Los dos guardias de seguridad adscritos a la oficina de Río Piedras que otorga la tarjeta de Mi Salud, tuvieron que tragar hondo cuando una decena de solicitantes abrieron la puerta que da acceso a los despachos de los técnicos y se postearon frente a la misma "hasta que no salga la supervisora y dé una explicación", según expresó la más locuaz del grupo, quien gritaba como si la estuvieran matando.
"Y tú no te metas en lo que no te importa ni estés hablando por la supervisora que si aquí te insultamos y se zafan pal' de gasnatás tú eres la que las vas a coger", fueron las flores que le dijo la portavoz del Comité de Defensa del grupo de indefensos en busca de la tarjeta de Rosselló, ya pauperizada aún más y rebautizada como "Mi Muerte", corrección, "Mi Salud".
Las quejas de los sometidos a la tortura (eufemísticamente llamada "servicio" o "asistencia gubernamental") eran: llevar 7 horas esperando a ser llamados, la inacción del personal ante el pedido de prioridad a ancianos y personas con impedimentos, que llamaran a quienes habían llegado más tarde (léase los cola'us) y la negativa de las supervisoras Mangual y Ortiz a dar cara a la situación.
A mi arribo allí escuché que la semana pasada habían botado a 14 empleados de esa oficina que ubica en la Calle Arzuaga del casco riopedrense, producto de la política de Luis Fortuño de "cortar la grasa" del gobierno.
Uno de los guardias de seguridad negó esta información y añadió que la grasa liposuccionada de esa oficina tuvo el saldo real de 28 botados como bolsa inmediatamente después de la firma de la Ley 7 en 2009.
El mismo guardia, a quien no tuve la molestia de preguntarle su nombre, confirmó que esa oficina ahora cuenta con 2 empleados para dar cita y 6 para ver los casos. La población que recibe servicios de esta oficina en el área de San Juan es de X cantidad, según Silvia Ortiz, encargada del corral, digo, del lugar. (En serio, ella no me supo decir. Si alguien tiene el dato por favor inclúyalo en un "comment" para beneficio de mis "friends").
"Son 2 pa' dal cita, una pa' dalte un número y la otra es la que te da la cita (como de aquí a 2 meses, gracias!)", me dijo el muchacho con todo y breicels.
Pero les contaba desde el "lead" que los alaridos de la mujer, para muchos "la gorda que habla malo", fueron seguidos de una formación impecable de casi 2 docenas de ciudadanos (ya el corillo se envalentonaba tras ver la desobediencia civil de la primera carne de cañón), quienes rodearon a los 4 bravos y bravas que aguantaban la puerta en espera de que saliera alguna de las encargadas. La imagen recordaba a otras 2: o una formación militar de esas que vi de la Fuerza de Choque durante la huelga de la UPR, o los buitres en espera de devorar su presa: esperaban para comerse vivas a Mangual o a Ortiz.
Al cierre de esta edición, ninguna encargada salió por la puerta. Pero sí salieron 2 empleadas, lo que nos hace pensar que como máximo, quedarían unas 4 criaturas para atender a cerca de 100 almas que pedían salud.
Minuto a minuto:
3:39 pm – Ahora le acaban de cerrar la ventanilla en la cara a una joven.
3:43 pm – Averigüé que la Mangual se salvó por andar de vacaciones.
3:55 pm – Logré acceso a la oficina de Silvia Ortiz, la supervisora de la dependencia, quien sólo me habló de su dependencia de la Oficina de Prensa del Departamento de Salud para poder dar expresiones públicas. Me dijo que lo mismo le dijo al equipo de Kaly Esther Toro de Univisión en horas de la mañana.
3:56 pm – Le pregunté sobre el hacinamiento en la sala de espera y los cientos de expedientes apilados en los escritorios esperando a ser evaluados. Me dijo que "hoy ha sido un día difícil". Le pregunté finamente si ella sabía el significado de la palabra "voluntariado" y si favorecería un programa de voluntarios para que les ayudaran a con el "bisness" ese de mejorar el acceso a los servicios de salud. Me respondió que eso había que proponerlo "arriba" y que ella ya había propuesto mucho sin que nadie se inmutara a darle curso a nada. Nos miramos resignadas. No quiso darme nombres de los macaracachimbas esos…
3:59 pm – Noté que detrás de ella, colgado en la pared de fondo, había un cartel de Juan Antonio Corretjer como único ornamento en aquel muro de los lamentos. Le pregunté y me dijo que sí, que ella lo había puesto allí. Le pregunté si lo había colocado por la obra poética o por la gesta patriótica del cialeño y me respondió que por ambas, que ambas son buenas, como quien no se moja los pies.
4:01 pm – "Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca", Apocalipsis 3:16, pasó por mi mente.
4:02 pm – "¿Y qué cree usted que pensaría nuestro doctor y salubrista, médico de los pobres y padre de la Patria, Don Ramón Emeterio Betances, de todo este desmadre que en bandos separados acabamos de vivir hoy, pero también ayer, y por lo visto mañana?" le tiré. "No sé, no sé", musitaba.
4:03 pm – Pensé en que quizás debía seguir repasando el Apocalipsis o mejor, arrojármele encima hasta encontrar las marcas de la bestia. Respiré. Salí por las puertas. Llovía.
4:04 pm – Deserté el minuto a minuto.
Pero bueno, no todo fue jodido allí, más temprano, la multitud de como 200 personas que esperaban en el salón se reían a carcajadas al oír la voz del hombre que llamaba a los participantes por el "intercom" con la pepa y la entonación de Carlos Esteban Fonseca en "Dame un Break". Las risas ayudaban a aflojar la espalda y los músculos de los rígidos y fatigados cuerpos de quienes aún no confirmaban el desplante que les haría Mi Salud, alias Godot.
Ya flojitos y algo alegres por la defensa que de su honor hiciera "la gorda que habla malo", todos aprendimos a aplaudir y hasta abrazarnos cada vez que salía alguien con la autorización de su tarjeta en mano. Fueron las menos, pero valieron la pena y el sabor a humanidad se dejó sentir en las palmadas y miradas solidarias. Aunque lo que se llevaran en la mano fuera sólo una promesa de vía crucis y agonía.
El texto fue publicado en http://www.facebook.com/notes/amber-lee/solicitantes-de-mi-salud-ponen-respect-en-la-oficina-de-r%C3%ADo-piedras/10150239198392936