A la hora de comenzar ella bailó. No empezó su charla sin antes hacer un despliegue de su apoteosis a través del baile, un cha cha cha moderno. Era como si Daphne Morrison hubiese llegado al salón. Pero no era Daphne, sino Liza Fernanda, el álter ego del académico Luis Felipe Díaz.
Sucedió el pasado martes en la inauguración del primer Congreso de Literatura Queer en Puerto Rico, evento organizado por la editorial La Tuerca y que se lleva a cabo en la Escuela de Hotelería y Turismo de la Universidad de Puerto Rico (UPR) de Carolina.
Tanto Luis Felipe Díaz como Liza Fernanda son los homenajeados de este primer congreso literario queer. Y como para alivianar un poco el primer día de este congreso, que termina el próximo 6 de junio, Luis y Liza fueron invitados a que ofrecieran una charla magistral. Hay que mencionar que aunque ambos fueron invitados, Liza, la draga, opacó a Luis, el catedrático. Liza fue la que más habló; quizás la única.
Luego de bailar y ser aplaudida lo primero que preguntó fue: “¿Por qué este festival se llama queer y no mariconil?”.
Liza explicó que ella es una draga que baila, mientras que Luis Felipe, por su parte, en un catedrático que lee y estudia. Además, mencionó que Liza es algo secundario en su vida, aunque tal parece que la línea que establece la otredad entre Luis y Liza está cada vez más entrecortada dejando colar cosas de Liza en Luis y viceversa.
Al principio, solo se trataba de Luis. Aunque el idilio de Liza le pululaba en la cabeza desde que era un niño. Le comentó a la audiencia que desde pequeño se sentía atraído por las figuras de María Felix y Sofía Loren. De alguna manera, él quería ser como ellas. Eso era un secreto. Puesto que él viene de una familia conservadora de la Isla. Su abuelo era capataz y su familia, según mencionó, era “jíbara” y católica.
La charla fue dispersa. Los temas iban y venían. Dentro de la volatilidad temática, Liza mencionó que los bisexuales suelen sentirse atraídos hacia ella. No obstante, Luis Felipe aseguró preferir a otros hombres homosexuales y por lo general, más joven que él.
También salió a relucir que cuando niño, Luis Felipe podía augurar la muerte. Por eso entró a un centro de espiritistas. Tiempo después su padre se lo prohibió y lo desvincularon a aquella entidad espiritista cuyo nombre no fue mencionado.
Al final, se presentó el documental Luis/Liza, realizado por Joelle González Laguer. El filme duró menos de 15 minutos y presentó una biografía somera del profesor, imágenes del él dando una clase en la Universidad de Puerto Rico, pietaje de su vida y nada más.
Luego vino una ronda de preguntas y, sin más, la actividad terminó. Liza no bailaría más ni hablaría de su vida ni de la de Luis.