Son las 5:55 p.m. de este calurosito jueves de verano y en el canal dos, también conocido como Telemundo Puerto Rico, un grueso individuo que apodan “El Paparazzi” recibe a una emplazadora que le entrega documentos legales sobre su cita en el Tribunal de San Juan, pautada para el jueves 16 de julio de 2015.
Se supone que sea una escena seria, es una cosa legal, de tribunales. Al llegar a darle el sobre certificado a Leo Fernández III, la joven emplazadora se encuentra con un micrófono en su carota. De hecho, de emplazadora se convierte en entrevistada de Dando Candela, un programa que ofrece informaciones y se vacila todo, desde los políticos hasta la Vampy.
“¿Qué es esto?”, es una de las muchas preguntas que le dispara “El Paparazzi” a la joven. El show de los medios estaba en completo efecto.
Cambiemos al canal cuatro, o Wapa Televisión, cuyo eslogan más reconocido del siglo XXI ha sido “como tú, boricua”. Allí, junto a un abogado y una de las mantenedoras del programa Lo Sé Todo, está el reportero Eliezer Ramos, quien una vez trabajó en el noticiero del canal once, Univisión Puerto Rico. Ramos fue citado también al tribunal, y se prepara para analizar junto al abogado “el caso de censura” en contra de Lo Sé Todo… y Dando Candela, solo que no mencionan a este último espacio televisivo por ser competencia.
Es televisión, se trata de “ratings”. Y no hay nada que en el actual milenio haya conseguido más “ratings” en la televisión boricua que el triste y bizarro caso del asesinato del niño Lorenzo, que parece sacado de algún libreto de aquella serie ochentosa llamada Murder She Wrote, y su personaje de Jessica Fletcher, una escritora de novelas detectivescas y aspirante a investigadora. Mediáticamente hablando, el caso de Lorenzo ha cambiado el juego. Hasta pudiéramos concluir que la manera de cubrir este caso en la televisión de farándula, comenzado por Kobbo Santarrosa y su personaje de La Comay, propulsaron un efecto de dominó mediático en el que ahora brillan conceptos televisivos como los de Dando Candela, Lo Sé Todo y ahora Los Seis de la Tarde.
Pues bien, resulta que la jueza Griselle Robles Ortiz, del Tribunal de Bayamón, emitió el miércoles 8 de julio, un entredicho provisional contra los programas de televisión Dando Candela y Lo Sé Todo, que les prohíbe divulgar información confidencial relacionada al juicio civil que se sigue contra Ana Cacho. Esto significa que estos programas no podrán transmitir imágenes, ni ofrecer detalles del contenido de un documento confidencial que Fernández III intentó mostrar a Cacho y a Ahmed Alí González durante el receso del mediodía de ese mismo 8 de julio. “La Comay” diría que “aparente y alegadamente” hay mordaza.
Entonces, como parte de la orden, Robles Ortiz citó a Fernández III y a Ramos a comparecer al juzgado para una vista, precisamente mañana. La jueza concedió la petición de entredicho de los abogados del Departamento de la Familia (DF), del Departamento de Justicia, de Cacho y de González, quienes expresaron preocupación por “el daño irreparable” que podría causar a las partes involucradas en este caso, si trascendía públicamente “una información confidencial” que forma parte del expediente judicial. En un aparte con El Nuevo Día, la también jueza administradora del Tribunal de Bayamón “afirmó que el documento filtrado a la prensa contenía información que podía afectar a las menores involucradas en este caso”.
Prensa versus entretenimiento
La misma noche del día ese en que Dando Candela y Lo Sé Todo se curaron en salud hablando del tema, la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (Asppro) lanzó un combativo comunicado. “La Asppro rechaza la censura impuesta por la jueza Griselle Robles Ortiz a los programas de televisión Lo Sé Todo y Dando Candela, extensiva a los medios de comunicación, a divulgar información relacionada la juicio entre el Departamento de la Familia y Ana Cacho”, comienza la misiva misil que lanzó el presidente de la organización y hombre ancla del noticiero del canal cuatro, Rafael Lenín López.
La Asppro dijo que la jueza Robles Ortiz se excedió en su discreción al prohibir la divulgación de “expresiones del reportero Leo Fernández” o de “material con contenido periodístico” relacionado a una demanda de un analista forense que contiene alegaciones sobre la investigación criminal en torno al asesinato del niño Lorenzo González Cacho. Al reclamo también se unió el Orverseas Press Club de Puerto Rico alegando que la jueza “se extralimitó en una orden de entredicho provisional al prohibir, sin escuchar a todas las partes, a los programas de televisión Dando Candela, de WKAQ, y Lo Sé Todo, de WAPA, a divulgar información relacionada a un documento confidencial sobre el juicio civil contra Ana Cacho, que involucra a sus hijas”.
Al otro día, en el mismo espacio de Dando Candela sonó una alarma de última hora. Se anunció con bombos y platillos que el Tribunal de Bayamón había desestimado el interdicto inicial de mordaza a los medios. Se acabó la mordaza. Ya “El Paparazzi” y Eliezer Ramos no tendrían que ir a la vista del 16 de julio. En la pantalla se presentaba el dichoso documento en controversia mientras una de las mantenedoras del programa exclamaba: “Brilla la libertad de prensa”.
¡Páaaaaaaralo ahí Rickín! …que hay un par de preguntas obligadas aquí. ¿Lo que sale en estos programas es periodismo? ¿O no lo es? ¿O sí lo es? ¿O no? ¿Es periodismo o entretenimiento?
“Yo creo que ya esa frontera no se puede establecer con claridad, para bien y/o para mal”, comenzó a discernir el doctor Mario Edgardo Roche, profesor de la Escuela de Comunicación del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.
“Los vasos comunicantes entre prensa y entretenimiento son mucho más marcados en estos momentos y esto pasa factura, porque puede llevar a la banalización y cobertura frívola de temas que no lo son”, explicó.
Esto, dijo, da paso a fenómenos televisivos que pudieran parecer una caricatura o parodia del periodista, en espacios como los de La Comay, Dando Candela y Lo Sé Todo. Roche enfatizó, empero, en que estos espacios televisivos utilizan estrategias discursivas y herramientas del periodismo.
“Por ejemplo, en aquel programa de ‘La Comay’ se hacían entrevistas, se hacían reportajes investigativos, se profundizaba con respecto a algunos temas, pero, de nuevo, dentro de un marco establecido de entretenimiento”, apuntó Roche.
Alejados de la telebasura y el Trash TV
El experto en medios indicó que este uso de “estrategias discursivas y herramientas del periodismo” en Puerto Rico distancia a este tipo de programas de lo que se conoce en España como “la telebasura” y en Estados Unidos como el “Trash TV”, espacios de televisión tipo “reality” que camuflan su contenido como periodístico cuando el propósito es totalmente dirigido al entretenimiento y a la carencia de seriedad. Para beneficio de los cinéfilos, hay dos películas que ejemplifican y hasta hiperbolizan este tipo de programas: el clásico español de principios del milenio ‘No somos nadie’ (2001), escrita, dirigida y protagonizada por Jordi Mollá, y la chabacana comedia noventosa ‘Meet Wally Sparks’ (1997), que protagonizó el legendario cómico anglosajón Rodney Dangerfield.
“En cuanto al término de telebasura hubo mucho debate en Europa con respecto al concepto. Por un lado se usa para describir una televisión muy malsana, de mucho morbo en cuanto a la producción, bien poco sensible al dolor de todos, en la que todo vale. Laura en América es un ejemplo de eso. Pero por otro lado está el debate de que son espacios que gozan de gran atención popular, que tocan botones de importancia al pueblo, y catalogarlos como Trash TV o telebasura no sería democrático”, indicó el profesor Roche.
Cuando Dando Candela o “La Comay” realiza una investigación, aun cuando desarrollan para el público una trama dramática, se acerca más a la prensa tradicional que a la telebasura. Pero, ¿llega a cobrar seriedad periodística?
“Yo presumo que cuando la jueza tomó aquella determinación inicial [para la mordaza] lo hizo desde la perspectiva de que estos programas son de farándula y entretenimiento y que ponían en riesgo la privacidad de intimidad de las niñas [hermanas de Lorenzo], que son menores. Por un lado está eso y por otro lado evitar dentro de todo lo posible que el caso de esta demanda se desarrolle en la televisión y no en el tribunal, algo que no suele suceder tanto con los periódicos y los noticiarios”, destacó el periodista.
El suceso y el acontecimiento
De nuevo, interpuso, habría que volver a enfrentar al entretenimiento y al periodismo. Habría que buscar qué es lo que le gente quiere ver y qué es lo pertinente, lo que hace falta que los medios realmente cubran.
“Si nos vamos al punto de vista teórico, habría que poner en la balanza qué es un suceso y qué es un acontecimiento, habría que ilustrar esa diferencia”, acentuó Roche.
“Un acontecimiento se supone que es algo que tiene un alto interés público, que es de importancia para la comunidad en general, por factores políticos, sociales, históricos, económicos. Un ejemplo de esto sería la posibilidad del impago que está en la discusión pública tras el mensaje del gobernador Alejandro García Padilla. Ese mensaje en el que se dijo que la deuda pública es impagable, eso es un acontecimiento”, explicó. “Cosas que pueden lanzarse a sucesos serían cosas que se lancen más a lo cotidiano, que lo deja en ese gris del chisme, de la cotidianología”.
Esa zona gris es grande y trata desde la cuestión criminal, como los casos de Lorenzo o Pablo Casellas, hasta cosas morbosas como el sexo, el bullying o historietas de pueblo. Aquí cae todo lo que sea Maripily o la guerra lirical entre Tempo y Cosculluela o la gárgola de Sábana Grande o el ufólogo de Lajas.
Roche prosiguió ilustrando esta diferencia entre suceso y acontecimiento, evocando ahora a un renombrado catedrático de la Universidad Complutense de Madrid.
“Gonzalo Abril dice que el campo de la comunicación es un espacio de una matriz ilustrada, que viene del pensamiento ilustrado, del peso de la razón. O sea, no me vengas a hablar del chupacabras, si no me lo explicas científicamente, o no me vengas a hablar de Lorenzo a lo Corín Tellado o novela mexicana, con todo ese melodrama que evoca la ficción literaria o cinematográfica, sino que háblame de este caso de forma racional, cuestionando los procesos del Estado o las influencias externas que tenga el caso”, puntualizó Roche.
“Uno podría decir que sí, que entonces estos programas cuentan con periodismo en su contenido. Hacen entrevistas, cubren ruedas de prensa, le dan seguimiento a historias. Pero hay que ver qué tiene y qué no tiene importancia para el País. Se pudiera decir que son programas especializados, pongámosle, en las celebridades, y en el intento de desarrollar cobertura se llevan las noticias por el medio. Ana Cacho, por ejemplo ya forma parte de ese campo de celebridades. Es terrible, pero es así. Aquí está un pueblo entretenido con esto y no sé sabe lo que paso el nueve de marzo de 2010”, apostilló, recordando cómo a principios de década La Comay desarrolló su propio discurso sobre este caso que catapultó a Ana Cacho y su familia a la cúspide mediática, “con una mesita con la foto del niño y una vela, con filmaciones en el cementerio, hasta con una canción de reguetón”. Además de esto, le recordamos, al niño Lorenzo le hicieron una plena.
Al fin y al cabo, le tocará al comunicador fluir según su rol, palpar cuándo se entretiene y cuándo se informa, comprender que hay que autorregularse.
“En casos como estos es urgente que los comunicadores tengan en cuenta los elementos éticos de su trabajo y que no pierdan de vista que la gente es la materia prima de ese trabajo, y que si no lo toman en serio pueden dañarle la vida a esa gente que es su materia prima. Es una ética que se aplica desde una convicción personal, desde una autorregulación”, finalizó Roche.