La trascendencia de la obra Desastres de la Guerra de Francisco de Goya debe ser analizada por sus partes y características. Además de reconocer al autor como uno de los mayores exponentes del arte moderno en España, debemos recordar que también llegó a ser director de Pintura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Según el curador del MAPR, Juan Carlos López Quintero, la trayectoria del artista español nos hace entender la razón de su dominio del cuerpo desnudo y el control sobre las proporciones en su obra.
“Goya trabaja estos grabados de la forma que termina la época clásica. El artista para de mirar el desnudo como belleza, armonía y referencia al pasado clásico, y presenta el desnudo en un contexto de sufrimiento, de muerte en fin, de guerra”, comentó López Quintero con referencia a Desastres de la Guerra.
La razón de que los grabados sean de dimensiones pequeñas tiene que ver con la escasez de materiales con los que contaba el artista durante la guerra. Los 80 grabados, que componen la colección, fueron trabajados con las técnicas de aguafuerte, punta seca y aguada, estampados en tinta negra.
Como parte del estilo de la obra, Goya busca situar al espectador dentro de la escena, por lo que enfoca el primer plano mientras que nos hace imposible descifrar la localización ni geografía de la escena. Esto hace que la obra sea universal.
Precisamente, este es uno de los factores más relevantes de la obra de Goya: si bien hay un tono desesperanzante, también hay un llamado a la reflexión sobre los conflictos bélicos y cuales son sus verdaderos efectos.
Además, notamos una crítica muy fuerte a la Corte Española, especialmente en las últimas láminas. Sabemos que Goya, a pesar de no ser aliado de ninguno de los bandos, entendía que la política liberal de Napoleón Bonaparte y la primera Constitución española impuesta por su régimen (1812-1814), era mejor para el país que la monarquía de Fernando VII y la inquisición que este llevaba.
Esta serie de grabados no fueron publicados hasta 36 años después de la muerte de Goya, debido a su contenido político en contra de la monarquía española.
Es vital destacar que Goya trabaja estas láminas de guerra en forma de crónica, en donde además de la imagen, el artista incluye un breve título a cada grabado. La colección está dividida en tres series: Desastres de la Guerra (1-47), Consecuencias de la Guerra (48-67) y Caprichos Enfáticos (68-80).
Desastres de la Guerra (1-47)
En estos grabados, vemos como el artista se acerca a la tragedia que se da en las batallas de la guerra. Las imágenes exponen escenas de matanzas sangrientas y confrontaciones donde se enfrentan los militares franceses y los campesinos españoles y viceversa.
En este grabado llamado Con razón o sin ella (#2), se puede apreciar la intención de exponer los males de la guerra. Hombre contra hombre, no hay victorioso y en los perfiles de los personajes vemos sentimientos de desesperación, dolor, agonía…
Consecuencias de la Guerra (48-67)
Este segmento de la crónica nos presenta las repercusiones de la guerra. Goya ilustra lo que vino luego de la batalla, los residuos de la guerra. Vemos la muerte, la hambruna, personas sin viviendas…
En el grabado Caridad de una mujer (#49), vemos como las personas se arriman a las paredes de la calle y una señora se acerca a ofrecer de comer. Otra vez los rostros muestran un tono fúnebre.
Caprichos Enfáticos (68-80)
Esta última serie de grabados presenta los efectos del final de la guerra y el regreso de la monarquía de Fernando VII. También trabaja el tema de la deshumanización de la libertad a partir de la abolición de la Constitución Española (1814).
El origen de la deshumanización y animalización ilustrado por Goya en esta última parte, radica en el libro Los Animales parlantes de Giambattista Casti. En el texto, el autor italiano critica el poder corrupto que acaba con la libertad.
En esta imagen llamada Esto es lo peor (#74), vemos a un gran lobo firmando un tratado. Goya presenta en el folio firmado por el lobo, el apellido de Casti que nos confirma la intención de crítica a la monarquía y la inquisición.
La penúltima lámina del trabajo, Murió la verdad. (#79), se encarga de expresar la tristeza de Goya respecto al régimen monárquico que resurge con Fernando VII y el final de la idea de liberalismo que Bonaparte había implementado en la Constitución (1812).
Representa a una mujer desnuda, -símbolo de pureza- muerta y rodeada por la masa, quienes expresan rostros sombríos.
La próxima lámina en la exposición Si resucitara? (#80), se encarga de completar el sentimiento de desesperanza del autor, al presentar la verdad como una mujer que va levantándose del suelo y los que la rodean se preparan para pegarle y mantenerla abajo.