La música estaba en el aire. Y era cuestión de tiempo. Raquel Z. Rivera (Santurce, Puerto Rico) era niña y los libros ocupaban sus días. También el piano. Pero la música, habría que insistir, llegó después. Raquel creció, entró a la universidad y, mientras tomaba una clase con el sociólogo Ángel “Chuco” Quintero, supo que mezclar su afición por la música –al momento agazapada– y su amor por la lectura eran una ventana hacia otra parte. Entonces llegó a Nueva York, específicamente a la City University de Nueva York, buscando al profesor Juan Flores. Ahí culminó su doctorado en sociología y nos legó uno de los trabajos más lúcidos sobre el reguetón.
Si saltáramos en el tiempo, habría que decir que el próximo sábado, 29 de agosto, esta mujer menuda y de ojos claros se presentará a las 9:00 p.m. en La Respuesta, en Santurce, con su proyecto Ojos de Sofía, agrupación que lidera y mezcla la música antillana con ingenio y sazón. “Nuestro proyecto musical está dedicado a explorar las conexiones menos obvias entre ciertos géneros de la música ‘tradicional’ puertorriqueña y dominicana”, explica vía Internet. El resultado incluye la tradición jíbara, palos y salves dominicanos, bachata vieja, boleros y otras yerbas.
En la casa de la infancia sonaban las voces de sus tías, el piano y acordeón de su padre, Jorge Rivera. “Estar con papi […] era estar rodeada de música. Desde clásica, a nueva canción, a boleros, a música jíbara, a Cat Stevens. En ese momento yo no apreciaba tanto esa música. Pero ahora me doy cuenta de lo importante que fue esa formación musical”. Y cuando dice ‘ahora’ se refiere al hecho de que luego de culminar sus estudios doctorales entró de lleno a cantar e incluso componer. Entonces las aguas se partieron en dos.
Ojos de Sofía, pues, es el resultado de una comunidad porosa y dinámica de puertorriqueños y dominicanos en la ciudad de Nueva York. Antes, sin embargo, y de a poco, Raquel se pulía en grupos como Pa’ lo Monte, Yerbabuena, Alma Moyó, entre otros. Ojos de Sofía se conforma, además, por Anabellie Rivera –hermana de Raquel y dueña de una voz privilegiada–, Camilo Molina, Bryan Vargas, así como los dominicanos Jonathan Troncoso y Yasser Tejeda. En esta ocasión, la visita a Puerto Rico servirá para presentar el proyecto Las décimas del amargue y otras canciones de amor, cuyo repertorio semeja los vaivenes rítmicos y melódicos que Raquel ha tejido junto al resto de los integrantes, nutridos por experiencias de ultramar.
Si algo le ha dejado la academia a Raquel, es cierta propensión por compartir a otros su conocimiento. Por ello, la visita de los músicos servirá, además, para ofrecer talleres acerca del trabajo que ejecutan. Con esto en mente, el sábado, a partir de la 1:00 p.m., hablarán en la Casa Ruth en Río Piedras sobre los géneros afro-dominicanos, específicamente sobre los palos y el gagá. De otra parte, el domingo, a las 11:00 a.m., los percusionistas Jonathan Troncoso y Camilo Molina darán un taller de percusión sobre palos dominicanos en el Antiguo Patio Shop de Santurce (#1857 de la Avenida Ponce de León).
“Mañana es mejor”, parece decir la música de Ojos de Sofía, como cantara Luis Alberto Spinetta. Ello porque, a pesar de que hacen música a partir de la tradición, no echan mano de la nostalgia. Muy por el contrario, intentan buscar que su trabajo redunde en algo: un eco. “Escribo décimas arraigadas a mi realidad de mujer boricua viviendo en equis momento en equis sitio, sin nostalgias […] Escribo lo que me gusta y lo que me sale, pero con la esperanza de que resuene en otras personas”, agrega. “Lo otro que trato de hacer cuando hablo o escribo de las décimas es alentar a quien me escucha a conocerlas y luego usarlas libremente en su proceso creativo”. Acaso de eso, y no de otra cosa, se trate su esperanza.