La Navidad llegó a la Ciudad Criolla. El paseo de las artes de este municipio atestigua la llegada con pascuas, luces y otros adornos que conmemoran esta época del año. El viernes en la noche, las pleneras competían con otro tipo de música, menos autóctona, que emergía desde la tarima.
Desde temprano en la noche, decenas de jóvenes y adultos se dieron cita en el llamado Al Fresco –en esta ocasión Navideño– actividad que se realiza el último viernes de cada mes, aproximadamente desde hace dos años. Allí, no faltaron los kioscos de frituras, pinchos, bebidas, artesanías y esta vez hasta la Lotería de Puerto Rico colocó su carpa, en la que no faltó la fila de jugadores apostándole a la suerte.
Amenizado por diversos tipos de música, este preludio navideño inició la jornada con la cantante Xenia, joven cagueña participante de la reciente edición de Idol Puerto Rico. La intérprete puso a cantar al público, con temas como “Te vi venir”, del grupo Sin Banderas, entre otros. Incluso, había un aire a “reality show”, al mirar a varias personas en el público vistiendo camisas negras que llevaban el nombre de la novel cantante. De hecho, previo a terminar su presentación, subieron a la tarima varios de sus compañeros de Idol Puerto Rico, quienes también se dieron cita en el encuentro.
Frente a la tarima, sobresalía la nueva alcaldía del Municipio. Esta vez, la vestía una luz rosa tenue.
En el transcurso de la noche, la masa de jóvenes cambiaba. En esta ocasión, el lugar se atestaba mayormente de adolescentes y uno que otro adulto que llegaba con silla de playa en mano agenciándose un espacio.
Ese viernes de noche, hasta el frío navideño fue invitado especial. Sin embargo, entre la masa de cuerpos que acudió al evento, predominaba la vestimenta veraniega: pantalones cortos y camisas frescas.
Carnaval de risas y sustancias
Conforme pasaban las horas, en la Calle Padial, que alberga la mayor parte de los negocios de bebidas alcohólicas, se hacía imposible caminar. En las barras era difícil pedir algún tipo de bebida sin recibir un empujón como recompensa.
Allí, entre anécdotas y pláticas, se divisaban varios sujetos –que rozaban los treinta años de edad– acercándose a chicas jóvenes para invitarles un trago y conversar.
Tampoco faltaron los menores de edad ingiriendo bebidas alcohólicas. “Pídeme algo que sea bueno”, le dijo un menor de unos 16 años a un amigo que le servía de “mula”. De hecho, otros tipos de sustancias también hicieron su agosto, ya que, a ratos, el viento adquiría un olor a hierbas y cigarrillos que hacía casi imposible respirar.
Así transcurrió la noche, hasta que a las dos de la madrugada, los comerciantes comenzaron a recoger sus cosas y con ellos, la manada de gente que recibió la Navidad en Caguas de una forma peculiar.