Un informe sobre estado de situación de la salud mental en Puerto Rico, presentado el sábado en San Juan por un grupo de profesores de la Universidad Carlos Albizu, confirmó que la violencia, el uso problemático de sustancias y la deserción escolar están intrínsecamente relacionados a trastornos mentales.
Las desigualdades sociales y económicas, el desempleo, la criminalidad, la drogadicción, la falta de oportunidades y la violencia intrafamiliar son variables de riesgo para el desarrollo de trastornos mentales.
El informe explica que trastornos mentales se refiere a reacciones y presentaciones clínicas que en última instancia revelan que la persona manifiesta emociones, pensamientos o conductas que lo desvían de tener armonía, sosiego, bienestar y felicidad. Los trastorno mentales disminuyen el nivel de productividad y funcionamiento de una persona y, aunque se han encontrado variables genéticas y neurobiológicas que en algunos casos pueden ser la causa, también se manifiesta cuando hay estresores e inequidades.
El acoso escolar
El acoso escolar, la violencia comunitaria y el suicidio son las tres manifestaciones principales de la violencia en Puerto Rico. Un estudio realizado en la Isla por Parenting Resources, con una muestra de 10 mil estudiantes de tercer grado a cuarto año de escuelas públicas y privadas, reveló que un 11 por ciento de las niñas y un 14 por ciento de los niños había sido víctima de acoso escolar de dos a tres veces o más al mes, siendo la mayor parte de ellos entre el tercer y sexto grado. Otro estudio con una muestra de mil estudiantes, reflejó que un 8 por ciento de ellos no se sentía respetado en su escuela y que un 29 por ciento estaba siendo víctima de “bullying” en ese momento. Por otro lado, el 35 por ciento de esos alumnos encuestados contestó que solo a veces, esporádicamente o casi nunca los maestros detenían el acoso.
Según la psicóloga Joy Lynn Suárez, el acoso escolar es un acto intencional de violencia repetitivo que implica un desbalance de poder real o percibido. Este tipo de violencia puede constituir el incumplimiento de varias leyes: el acoso físico puede verse como agresión o acecho, el acoso por género como hostigamiento sexual o violencia doméstica, la intimidación como extorción, los rumores como difamación, el acoso basado en raza, religión u orientación sexual, entre otros.
La doctora Suárez, profesora de la Universidad Carlos Albizu, insistió en la necesidad crear un clima saludable en las escuelas públicas y privadas en la Isla, en donde los mismos estudiantes sean capaces de detener el acoso escolar a través de la comunicación y la empatía. Foto: Suministrada.
En los casos de acoso escolar, explicó la profesora, hay un claro agresor y una clara víctima, y aunque es difícil definir la intención, es preciso identificar el potencial de daño que puede provocar el agresor en la víctima. En Puerto Rico existe la Ley Número 37, dirigida a escuelas públicas y la Ley Número 49, dirigida a escuelas privadas. Lo que dicen estas leyes es que las escuelas deben tener un protocolo o políticas que ataquen o manejen el acoso escolar. Esfuerzos tan sencillos como colocar en un manual “en esta escuela no toleramos el bullying. Si vemos que un estudiante está haciendo bullying va a ser suspendido”, cumplen con la ley.
Se han presentado varios proyectos ante la Cámara y el Senado en el último año para enmendar estas leyes, aunque aún no se ha aprobado ninguno. Suárez dijo a Diálogo que es necesario fomentar un clima saludable en las escuelas, en el que los propios estudiantes sean también quienes detienen el acoso, por medio de la empatía con los menores que tienen problemas socioemocionales y fomentando un ambiente de comunicación. El estudiante agresor debe también reconocer su falta, el daño que provocó y buscar una solución o remedio a ese daño.
“Tenemos la responsabilidad como psicólogos, como adultos, como maestros, de educa a estos niños sobre lo que es empatía y sobre lo que es sentir el dolor de los demás. ¿Cómo se enseña? A través de prácticas restaurativas o la comunicación restaurativa. Se trata básicamente de enseñarle al niño que no solo va a haber una consecuencia por su acción, pero tienen que haber dos componentes adicionales que son introspección de lo que ha hecho y cómo restaura el daño que hizo”, explicó la psicóloga, al tiempo que señaló que las suspensiones de estudiantes es un método punitivo que no ha mostrado resultados favorables.
Altamente preocupante la tasa de suicidios
Cada 40 segundos se suicida una persona en alguna parte del mundo. Alrededor de 800 mil personas se quitan la vida cada año, lo que representa un aumento de 60 por ciento en los últimos 45 años. Puerto Rico ocupa el puesto número quinto en el renglón de suicidios en toda Latinoamérica y en lo que va de año ha reportado ya 146 casos de este tipo.
Consistentemente, el promedio de suicidios en los últimos 20 años se ha mantenido entre los 300 y 330, siendo los más afectados el grupo de 55 a 59 años de edad y el grupo de 70 a 74 años, siendo el método de ahorcamiento el más utilizado.
El informe reveló, además, que en Puerto Rico, de cada 10 suicidios, ocho lo cometen hombres, siendo los desórdenes mentales como la depresión y abuso de sustancias, provocadas por la pérdida de un ser amado, la marginación, la falta de empleo o deudas.
Un análisis comparativo entre las causas de suicido y el ingreso per cápita de los puertorriqueños que ronda los 18 mil, alerta sobre la necesidad de crear programas que eviten los posibles problemas de sustentabilidad económica, los problemas sociales y de salud que ha de enfrentar la sociedad puertorriqueña, particularmente los ancianos.
Pero, ¿qué se puede hacer para manejar la alta cifra de suicidios en la Isla? El doctor Juan Nazario-Serrano, también director del Programa Integral de Acceso a Tratamiento, Recuperación e Integración Comunitaria (PITIRRE), destacó varios tipos de intervenciones a distintos niveles legales, políticos y sociales, como la necesidad de restringir los medios utilizados para suicidarse a través de un periodo de espera en la compra de armas de fuego y la implementación de directrices de notificación de suicidios para disminuir los efectos negativos a través e los medios noticiosos. El psicólogo recomendó, además, crear y apoyar iniciativas dirigidas al fortalecimiento social, promover el desarrollo de habilidades de afrontamiento y mejorar la detección temprana y tratamiento de las personas en situación de riesgo.
El doctor Nazario-Serrano, profesor de la Universidad Carlos Albizu, puntualizó en la necesidad de movernos hacia una economía solidaria, en la que no se idolatre el materialismo y las riquzas sean repartidas equitativamente, como método para atender el uso problemático de sustancias, el suicidio y otros trastornos mentales. Foto: Suministrada
Por otro lado, el Profesor no descartó el uso de psicofármacos bajo supervisión experta y exhortó a que se instalaran barreras en edificios y puentes, así como la promoción de programas culturalmente sensitivos para evitar el suicidio y continuidad terapéutica de aquellos que lo han intentado. Nazario enfatizó en la necesidad de evaluar los programas que ya existen, para modificar aquellos que no sean costo-efectivos o costo-eficientes y sustituirlos por otros si fuera necesario.
Por otro lado, la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (ASSMCA), reportó en 2013 que durante el año 2011 al 2012, el 52 por ciento de los caso atendidos en su programa fueron por trastornos de uso de sustancias o uso problemático de sustancias, siendo la heroína, el crack, el alcohol, marihuana y “speedball” (heroína y cocaína). ASSMCA, administra el único tratamiento con metadona en Puerto Rico, utilizado para tratar la adicción a la heroína. Este es uno de los pocos tratamientos salubristas que se llevan a cabo en la Isla.
Diálogo denunció un posible intercambio de sustancias a las afueras de las instalaciones del centro de ASSMCA en donde se administra el tratamiento, lo cual no permite un completo funcionamiento de la medida salubrista. Nazario adjudicó el problema a un elemento adicional de seguridad.
“Es un elemento de subcultura que se ha dado en algunos de los centros que típicamente están asociados al uso problemático de sustancias (…) tiene que ver con seguridad y lo que es proveer un ambiente sano y adecuado para el proceso de recuperación, son dinámicas que están externas al manejo de la clínica o el centro pero que tienen que estar íntimamente relacionadas con el proceso que se hace en términos de seguridad y lo que son las políticas o protocolos de la clínica”.
Más alarmante aún resultó ser el estudio de Consulta Juvenil VIII de ASSMCA, realizado en 2012, que evidenció en una muestra de estudiantes de séptimo a duodécimo grado el uso de drogas como la cocaína, el crack, drogas de diseño y pastillas utilizadas sin prescripción médica, inhalantes, tabacos y marihuana. El uso problemático de drogas tiene más probabilidades de manifestarse en una persona que comenzó a probarlas a temprana edad.
“El elemento punitivo no nos está dando resultado y todos los que trabajamos con esta área sabemos y entendemos que nos tenemos que mover a modelos más salubristas”, indicó el doctor Nazario.
Para cambiar el modelo punitivo a uno salubrista, es necesario entender primero que la adicción, según lo define el National Institute on Drug Abuse, se define como una enfermedad crónica del cerebro con recaídas, caracterizada por la búsqueda y el uso compulsivo de drogas, a pesar de las consecuencias nocivas.
Es considerada una enfermedad del cerebro porque las drogas cambian al cerebro, es decir, modifican su estructura y cómo funciona estos cambios pueden durar largo tiempo y llevar a comportamientos peligrosos que se ven en las personas que abusan de las drogas.
Algunas de las consecuencias adversas de ese abuso pueden ser enfermedades infectocontagiosas como el VIH/SIDA, hepatitis C, tuberculosis, problemas cardiovasculares, problemas de salud mental y hasta la muerte. En el 2009, un estudio que llevó a cabo ASSMCA destacó que una de cada 50 personas entre las edades de 15 a 74 años en Puerto Rico, ha estado consumiendo una o varias drogas.
Abrumadores niveles de deserción escolar
Se estima que en Puerto Rico la tasa de deserción escolar alcanza el 42 por ciento. Alguna de las razones que según el profesor Héctor Hernández han llevado a alcanzar tal nivel son currículos aburridos, sin interés y sin sentido de aplicación al diario vivir de los estudiantes, conflictos con los maestros, falta de comprensión del material de sus clases y en el caso de las jóvenes, además de estos factores, el embarazo a temprana edad.
Algunas de las recomendaciones que destacó el experto fueron “monitoreo permanente, programas educativos diseñados para lograr un mejor rendimiento académico y ajustado a la realidad de los estudiantes y fomentar diversidad en programas vocacionales y crear programas de orientación”.
Hernández puntualizó en la necesidad de empoderar e integrar a los maestros y las comunidades y así descentralizar un Departamento de Educación a todas luces politizado y que no ha tomado en consideración las recomendaciones que han hecho un sinnúmero de expertos en varias áreas del saber, incluyendo la psicología.
“La mayoría de las prácticas de intervención en Puerto Rico no se basan en prácticas validadas científicamente, ni tienen un componente de evaluación riguroso, hay muy poca documentación de la efectividad de intervenciones en la Isla”, puntualizó el profesor.
Todos estos trastornos mentales se pueden ver, quizás a grandes rasgos en lo que se denomina la violencia comunitaria. Este panorama refleja diversas tipos de violencia que se dan a un nivel macrocomunitario en donde se impacta la calidad de vida, la seguridad y la sana convivencia de sus constituyentes, según la Junta de Prácticas Basadas en Evidencia Para Puerto Rico (JPBEPR). Este tipo de violencia se relaciona con ambientes que incluyen criminalidad, dependencia a sustancias, agresividad interpersonal, delincuencia, problemas conductuales, violencia escolar y doméstica, exposición a escenarios violentos, desigualdad económica y problemas de retención escolar.
“Ahora que el País está en proceso de visitar el Código Penal y hacer unos cambios es importante que se visite también el asunto de cómo se va a trabajar el aspecto de rehabilitación en esas nuevas políticas públicas relacionadas a la criminalidad, eso también se traduce en problemas de salud mental”, puntualizó el psicólogo Larry Emil Alicea.
En los niños, la violencia comunitaria puede provocar bajo aprovechamiento académico, dificultades conductuales, trastornos psiquiátricos y aumento en uso e substancias. En las escuelas también se ve reflejada la violencia comunitaria, a través del acoso y hostigamiento, los motines, las guerras entre pandillas, el ausentismo y la deserción escolar. Un estudio realizado en Puerto Rico en 2009 reveló que un 6 por ciento de los adolescentes en el País portaba armas en las escuelas. Estos son datos de casos registrados. La Organización Mundial de la Salud reconoce que la violencia comunitaria suele tener consecuencias que persisten años y hasta décadas.
El grupo de profesionales enfatizó en la necesidad de que el Gobierno de Puerto Rico dirija esfuerzos a los programas y proyectos preventivos en lugar de remediativos, como se ha hecho hasta el día de hoy. La prevención de los problemas mencionados requiere intervención y esfuerzos coordinados en distintos niveles: individuo, familia, escuela y comunidad. El desarrollo de programas cooperativos que unifiquen los esfuerzos es esencial para obtener buenos resultados.