Ante la imposibilidad de encontrar una solución al problema de la violencia en la Isla, los administradores gubernamentales de turno siempre han recurrido al ya clásico cliché de que atender esta situación es responsabilidad de todos, dejando el asunto de paso en una sociedad carente en sí misma de apoyo moral, social y económico.
Lo cierto es que es que hay expertos en el tema que llevan años diciendo lo que hay que hacer, pero según ellos no se les escucha porque adoptar sus sugerencias podría implicar tomar decisiones antipáticas electoralmente. Diálogo conversó con varios de ellos para retomar sus planteamientos y examinar, lo que de acuerdo con éstos, debería implementarse con carácter de urgencia para contrarrestar la violencia que azota el País.
Para la socióloga y antropóloga Madeline Román, la política prohibicionista y represiva que el Estado por mucho tiempo ha utilizado para contrarrestar el uso y venta de drogas, nunca ha sido eficaz, ni lo será ahora. La profesora de la Universidad de Puerto Rico dijo estar convencida de que, para trabajar en contra del uso y venta de drogas y la violencia relacionada al narcotráfico, no existe otra alternativa que no sea la medicación de las drogas.
“A mí me llama la atención muchísimo como tendemos a seguir lamentándonos de las muertes, de las ejecuciones, incluso de las nuevas modalidades que asume la violencia ligada al narcotráfico y las drogas, al tiempo que nosotros sabemos ya muy profundamente que la política prohibicionista y represiva en materia de drogas es un callejón sin salida”, manifestó.
Bajo el modelo prohibicionista, se registraron 977 homicidios en el año 2012 en Puerto Rico y un promedio de cuatro mil en el cuatrienio pasado, según estadísticas policiacas, siendo el trasiego de drogas el móvil principal de estos asesinatos.
Según Román, quien ha realizado múltiples investigaciones y publicado varios libros en torno a la criminología y la sociología del derecho, la clientela del narcotráfico se reduciría definitivamente si se aprobara una política pública salubrista, que permitiera establecer un plan de medicación de drogas a través de toda la isla. Debe quedar claro que se trata, literalmente, de la medicación del consumo, porque el negocio de las drogas, se mantendría tipificado como un crimen.
“Si tu medicas el consumo, ese lugar donde el consumo está siendo medicado no le es atractivo a los narcotraficantes, porque obviamente los narcotraficantes estarían perdiendo su clientela”, anotó.
La medicación de la droga y su descriminalización debe ir acompañada de un proyecto educativo dirigido a la sociedad, recomendó por su parte la socióloga y criminóloga Lina Torres.
“Tenemos que educar u orientar a la gente sobre lo que ello implica o lo que implicaría un modelo de reducción de daños que desde hace décadas ha sido sugerido por profesionales de la salud y de las ciencias de la conducta, comprometidos y comprometidas con el bienestar de nuestra sociedad ”, urgió Torres, coordinadora del Bachillerato en Sistemas de Justicia de la Universidad del Sagrado Corazón.
Por su parte, el criminólogo y profesor en el área de justicia criminal de la Universidad Interamericana en Ponce, Gary Gutiérrez, instó a la nueva administración gubernamental a atender el problema de la desigualdad social y la falta de empleo, otra de las principales causas de la violencia y la criminalidad en el País. “El problema de la criminalidad y la violencia no es un problema policiaco, es un síntoma del problema socioeconómico más profundo, es injusto pedirle a la policía que bregue con eso”, observó.
Paradójicamente, es la criminalización de las drogas, lo que propicia el narcotráfico, que es, en estos momentos, el negocio más lucrativo del mundo, comentó Román. Aseguró que la política prohibicionista de las drogas y la criminalización, provoca que los precios de ese tipo de mercancía se disparen, propiciando los multimillonarios capitales provenientes de la droga.
Torres coincidió con ella al declarar que es la ley misma la fuente del delito. Según ella, en lugar de legislar, habría que pensar en ‘deslegislar’. “Tal parece que nuestras leyes, códigos, instituciones, poder judicial, etc., han ido anquilosándose hasta llegar a producir o reproducir aquello que supuestamente dicen querer combatir”, anotó.
Respeto a la violencia interpersonal
Por otro lado, no podemos perder de vista otras manifestaciones de violencia que no necesariamente están relacionadas al narcotráfico. Torres explicó que los conceptos “crimen” y “delito”, al tiempo que implican algún tipo de daño social y/o individual, también excluyen otros actos que conllevan violaciones a los derechos humanos.
“De esta manera, vemos que hay otras manifestaciones de la violencia relacionadas con la criminalidad (convencionalono):ladiscriminación en todas sus expresiones (clasismo, sexismo, homofobia, discapacitismo, edadismo), ciertas ideologías y prácticas culturales (sociales), que tienden a justificar el trato desigual o no equitativo y hasta justificar la violencia hacia otras personas”, resaltó.
La socióloga ve la educación como la opción más acertada para contrarrestar todos estos tipos de expresiones de violencia, pues constituye una herramienta básica para adquirir conocimientos, desarrollar destrezas y valores. En este esfuerzo debe participar el sistema público y privado.
“Pero, más que un proyecto de ‘Tus valores cuentan’, debe propiciarse un profundo proceso de enseñanza de los derechos humanos, del valor del respeto a mis derechos y a los derechos de las demás personas”, puntualizó Torres, quien añadió que, como parte de este esfuerzo educativo, se deben desarrollar destrezas para manejar de forma creativa y positiva los conflictos.
El licenciado William Ramírez, director ejecutivo de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) en Puerto Rico, añadió por su parte que es sumamente necesario incluir programas o terapias que resocialicen o reeduquen a los que estén cumpliendo sentencias por delitos de violencia. “En las cárceles lo que tienden es todo lo contrario, a ser más violento”, afirmó. Señaló, además, que se debe incluir en los currículos de educación, la enseñanza de perspectiva de género. Este tipo de educación desde una temprana edad, ayudará a fomentar el respeto hacia a las personas, irrespectivamente del género que sea.
Por su parte, Román indicó que los crímenes de odio y delitos pasionales, son problemas sumamente complejos, que deben tratarse precisamente como son, de manera compleja, a través de una campaña educativa de nuevo corte, que trabaje los temas de violencia interpersonal de una manera más profunda.