La Organización de las Naciones Unidas no solo está abrumada por las crisis humanitarias que avanzan, en especial en África y Medio Oriente, sino también porque la escasez de fondos, la mayoría procedentes de donantes occidentales, la tiene atada de manos.
En el atribulado Sudán del Sur, hay una crisis en ciernes con 40 por ciento de los 11.4 millones de habitantes en “niveles alarmantes de hambre”, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), con sede en Roma.
Pero la falta de fondos y el menguante acceso a las zonas afectadas dificultan la capacidad de la agencia para cubrir las necesidades humanitarias.
En este momento, la escasez de fondos del PMA asciende a 230 millones de dólares con lo que ofrece asistencia alimentaria.
En total, el número de personas que necesitan asistencia de emergencia aumentó más del doble desde 2004 hasta alcanzar las actuales 100 millones de personas que padecen esa situación, según el foro mundial.
Los requisitos económicos para este año ascienden a la pasmosa cifra de 19,100 millones de dólares, 3,400 millones más que en 2004.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) considera que hay cuatro emergencias “graves y de gran escala”: República Centroafricana, Iraq, Siria y Sudán del Sur.
Solo esas crisis dejaron 20 millones de personas en situación vulnerable frente a la malnutrición, las enfermedades, la violencia y la muerte, además de necesitadas de asistencia y protección.
“Pero no hay suficientes fondos para cubrir esas necesidades”, se lamentó Shannon Scribner, responsable de política humanitaria de la organización Oxfam America (de Estados Unidos), en conversación con IPS.
La ONU está al frente del actual sistema humanitario, que en gran parte se financia con los aportes de un puñado de países ricos, y administrados por ellos, por grandes organizaciones no gubernamentales internacionales, entre las que está Oxfam, y por el Comité Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, explicó a IPS.
El sistema permitió salvar innumerables vidas humanas en los últimos 50 años con muy pocos recursos, menos de lo que los grandes donantes destinan al subsidio de sus propios agricultores, observó.
“Sin embargo, el sistema está desbordado y la asistencia suele ser poca y llegar demasiado tarde”, señaló.
Por eso tiene sentido fortalecer la capacidad de los actores locales para prevenir, prepararse y responder a las emergencias, así como aumentar la asistencia a la reducción del riesgo de desastres (RRD), pues puede tener un gran rendimiento a la hora de salvar vidas y evitar daños a las comunidades y la infraestructura, como se vio en Asia meridional, América central y África oriental.
Sin embargo, entre 1991 y 2010, solo 0.4 por ciento de la asistencia oficial al desarrollo se destinó a la RRD, subrayó Scribner.
La tercera semana de mayo, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, designó un panel de la ONU de alto nivel para atender el ensanchamiento de la brecha entre recursos y la financiación de los esfuerzos humanitarios más apremiantes.
Oxfam recomendó que el panel analizara la posibilidad de que las contribuciones de los estados miembro a los llamados humanitarios fueran obligatorias, un funcionamiento similar al de las misiones de mantenimiento de la paz de la ONU, en que los fondos se reciben de evaluaciones obligatorias que atribuyen a los miembros.
Actualmente, la ONU y sus agencias clave se financian con las contribuciones asignadas de los 193 estados miembro y basadas en el principio de “capacidad de pago”, siendo Estados Unidos el mayor contribuyente con 22 por ciento del presupuesto regular del foro mundial. Todos esos son pagos obligatorios.
Además, las agencias de la ONU también reciben recursos “complementarios”, procedentes de los aportes voluntarios de sus miembros.
En la última década, señaló Ban, la demanda de asistencia humanitaria se amplió de “forma dramática” debido al aumento de la escasez de agua, la inseguridad alimentaria, los cambios demográficos, la rápida urbanización y el cambio climático.
“Todas esas y otras dinámicas contribuyen a una situación en la cual los actuales recursos y el flujo de fondos son insuficientes para cubrir el aumento de la demanda para asistencia”, observó.
“Se espera que los actores humanitarios se queden cada vez más tiempo en los países y regiones con conflictos y crisis de larga data”, puntualizó Ban.
En los últimos 10 años, la demanda global de asistencia humanitaria, de hecho, se disparó, subrayó.
Oxfam señaló que 12.2 millones de personas necesitan asistencia en Siria, de las que casi cuatro millones son refugiadas y 7.6 millones desplazadas en territorio sirio.
En Yemen, dos de cada tres personas ya necesitaban asistencia humanitaria antes de la actual crisis. Tanto en Siria como en este último, el pedido de la ONU solo consiguió 20 por ciento de los fondos solicitados.
Scribner dijo a IPS que una forma de atender la actual carencia de fondos y de que lleguen demasiado tarde es invertir más en acciones humanitarias encabezadas por los gobiernos en los países con crisis, con la asistencia y el monitoreo de la sociedad civil, que suele ser más rápida y más apropiada, y hasta puede salvar vidas.
Pero entre 2007 y 2013, solo 2.4 por ciento de la asistencia humanitaria anual se destinó directamente a actores locales.
Mientras, el Panel de Alto Nivel para Financiación Humanitaria estará presidido por la vice presidenta de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la Unión Europea, la búlgara Kristalina Georgieva, y Sultan Nazrin Shah, de Malasia.
También lo integrarán Hadeel Ibrahim, de Gran Bretaña, Badr Jafar, de Emiratos Árabes Unidos, Trevor Manuel, de Sudáfrica, Linah Mohohlo, de Botswana, Walt Macnee, de Canadá, Margot Wallström, de Suecia, y Dhananjayan Sriskandarajah, de Sri Lanka.
La ONU señaló que se espera que el panel envíe sus recomendaciones al secretario general en noviembre de este año, lo que ayudará a enmarcar el debate en la Cumbre Mundial Humanitaria, que se celebrará en 2016 en Estambul.