“Sembrar es una de las cosas que tenemos que hacer para poder sobrevivir en un futuro”. Así lo entiende Cristal Marie Flores Burgos, quien cursa el octavo grado en la Escuela Segunda Unidad Botijas 1 en Orocovis. Por eso, no duda en ponerse las botas y agarrar la azada para repicar el terreno.
En su clase de agricultura siempre hay algo que hacer. En la finca, hay que limpiar la compostera, cernir el material orgánico, limpiar el vivero y desyerbar los bancos de tierra. También hay que limpiar las zanjas, rastrillar las hojas, sembrar, trasplantar y mucho más. En el salón, hay que recoger los instrumentos de trabajo, borrar las huellas frescas de tierra en el suelo y realizar evaluaciones teóricas.
Dalma Cartagena, agrónoma de profesión y maestra por vocación, es quien guía a Cristal y sus compañeros de estudios y les enseña no solo a trabajar la tierra, sino a amarla y respetarla a través del Proyecto Agricultura en Armonía con el Ambiente, que es parte del Programa de Educación Agrícola y de la Secretaría Vocacional y Técnica del Departamento de Educación (DE) de Puerto Rico. Como ella, 147 maestros tienen proyectos de agricultura en 135 escuelas públicas de nivel elemental a nivel superior en el País.
La enseñanza de la agricultura en el DE inicia en la escuela elemental con la alfabetización agrícola. En las escuelas intermedias se introducen cursos electivos donde se desarrollan los conceptos del huerto casero, la importancia de la siembra y la protección del ambiente. Ya en la escuela superior el estudiante tiene la oportunidad de escoger la agricultura como su meta vocacional y ser certificado por el DE.
Cartagena aseguró que el curso de agricultura tiene un enfoque interdisciplinario que permite integrar todas las materias académicas, incluyendo las artes. Comentó que en sus clases habla sobre la historia y el desarrollo de la agricultura y los procesos de germinación. Además, los niños realizan distintas actividades: contabilizan las semillas y cosechas, redactan reflexiones y hacen informes orales, que le permiten a la maestra medir sus conocimientos.
Pero, para los estudiantes lo más divertido es trabajar en el huerto. Allí, mientras unos repican con la azadita, el terreno se va poniendo “suelto”. Otros van polvoreando el banco de tierra con cal y cenizas para que las lapas no dañen los cultivos. Los demás, cosechan repollos y con las hojas exteriores alimentan a los conejos. El resto de los residuos va a parar a la composta.
El proyecto también fortalece sus destrezas de solución de problemas, comunicación oral y fomenta el pensamiento crítico.
Durante este año académico los estudiantes del barrio Botijas #1 han cosechado repollos, mazorcas, cebollas, pimientos, col rizada, habichuelas, papayas, entre otros alimentos. Además, han sembrado plantas medicinales y otras que repelen insectos. Estos productos los venden a $1 a la comunidad escolar.
Cosechar es el principal estímulo para los alumnos pues cada cosecha premia su esfuerzo. “Esa alegría de que yo produje, yo creé algo que resultó, les aumenta la autoestima”, manifestó Ana Cordero, quien es facilitadora docente del Programa de Educación Agrícola en el DE.
“Nosotros como estudiantes debemos estar agradecidos por tener este proyecto”, manifestó Karina Liz Díaz Rivera, quien al igual que Cristal Marie es candidata para representar a su escuela en el evento “Terra Madre” que realizará la organización Slow Food en Italia el próximo octubre. Allí hablarán sobre la agroecología y la importancia de producir alimentos sanos.
Esta oportunidad las ha motivado a continuar cosechando y compartiendo sus conocimientos. “Jamás pensé que iba a llegar tan lejos gracias a este proyecto”, confesó Cristal Marie muy emocionada.
“Tenemos que tener la mirada puesta en el futuro que son los jóvenes”, aseguró Cartagena. Por eso, confía en que el proyecto se replique en más escuelas y que florezca la agroecología –que es una forma de producir alimento en armonía con el ambiente– en Puerto Rico.
Impulso al agroempresarismo desde el DE
“Estamos preparando al individuo para que adquiera ese amor por cultivar la tierra y también más adelante pueda generar un negocio”, expresó William Ruiz Vélez, secretario auxiliar del Programa Vocacional y Técnico.
Con una nueva visión inclinada hacia el agroempresarismo, en agosto del 2015 el DE inauguró la Escuela Superior Vocacional Agrícola de Corozal. Los alumnos de este plantel reciben cursos de horticultura, hidroponía y acuaponía, que es un sistema de producción de alimentos que incorpora a la hidroponía la cría de animales acuáticos como caracoles, peces, cangrejos o camarones en tanques, cuidado animal, administración de empresas, manejo de equipo pesado y soldadura.
A solo meses de haber inaugurado las cómodas y tecnológicas facilidades, los estudiantes de noveno y décimo grado han cosechado repollos, batatas, habichuelas, pepinillos, cilantrillos, entre otros productos. Al igual que los estudiantes de Botijas #1, los jóvenes venden sus productos a la comunidad escolar a precios que fluctúan entre $1 a $5. Con ese dinero, los maestros consiguen las semillas y los materiales para los cursos. También, las cosechas verdes son incorporadas a la dieta del comedor escolar.
“Cuando ellos ven que su trabajo es remunerado, porque ellos cultivan y venden a los mismos maestros de la escuela y a la comunidad, ellos entienden que lo que ellos producen tiene un valor económico adicional al valor de tener éxito”, añadió Cordero, quien dirige interinamente el Programa de Agricultura. Esa es la razón por la que Cordero considera el programa como “un tesoro invaluable” que aporta muchísimo al desarrollo de los líderes del País.
La directora de la escuela, Zaida Rivera González, espera que el próximo año escolar aumente considerablemente la matrícula y, por lo tanto, la producción agrícola. En la escuela hay 150 alumnos matriculados y el plantel tiene espacio para 400.
En otras escuelas de la Isla, están en desarrollo proyectos de apicultura, crianza de cerdos, cabras y gallinas ponedoras. Se espera que pronto los estudiantes comiencen a producir queso, harinas, platanutres, jaleas, entre otros alimentos.
La meta del DE es impactar más escuelas, sobre todo, en el área este, en Vieques y en Culebra.
Alianzas para expandir el programa de agricultura
“Entendiendo la situación económica que hay aquí, que no hay chavos, [pero] no podemos depender absolutamente del gobierno para atender las necesidades de nuestros programas”, destacó Cordero.
La funcionaria resaltó que es importante que los maestros de agricultura sepan redactar propuestas e identificar fondos privados y federales para subsidiar sus proyectos.
Actualmente, el programa de educación agrícola recibe fondos del Departamento de Agricultura Federal y de la organización estudiantil Future Farmers of America. También, dos escuelas fueron becadas para desarrollar sus proyectos agrícolas por la compañía Ford. Muchas organizaciones comunitarias y negocios locales también apoyan el proyecto.
La Secretaría Vocacional y Técnica del Programa de Educación Agrícola está a cargo de los programas ocupacionales de Administración de Empresas, de Ciencias de la Familia y el Consumidor, de Educación Industrial, de Educación en Tecnología, en Ciencias de la Salud y en Agricultura. La división funciona con un presupuesto de $1.5 millones a nivel estatal y $18.4 millones a nivel federal. Dicho presupuesto se divide para atender las necesidades de todos los programas activos en escuelas, institutos técnicos y cárceles.
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Aquí nuestra serie especial de Diálogo Verde 2016: “No te comas el mundo”
- La agroecología, una manera de salvarnos
- “Destrezas de vida” en la educación agrícola
- Jóvenes, universitarios y agroecologistas
- El valor de la comida que se sirve a conciencia
- Egresados de la UPR apuestan a la agricultura
- Comprometidas con la agricultura las mujeres boricuas
- Luz Celenia Caraballo, incansable caficultora
- Tostones, sopas y sandías boricuas llegan a Estados Unidos
- Subsidios e incentivos para comenzar en la agricultura
- La investigación agrícola: aprender haciendo
- Nuestra tierra: nuestro futuro