Veintitrés jerezanas y veintitrés gallitos representan este año al Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico en las Justas de la Liga Atlética Interuniversitaria (LAI). Otros cientos más los acompañan desde las gradas con el pecho hinchado de rojo y blanco, como lo han hecho durante décadas generaciones de estudiantes. Pero, ¿sabía usted que antes del gallito y la jerezana, el primer centro docente del País se identificaba con un chivo?
Pocas personas pueden recordarlo, pero en la década del 40 la delegación atlética de Río Piedras desfilaba con un chivo en las Justas. ¿Por qué un chivo? Existen al menos dos teorías sobre el origen de esta mascota.
Un entusiasta de la historia del Recinto, el registrador Juan M. Aponte Hernández, encontró una explicación en el libro “Río Piedras: estampas de mi pueblo, 1898-1945”, que recoge el relato del “cabro de Pepe García”.
Según el autor, Florencio Sáez, hacia 1935 había un cabro “muy simpático y mansito” en la barriada Venezuela, que “en sus andadas solía llegar a la Universidad atraído por los dulces que los estudiantes le daban. Al tiempo se convirtió en mascota de los universitarios durante las competencias atléticas”.
Un día, el cabrito entró en el Colegio Militar San Agustín y lo mataron, por lo que su dueño, don Pepe García, demandó a la institución, que tuvo que pagar una compensación de $400 por el animal.
Sin embargo, Wilfredo Moux Suárez, quien fuera reclutador y entrenador atlético del Recinto de Río Piedras y, antes, entrenador de la UPR de Bayamón y la UPR de Mayagüez, propuso la adopción del chivo como resultado de una de las muchas riñas deportivas entre Río Piedras y el RUM.
En las justas de 1932, el Colegio objetó la participación de Eligio Armstrong, un gran atleta riopedrense, argumentando que no cumplía con los créditos requeridos para competir. Al no lograr descalificarlo, los colegiales se retiraron de la competencia y empezaron a decir que sus contrincantes traían “un chivo escondido”, o una trampa, tal como ilustra una caricatura encontrada por Moux Suárez en la Aristotelia de 1933.
Según la teoría del entrenador, Río Piedras terminó adoptando el chivo como mascota, mientras que los colegiales se apodaron “tarzanes” porque sus rivales decían que viajar a Mayagüez era como ir a la selva. Por eso, antes del chivo, a los riopedrenses los llamaban los Clark Gable, aludiendo al protagonista de Gone With the Wind y “rey de Hollywood”.
Un chivo y un Tarzán desfilaron juntos por primera vez en las justas de 1940, descubrió Moux Suárez, quien dedicó largos años a la investigación sobre el deporte universitario y nacional, y lamentó que en Puerto Rico no hubiera mayor interés por la historia deportiva.
Cuándo y por qué el Recinto de Río Piedras eligió cambiar de mascota es un misterio que no queda del todo esclarecido. Las referencias más antiguas al gallo con las que se topó el entrenador datan de 1953. La primera es la caricatura de un gallo de pelea y un bulldog combativos, mientras que la segunda es un artículo sobre un récord del fenecido atleta Reinaldo “Pochy” Oliver, donde se hace referencia a los “gallitos de la Universidad”.
Como el perro mayagüezano fue adoptado en 1946, siguiendo la tradición estadounidenses de las mascotas deportivas, Moux Suárez presume que el gallito surgió entre ese año y principios de los 50. Por eso sospecha que el ingenio detrás del gallo de pelea tuvo que ser Eugenio Guerra Cruz, deportista destacado que dirigía el departamento atlético en esa época, y que fue profesor y entrenador del Recinto de Río Piedras por casi 30 años.
Por su parte, el registrador Aponte Hernández recordó leer alguna vez en un documento (que por lo pronto no pudo encontrar), que para esa época empezó “a salir un poco de desaire por decir que Río Piedras lo que tiene es un chivo o una cabra”, y que es posible que ahí entrara Guerra Cruz a tratar de “darle personalidad” al símbolo deportivo del Recinto, señaló.
¿Y las jerezanas?
La contraparte de la mascota masculina se adoptó cuando la LAI incorporó las ramas femeninas a las competencias en 1972. Para evitar la connotación de cobardía de la palabra “gallina”, característica que no describe a las deportistas, se adoptó el término jerezana, en referencia a la ciudad española de Jerez de la Frontera, donde se dice que las gallinas producen los gallos de pelea más bravos.
De hecho, las jerezanas ganaron esas primeras justas bajo la dirección de Esther Cecilia Jones, quien como profesora luchó para que los programas deportivos fueran co-educativos.
Aunque desde entonces se habla de jerezanas y gallitos, en las representaciones pictóricas de los símbolos universitarios las hembras no siempre están presentes, observó Gregorio “Goyo” Acevedo, director de la Tuna de la UPR y destacado esgrimista puertorriqueño.
Don Goyo, quien dijo conservar en su casa décadas de camisetas conmemorativas de los eventos deportivos del Recinto, señaló que “en casi ninguna aparece la gallina de Jerez”. Una revisión de la variedad de logos utilizados en el Recinto antes de que se registrara la marca oficial en el 2012 arrojó el mismo resultado. La mayoría muestra al gallo solo.
“Para mí, los dos al principio eran símbolos de pelea, de enfrentarse, símbolos que determinaban, en principio, la fuerza deportiva”, expresó sobre el significado de las mascotas. “Después de eso, el gallito se convirtió literalmente en el representante de la Universidad, después de la Torre”.
Como dato curioso, el tuno mayor mencionó que el logo de la agrupación musical, surgida en 1961, incluye el primer diseño que se realizó del gallo, adoptado originalmente por la Asociación de Exalumnos. Con orgullo afirmó: “Donde quiera que voy, pues soy gallito y se acabó”.
El rescate de las raíces de estos componentes de nuestra identidad universitaria requirió armar un rompecabezas cuyas piezas estaban esparcidas en la memoria y el esfuerzo de unos guardianes voluntarios de la historia deportiva de este Recinto. Todavía faltan piezas, y a las jerezanas y gallitos de ayer y hoy les toca encontrarlas y protegerlas.
Si usted cuenta con información adicional sobre el origen de estos símbolos o fotografías que quiera compartir con la UPR-RP, puede comunicarse con Rebeca Agosto, en la Oficina de Comunicaciones, al 787-764-0000, extensión 83115, o a través de las redes sociales del Recinto.
Nota: El entrenador Wilfredo Moux Suárez (1945-2016) falleció el pasado mes de marzo. La entrevista para este trabajo se realizó en el 2015, y sin su ayuda y conocimiento este reportaje no hubiera sido posible. Gracias por rescatar y dar vida a la descuidada historia del deporte puertorriqueño, maestro, y por entrenar a nuevas generaciones de atletas en este y otros recintos. La comunidad del Recinto de Río Piedras y el sistema UPR le echará de menos.