Como parte del Festival de la Palabra, la cineasta portuguesa Margarida Cardoso presentó su primer largometraje “La costa de los murmullos”, un filme homónimo a la novela de la escritora portuguesa Lídia Jorge. La película nos transporta al conflicto, durante el período de Guerra Colonial, entre la milicia portuguesa y la guerrilla, conocida como los Turras, que se desarrolló en las antiguas colonias de Angola, Guinea-Bisáu y Mozambique entre los años 1961 y 1975.
La narrativa de la cinta lírica se desarrolla a través de los ojos del personaje principal, Evita, una joven enamorada recién casada con un miembro de la fuerzas armadas en la África portuguesa, a principio de los años ‘70.
El filme enmarca al espectador, desde el inicio, en el sinsabor del genocidio silente en África por medio de “la imágen de armonía, -empero- no armonía real”, como expresó Jorge durante el conversatorio en el cuál se exhibió el filme.
A través de la secuencia de imágenes estéticas, Cardoso conquista la representación de una armonía visual que suscita angustia en el espectador debido a la violencia psicológica que se desenvuelve a lo largo del largometraje. Cardoso elabora la figura femenina desde una perspectiva victimizada y resignada a lo que acontece. Sin embargo, esta es también cómplice de la violencia sosegada, generada en su mayoría por la figura masculina.
Por otra parte, la cineasta trabaja la figura masculina como sinónimo de falsedad, una inestabilidad entre la presencia y la ausencia, como difundió el gobierno portugués durante la Guerra. Los personajes del filme poseían una característica particular en común: la apatía.
“Hay una desocupación del colonialismo, de quién es capaz de matar a quién, de la gran mentira que ha sido la guerra colonial,” instó Jorge, quien opina que la omisión y la mentira imperó durante la Guerra Ultramar.
Cardoso prepondera en la alusión a la memoria del silencio, precisamente por haber quedado extenuada ante el mundo de la guerra presentado por Lídia en su novela, pues aunque ambas vivieron los estragos de la guerra en diferentes períodos de sus vidas, ciertamente contemplan visiones equivalentes.
“Cardoso comienza con una cosa lenta, extraña y extravagante, que luego enloquece hasta el fin, por completo, mientras que yo comienzo (mi libro) con locura y risa”, refutó la novelista a uno de los espectadores. Jorge denominó el filme como una obra clásica y original con una visión anti-américana, que aunque es totalmente contraria a su marcha, en relación al estilo de presentar los sucesos, alcanza la elegancia.