra, R.U.R. (Robots Universales Rossum), primera obra de la Compañía Teatral de Adolescentes del Conversatorio de Arte Dramático de Puerto Rico y que recientemente formó parte del aniversario número 34 del Festival de Teatro del Ateneo Puertorriqueño.
La obra, escrita por los Hermanos Capek en 1921 en Checoslovaquia y, en esta ocasión, adaptada y dirigida por el profesor Roberto Ramos-Perea, presenta un mundo donde la creación de robots se ha convertido en uno de los negocios que genera más ganancias a quien controla su fabricación: la corporación Robots Universales Rossum.
Estas máquinas, lentamente se apoderan de la fuerza trabajadora del mundo y llegan a usurpar hasta los puestos de ejércitos nacionales, crean una demanda por su fabricación y los robots comienzan a sobrepasar la población humana.
A su vez, estos aparatos poseen el aspecto de un humano pero su gran diferencia se basa en que estos no poseen almas. Entre tanto, durante la obra, los humanos se encuentran en una encrucijada, las máquinas han dominado la tierra y el futuro de la humanidad descansa en un hombre que tiene la labor de descifrar el código secreto para la creación de robots o, en cambio, encontrar la manera de que estos se reproduzcan por sí solos.
Los jóvenes de esta nueva compañía de teatro –rookies del escenario y del ámbito artístico- sorprendieron con sus interpretaciones y, al mismo tiempo establecen un precedente muy positivo para esta compañía. Y es que, a pesar de su poca experiencia escénica, se adentraron en los personajes que interpretaron y presentaron una fluidez excepcional.
Asimismo, la escenografía, vestía la tarima de fríos tonos de gris, blanco y negro representado el sentir mecánico, anti-sentimental y autómata que permearía en un mundo controlado por seres que no sienten, que no aman y que no pueden crear vida.
Es, R.U.R. sin duda una obra que toca temas controversiales como la importancia del trabajo y del trabajador. Precisamente, durante su puesta en escena se enlazaron argumentos filosóficos sobre el control de la habilidad de crear vida, el jugar a Dios, el desenfreno del progreso y el fallo del sueño moderno.
No obstante, un detalle que posiblemente se escapó en torno a la dirección, fue en la interpretación de las máquinas autómatas de la fábrica Rossum ya que ésta pudo haber sido más original, pues la representación de los robots fue una que se puede observar previamente en muchas obras de ciencia ficción.
Aún así, el debut de la compañía teatral de adolescentes se presentó con éxito en el Ateneo y presenta una nueva esperanza para el teatro puertorriqueño.
Y, al mismo tiempo, un nuevo espacio para que jóvenes tengan la oportunidad para ser parte de la clase artística de Puerto Rico y es gracias a iniciativas como estas que las hacen posibles.