Pasar por el medio de una ciudad en escombros y ver el cielo lleno de chiringas es más que una metáfora. Es la realidad y la fortaleza del pueblo haitiano, que a un mes del devastador terremoto tenía niños y niñas jugando por todas partes. Esa imagen la vi en los barrios de Puerto Príncipe en febrero del 2010 y tuve que contener las ganas para no llorar.
En todas partes se hablaba del desastre, los edificios y casas colgaban de hilos, los campos de refugiados a tope y hasta se podía sentir el olor a cuerpos descompuestos. Pero allá arriba, estaban ellas, meneando sus colas felices. No eran chiringas Gayla ni estrambóticas. Eran chiringas blancas y negras, hechas de bolsas plásticas y pedacitos de ramas o palitos.
Cualquier persona que haya pisado tierra haitiana para dar una mano, regresa de allá con el corazón más grande, las manos y las piernas decididas a volver y la lista de preguntas y dudas, de por qué no fue antes. Y entonces comienza la verdadera búsqueda, se comienza a aprender creole, a leer más sobre su historia, a hablarle a todo el mundo de la experiencia, para regresar a Haití, no una vez, sino regresar siempre.
Durante este año, muchos voluntarios que fuimos a Haití a dar una mano, hemos aprendido de la experiencia. Algunos fuimos con organizaciones médicas, con grupos religiosos, artísticos, para construir, para escuchar, para sembrar o como periodistas y fotoperiodistas a cumplir nuestro trabajo. Y muchos sabemos que para nada, Haití es moda. Hay Haití para largo.
Así fue como el 12 de enero de 2011 diferentes organizaciones, escuelas y voluntarios se unieron en la actividad “Haití se levanta”, regresando a esa imagen que caracteriza al pueblo haitiano de levantarse, volar y resistir.
En los predios del Morro se volaron chiringas artesanales, similares a las que vuelan por el cielo de Puerto Príncipe. Las lanzamos al viento, en símbolo de que “Haití se levanta”. Dos días más tarde, en una montaña de Orocovis un grupo de jóvenes de quinto a noveno grado, padres, madres y religiosas del Centro Alespi, en el Colegio San Juan Bautista, repitieron la ceremonia y echaron al viento sus deseos.
“Muy simbólico el hecho de elevar allí las chiringas… Los grados de los pequeños no se quedaron atrás, ellos vinieron también a la falda de la colina uniéndose al momento emotivo. Ya en sus respectivas clases habían coloreado chiringas de papel con diferentes peticiones a favor de Haití. Entre todas las necesidades urgentes de Haití está la necesidad de la alegría, compartir con nuestros hermanos, específicamente con los niños y jóvenes, la esperanza de que brillará un nuevo amanecer. “Haiti kampe – pa lage!” Haití de pie! No te dejes vencer!”, fueron las palabras de Sor María Esther Rosado, quien participó junto a jóvenes del grupo WWJD (What would Jesus do?), en un taller para aprender a confeccionar las chiringas a cargo del profesor haitiano Edmond Frederique, quien es parte de la organización Misyon Lanmou (Misión de Amor, en creole), a cargo de la convocatoria.
Algunos de los mensajes que se lanzaron al viento fueron contundentes: “Agua para el campo!”; “Justicia y paz para todo el pueblo”; “No más políticos corruptos”; “Paz y justicia social, especialmente para los niños y las niñas. Más arte, creación, educación y colaboración mutua. Que se logren unir las sociedades”; “Recibe el amor de Dios y la bendición de la Virgen. Amén”; “Deseo que los niños haitianos recuperen sus casas, porque las esperanzas están vivas”; “Liberté, égalité, fraternité”; “Que se acabe la pobreza en Haití, especialmente los niños”; “Deseo que Haití se reconstruya. Lo deseo desde lo más profundo de mi alma. Y claro, ser parte de su reconstrucción”. “Paz con Justicia”.
Continuar el trabajo
Esta ceremonia tuvo como propósito contagiar al país a continuar el trabajo solidario con la isla vecina. A la actividad, se dieron cita amas de casa, niños, niñas, líderes comunitarios, maestras, religiosas, ambientalistas, profesores universitarios y personas interesadas en contribuir en la reconstrucción de la isla vecina.
Y sobre todo, allí se movilizaron líderes de varias entidades locales que llevan años colaborando con la isla. Pasaron por allí, Hilda Guerrero, del Comité Pro Derechos de la Niñez Dominico Haitiana, Wanda Colón, del Proyecto Caribeño de Justicia y Paz y la hermana Hersilia Carrascal, quien vivió 10 años en Haití.
“Ayiti, pral kouray nap rebati u pi bel”, gritaba la hermana cada vez que subía la chiringa artesanal, que significa “Haití, toma fuerza, vamos a reconstruirte mejor de lo que eras”. Entre risas y emoción, cada vez que subían una chiringa, imaginamos cómo se eleva la Isla.
Para Colón, continuar ayudando a Haití es urgente y necesario. “Hay que mantener a Haití siempre presente, porque ha estado invisibilizada por toda su historia, criminalizada por ser negra y por haber declarado su independencia. Y por otro lado, por las situaciones económicas y políticas que sigue sufriendo. Que desde Puerto Rico, mirando desde nuestra perspectiva, nosotros no estamos muy lejos de convertirnos en otra Haití en cualquier momento. Por el desastre político y por el asunto del manejo de los asuntos de la naturaleza”.
Aunque las noticias sobre Haití ya no ronden las primeras páginas de los periódicos, de alguna forma u otra, las organizaciones humanitarias y los voluntarios continúan presentes en la Isla.
Luly Feliciano es natural de Puerto Rico, pero vive en Seatle, Canadá. Es profesora de historia del arte y nunca ha visitado Haití. Desde el año pasado colabora con el grupo “Buen Samaritano”, una organización que fue fundada por una misionera de Camuy. La entidad lleva décadas ayudando a un orfelinato en Puerto Príncipe y luego del terremoto, se activó con nuevos voluntarios.
Desde Canadá, Feliciano colabora en asuntos de relaciones públicas y promoción. Ahora planifican la construcción de nuevas facilidades para los niños y las niñas. Dice que la experiencia ha contribuido a su vida desde muchos renglones. “(En Haití) se necesita tanto, que se puede hacer de todo. Y lo mejor, es que la gente está interesada en colaborar. Por eso ayudo. La verdad, el mundo académico me desconecta y gracias a este trabajo, puedo conectarme con la realidad”, comentó feliz.
Desde Puerto Rico son muchas las organizaciones comprometidas con la reconstrucción de Haití. Algunas como Architecture for Humanities, Iniciativa Comunitaria, Caritas, Silent Grace, Auxiliaris por Haití, Misyon Lanmou, Comité de Solidaridad con el pueblo de Haití, Comité Pro Derechos de la Niñez Dominico Haitiana, Proyecto Caribeño de Justicia y Paz, Alivio Foundation, Ricky Martin Foundation, Fundación Trotamundos, Planeta Feliz, entre otros, siguen conectadas a la Isla.
Muchas personas siguen interesadas en contribuir. Preguntan cómo y las alternativas sobran.
Las organizaciones siguen buscando medicinas, donaciones económicas, artículos de arte, mano de obra, materiales de construcción, voluntariado para continuar el trabajo.
Fotos, arte y cartas
Para continuar la presencia haitiana en la Isla y levantar fondos para los huérfanos de la Fundación Enfants Jesus en Haití, en marzo pasado el fotoperiodista José Jiménez, de “Auxiliaris por Haití’” estrenó una nueva exhibición fotográfica en la Nueva Galería del Taller de Fotoperiodismo en la Avenida Constitución #312 en Puerta de Tierra en San Juan.
La muestra, titulada “Auxiliaris por Haití 2011”, cuenta con más de 60 fotografías relacionadas al terremoto que sacudió al país y su proceso de reconstrucción. La exhibición agrupa los trabajos de los fotoperiodistas Ricardo Arduengo, Ramón “Tonito” Zayas, Xavier Araújo, Alvin Báez, Andrés Leighton, Francisco Elías y el propio Jiménez.
La exhibición estará abierta por los próximos meses y podrá ser visitada por el público en general, con énfasis en grupos estudiantiles.
A su vez, la organización Misyon Lanmou estará coordinando talleres de chiringas, cartas y postales en la galería del Taller de Fotoperiodismo en Puerta de Tierra. La idea es establecer un intercambio de correspondencia con escuelas en Haití y aprender sobre la cultura haitiana. Los interesados en ser parte de estos talleres o de visitar la muestra fotográfica favor escribir a jjimeneztirado@gmail.com o gloribeld@hotmail.com.
La entidad Silent Grace, con su directora ejecutiva Andrea Pérez, continúa su presencia en la Isla. Recientemente organizaron talleres de agricultura en comunidades afectadas y este verano planifican ofrecer talleres de arte en los barrios donde trabajan. Interesados en conocer detalles pueden escribir a cocoa21@hotmail.com.
Mirar alto
Aunque muchas personas se acercan a Haití desde la pena, los líderes que por años se han relacionado a su cultura y a su reconstrucción, opinan lo contrario. Según aseguran, es saludable mirar a Haití desde la esperanza. En el cielo, como sus chiringas.
Nunca podemos perder de perspectiva que el pueblo haitiano es un pueblo luchador. Es un pueblo que se levanta todos los días, porque es un pueblo que se levanta de la miseria, donde la vida es siempre lo más importante. Para eso ellos tienen todo su sistema de apoyo para reafirmar su cultura, su música, su comida. Y aun sus carencias, pero son compartidas… No hay que mirar con pena a nadie. Lo que hay que hacer es admirarle y ser solidario. La palabra es solidaridad”, concluyó Colón.
Gloribel Delgado Esquilín es periodista, artesana y maestra comunitaria. Es fundadora de “Misyon Lanmou” (que signfica “Misión de amor” en creole), un proyecto artístico y de autogestión en comunidades haitianas, que celebra la voz de la infancia y la de su gente.