Luego de cuatro meses de preparación, Ricardo Cobián presentó una nueva obra pos-modernista en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico. Divino Cadáver es una pieza teatral experimental con elementos de tragedia, comedia, danza y efectos visuales.
El actor Gil René protagoniza a Amadora, una travesti que es asesinada y su cadáver es arrojado dentro de una bolsa de plástico en la calle.
Amadora pasa a ser un espíritu del cadáver que sólo puede andar alrededor del escenario angustiada por las consecuencias de su vida. Su presencia en el escenario es compartida por tres loquis (espíritus de otras travestis); Blanqui, La Roberta y La Vero, quienes están entusiasmadas por jugar con su nueva amiga. Keren Lugo interpreta a Francesca, quien es la amiga que se va enterando de la muerte del protagonista.
La obra también cuenta con la presencia de un humor negro en varias escenas. En la iluminación, el juego de luces crea un efecto psicodélico; las sombras se prestan paras ser manipuladas en el escenario. En la música se recogen los géneros de cultura popular, clásico, tradicional y reggaetón, los cuales fueron utilizados durante la transición de una escena a otra y en los bailes presentados.
Divino Cadáver es una crítica social que busca exponer al público como la criminalidad en el País y los prejuicios afectan la vida de las personas homosexuales y transexuales. La pieza teatral demuestra algunos de los estereotipos de ese sector marginado de la sociedad.
Además, presenta la poca atención que los medios de comunicación le prestan a estos casos de asesinatos.
Sin embargo, la obra sufre de inconsistencias que impiden que sea una experiencia memorable. Aparte de ser compleja, la obra contiene monólogos débiles, fuertes transacciones entre escenas, líneas repetitivas y predecibles. Estéticaticamente, Divino Cadáver es excelente. Cada actor o actriz se entregó a su personaje e hizo un gran despempeño. Pero tener buena escenografía, recursos audiovisuales y actores no significa una buena obra.