“…Y fui paloma
Por querer ser gavilán…”,
Gavilán o paloma, Rafael Pérez Botija, 1977
Hubo un tiempo en que un senador llamado Jorge De Castro Font fronteaba más en los medios que Cosculluela o Kendo Kaponi en una canción de reggaetón. ¡Qué tiempos aquellos!
“Yo soy amante del peligro”, le confesó en una ocasión al periodista Leo Aldridge, en una entrevista de 2008 con Primera Hora, a meros meses de que los federales llegaran a llevárselo, acusado de 32 cargos relacionados con un esquema de soborno y extorsión a empresarios y cabilderos. Según las autoridades, De Castro Font obtuvo $525,000 a cambio de meter la mano en proyectos de ley en los que sus beneficiados tuvieran algún interés.
“Volaba su helicóptero justo encima de la casa de Kenneth McClintock. Les servía caros piscolabis a los periodistas que lo visitaban en su oficina del Capitolio. Era un personaje que hasta bien caía. Pienso que bien adentro era un buen tipo”, le dijo Aldridge a Diálogo, al ser consultado para esta historia.
Aldridge, periodista y abogado, no evitó sonreír cuando le pedimos más impresiones sobre aquel De Castro Font que le tocó cubrir durante la primera década del Siglo XXI, el que muchos apodaban “Ñañito”, por su frenillo a la hora de hablar.
“Jorge De Castro Font era el sueño de un periodista que cubría política: se salía del guión, decía cosas imprudentes y controversiales… y también ciertas y rara vez se molestaba con los reporteros. Para él lo importante era recibir atención y cobertura”, explicó.
“Se le percibía como un muchachón de Miramar a quien se le fueron los aires a la cabeza por el poder que acumuló. Era habilidoso y confundió eso con ser intocable. De ser divertido y bravo pasó a ser una caricatura de un político ensimismado, y así comenzó su fin”, resumió Aldridge.
Sí, el tipo se volvió una caricatura. ¿Alguien recuerda aquel vídeo en el que luego de haberse defecado en las progenitoras de los manifestantes en contra de la construcción de Paseo Caribe, para allá en 2007, se montó en una patrulla con dos policías y se fue más gozoso que Chicky Starr luego de prender al Invader #1?
Por si acaso, aquí están las imágenes. Recordar es vivir.
Pero… ¿Cómo cambian las cosas en prisión, ah? Antes de ir preso, por ejemplo, De Castro Font había jurado por su madre que él era inocente. Les dijo a varios de la alta cúpula del Partido Nuevo Progresista “que se callaran la boca”, empezando por el entonces aspirante a la gobernación, Luis Fortuño. Dijo que “no había manera de que lo sacaran de la papeleta” del PNP, aun cuando días antes los federales habían allanado su residencia. Le tiró hasta a quien había sido su pana, el entonces presidente del Senado, Kenneth McClintock, diciendo que se había “quebrantado” ante la presión de la situación que vivía.
Esta entrevista de 2008 de Aldridge a De Castro Font en Primera Hora es una joya y dice todo lo que expusimos en el párrafo anterior:
Bueno, pero eso fue en septiembre de 2008, antes de ingresar a prisión. El 2 de octubre de ese mismo año fue acusado por los federales, pero como el votante boricua es algo único salió reelecto en las elecciones de noviembre. En diciembre de 2008, De Castro Font fue encarcelado luego de que el juez federal Francisco Besosa le revocó la fianza al determinar que el exlegislador había violado las condiciones de su libertad cuando contactó a un posible testigo. Sí, algunos meses después de aquella entrevista con Primera Hora en la que se portó más potrón que Dennis Rodman en una final de NBA, De Castro Font se encontraba preso.
A nivel federal, De Castro Font fue sentenciado en mayo de 2011 a cumplir cinco años de prisión y tres de libertad supervisada por cargos de fraude para privar al pueblo de Puerto Rico de servicios honestos. Se le acusó también de conspiración por extorsión, al aceptar que de 2005 al 2008 solicitó pagos en efectivo a cambio de beneficios a terceras personas por aprobar proyectos de ley.
Ya en ese entonces, la guapería aquella con la que se comportaba De Castro Font había desparecido, a tal punto que hasta era considerado discípulo de un exsicario convertido al cristianismo, con quien compartió en la prisión federal.
“Vivimos juntos (en la misma celda) y fue una experiencia bien bonita… nos arrodillábamos a orar juntos todas las noches. El Señor me utilizó para darle palabra de aliento”, dijo sobre De Castro Font el excapo Alex Trujillo, en entrevista con Primera Hora, en 2011.
La docilidad se había apoderado de aquel altivo gladiador político que en varias ocasiones fue seducido por la corrupción. El año pasado, tras cumplir la mayor parte de su condena de cinco años en prisiones federales, De Castro Font llegó a Puerto Rico a acabar su sentencia en la cárcel 501 del complejo correccional de Bayamón. De repente, le abría las puertas de nuevo a los periodistas, aunque en esta ocasión lo que la prensa encontraría era un De Castro Font en el camerino técnico y no en el camerino rudo.
“Me he estado dando cuenta de errores que cometí en algún momento”, le dijo a Noticel, durante una entrevista publicada en cinco partes, en la que reconoce que cometió errores en la legislatura con posturas en contra de los derechos de los homosexuales, de la salida de la Marina de Vieques, de favorecer la desprotección del Corredor Ecológico del Este y de acabar con el embargo estadounidense hacia Cuba, entre otras.
“El mundo es otro”, afirmó en aquella entrevista de 2015 que le hiciera el periodista Oscar Serrano, agregando que quisiera pedirles perdón a los líderes ambientalistas y a la comunidad LGBTT por las posturas que asumió cuando era legislador.
Parte de una extensa entrevista que le hiciera Noticel a Jorge De Castro Font en 2015. En la misma se nota un De Castro Font expresando arrepentimiento tras varios años de cárcel:
En la mañana de hoy, martes, De Castro Font salió de la cárcel gracias a un programa de desvío del Departamento de Corrección y Rehabilitación que le permite estar en libertad con grillete. Y, sí, para él ahora el mundo es otro. ¿Será su altanería cosa del pasado? “Dale pa’ lante, preso humilde”, dijo una vez Ismael Rivera. Claro, muchos afirman que Maelo era humilde antes de caer preso. Aquí habrá que ver qué pasa.