‘El acto de desobediencia como acto de libertad es el comienzo de la razón’. -V. Kalvellido
A la puerta de la exhibición ‘El poder no es una forma’ de Abdiel Segarra Ríos, el exceso del blanco puede ser perturbador. El papel, uniforme, parece no haber sido rondado por ningún artista. La acogedora sala de exposiciones Metro: plataformaorganizada , ubicada en Hato Rey acerca al espectador a la pieza.
De cara a los dibujos, todos a lápiz, descubrimos reminiscencias de alguna imagen que ha prevalecido tanto en materia como en recuerdo. Esta exposición es la primera individual de Segarra, donde en diálogo abierto con las nociones del poder nos presenta políticos desdibujados, lugares incompletos y rostros parcialmente gesticulados.
Detalle de la serie El gobernador y yo (lápiz sobre papel) 11 x 12.
El vacío insondable se graba en la memoria como parte natural de la imagen alterada por el artista. El carácter minimalista de las obras cobra fuerza desarticulando la retórica detrás de esa estructura que como camino de polvo se encuentra detrás de la significación y representación de lo retratado. Segarra habla de su experiencia con las relaciones de autoridad (tanto estatales como familiares) desde la ausencia de información.
No puede haber arbitrariedad en la manera de degradar las figuras. El ejercicio de borrar es, en este sentido, un ataque directo a la imagen y al discurso en el que ésta participa. Crecemos de estructura en estructura. Estas comparten patrones que intervienen en el desarrollo de nuestra subjetividad. Una de estas estructuras lo es “la familia”.
Comenta el artista la importancia de haber incluido en la serie retratos de sus padres. El vínculo paterno filial está intrínsecamente involucrado a la identidad. También el proceso de escolarización. Estos dibujos se encuentran uno al lado del otro: Abdiel de niño portando su birrete de graduación contrapuesto a la mirada apacible de Luis Muñoz Marín, padre del Estado Libre Asociado.
El estudiante casi desvanecido (dibujado en un gris claro), insertado en el sistema educativo que a su vez está subyugado a un sistema colonial. En contraste, el ex gobernante dibujado en negro. La desproporción entre los dos sujetos nos ubica en el contexto de la historia contemporánea de Puerto Rico.
Governor (lápiz sobre papel ) 43 x 43.
Por otro lado, Segarra enmarca en ‘El poder no es una forma’ la experiencia íntima las distintas relaciones con la autoridad en las que predomina su encuentro con el Estado. Aunque la obra aparente ser pasiva, una de sus fuerzas reside en el acto de restar legitimidad al recuerdo del político (Governor, arriba). Los espacios blancos del dibujo provocan un disloque que va más allá de la forma y el color que ha desaparecido del original. La memoria sobre estas figuras también es alterada porque la obra trastoca los prototipos establecidos sobre la imagen. Los fragmenta, amplía o desfigura con vacío. Es decir, los políticos a lápiz son trastocados en lo hondo de su discurso.
El artista les remueve su impunidad, los despoja de las pretensiones corrientes de sus agendas y corbatas. Es en el blanco donde se pone al descubierto el conocimiento que tenemos sobre las estructuras de poder. Ya se nos presentan cambiadas, la mirada hacia el poder se ha transformado. Nuestro ejercicio es contemplar, reflexionar, darnos el gusto de completar la obra. Abdiel Segarra desobedece la soberanía de la imagen misma. Arroja a la memoria imágenes incapaces de imponerse. En fin, el espectador queda libre de formas.
La autora es escritora y performera.