Los Estados Unidos y el benévolo Oh!ccidente obstaculizaron hace casi medio siglo movimientos seculares en el Oriente Medio, apoyando a fundamentalistas religiosos o tiranos reales. Hace poco más de veinte años repitieron la dosis en el Mar Arábigo, para crear un cielo democrático en el patio del comunismo soviético. Crearon el Talibán, y un ángel que peleaba contra el comunismo cayó de ese cielo: Al Lucifer Bin Laden. Hoy, luego de ocupar Irak y Afganistán, causar la muerte de centenares de miles de seres humanos con soldados de a pie, bombarderos y aviones no tripulados en zonas tribales de Pakistán, debemos creer que un comando de un puñado de ángeles del Bien ha capturado al diablo.
Los medios repiten la historia y hay celebraciones multitudinarias. El mundo acá parece colorido, pero la ideología sigue siendo transmitida en blanco y negro. Osama, ese hijo de la gran CIA que combatió a los soviéticos cuando tenía la edad de Cristo o el Che, ha muerto. Y la pista para su captura surge de los interrogatorios hechos a terroristas encerrados en una prisión de Guantánamo. ¿Terminó la pesadilla? ¿Por fin se ha hecho justicia a las víctimas del 11-S? Entonces debemos concluir, en realidad, que lo Real, este drama de justicia, siempre ha necesitado de la aniquilación y la tortura. Concluimos que toda esta asquerosa escenificación de la guerra, con todos sus cadáveres, es necesaria para que se sostenga lo Real, esta heroica puesta en escena que incluye como punto final, el cuerpo del delito encarnado lanzado al mar.
Digo lanzado porque la idea que expresa el NY Times de "enterrar" en el océano me parece un tanto sospechosa. En 40 minutos este comando de película entra a la casa fuerte de Satán, balea a tres o cuatro y toma bajo su custodia el cuerpo del innombrable. Debemos suponer que entonces lo colocan en el helicóptero y lo llevan a las playas de Karachi, el golfo de Omán o el mero Mar Arábigo y allí lo…entierran. Bien.
No, presidente Obama, la justicia no ha llegado al mundo. La pesadilla no ha terminado. La novela, en la que toda la paranoia de Occidente se transforma en una genocida puesta en escena de lo Real, continua. Pronto surgirá otro criminal mastermind que pondrá en crisis nuestra estabilidad. Lo vamos a necesitar. A fin de cuentas, ¿qué sentido tendría tanto soldado en Afganistán si el eje del mal acaba de perder su centro? ¿Para qué tanto bombardero y "drones" volando si ya tuvieron bajo su custodia el cuerpo de Osama?…y lo enterraron en el mar, para que no sufriéramos viendo el rostro que aparecía en nuestras pesadillas. De modo que seguirá siendo un fantasma. De paso convertimos las playas de Karachi, el Golfo de Omán, o el Mar Arábigo en el lugar sagrado en el que los fundamentalistas honrarán a su mártir. Añadimos un personaje a la prensa amarilla. Ese cadáver sin "cuerpo presente" es sospechoso. Estoy seguro que pronto aparecerá un artículo en el que se afirme que los han visto: Osama Bin Laden y el viejo Elvis en un Cadillac rojo cruzando la frontera de Texas, entre Brownsville y Matamoros. Ian Fleming también está muerto, pero creo que tenemos suficientes novelistas entre las fuerzas del Bien como para hacer una narración poderosa.
*El autor es escritor y profesor de la Universidad de Puerto Rico.