Me piden que escriba sobre Tato Laviera. Del elegante Tato. Del divertido y generoso Tato Laviera. Del poeta y dramaturgo que celebró la cultura puertorriqueña, afrocaribeña y neoyorquina. Del escritor que puso los puntos sobre las íes tanto en inglés como en español; y publicó desde 1979 a 2009 La Carreta Made a U-Turn, AmeRícan, Enclave, Mainstream Ethics-Etica Corriente, Mixturao and Other Poems; y recientemente adaptó al teatro su magistral poema sobre la injusticia social “Latero Story”. En sus primeros versos, la voz poética resume su contundente mensaje:
i am a twentieth-century welfare recipient
moonlighting in the sun as a latero
a job invented by national state laws
designed to re-cycle aluminum, cans
returned to consumers’ acid laden
gastric inflammation pituitary glands
coca diet rites low cal godsons
an artificially flavored malignant
indigestions somewhere down the line
of a cancerous cell
[….]
i am a twentieth-century welfare recipient
moonlighting in the day as a latero
that is the only opportunity I have
to make it big in america
Lo conocí en el verano de 1988, cuando regamos las cenizas del dramaturgo Miguel Piñero en los solares baldíos del Lower East Side. A partir de entonces nos encontrábamos en la calle, en el Nuyorrican Poets’ Café, en las lecturas de poesía. Y como la gente de Villa Palmeras, su barrio, siempre tenía una palabra cariñosa, una sonrisa. Estar de bachata era su forma de ser.
En aquellos tiempos en Puerto Rico no se aceptaba demasiado a los nuyorricans. No sé cómo me las arreglé para que lo invitaran a leer su poesía en la Universidad de Puerto Rico. Demás está decir que se metió al público en el bolsillo. A partir de entonces adopté como emblema su “Discurso de graduación”:
i think in spanish
i write in englishi want to go back to puerto rico,
but i wonder if my kink could live
in ponce, mayagüez and carolinatengo las venas aculturadas
escribo in spanglish
abraham in españolabraham in english
tato in spanish
“taro” in english
tonto in both languageshow are you?
¿cómo estás?
i don’t know if i’m coming
or si me fui yasi me dicen barranquitas, yo reply,
“¿con qué se come eso?”
si me dicen caviar, i digo,
“a new pair of converse sneakers.”
ahí supe que estoy jodío
ahí supe que estamos jodíosenglish or spanish
spanish or english
spanenglish
now, dig this:
hablo lo inglés matao
hablo lo español matao
no sé leer ninguno bienso it is, spanglish to matao
what i digo
¡ay, virgen, yo no sé hablar!
Viajaba a dar talleres de poesía por todos los Estados Unidos. Y solíamos hablar por teléfono. Me contó de su diabetes, de su ceguera, de la diálisis. A menudo hablábamos mientras estaba enchufado a la máquina que le limpiaba la sangre. Nos reíamos aunque lo estuviera pasando mal. Cuando me pidieron un libro sobre el drama de la emigración puertorriqueña La carreta, acepté para poder escribir de Tato y de su poemario La Carreta Made a U Turn donde, frente a la romántica idea de la vuelta a la tierra, el poeta nos propone la aceptación y celebración de la vida en Nueva York: el “Nuevo rumbón”.
En una de nuestras conversaciones salió a relucir que nacimos en el mismo hospital de la Avenida Ashford, y que tanto su padre como el mío eran nacionalistas y escondían armas en la casa. Mi padre, el blanquito de Caparra y el suyo, el negrito de Santurce, querían conseguir la independencia del país. A los nueve años lo mandaron a Nueva York.
Aquí lo recibió su tía Haidé quien, al bajar de las escaleras del avión tras seis horas de vuelo, le dijo: “No te metas con los prietos, negrito”. En “negrito” de su poemario AmeRícan (I am a Rican) por (I am a Puerto Rican), describe el encuentro:
…el negrito
vino a nueva york
vio milagros
en sus ojos
su tía le pidió
un abrazo y le dijo:
“no te juntes con
los prietos, negrito”
el negrito se rascó los piojos
y le dijo:
“pero titi, pero titi,
los prietos son negritos […]
el negrito
se miró sus manos
y le dijo:
“pero titi, pero titi,
así no es puerto rico”.
su tía le pidió un besito
y le dijo:
“Si los cocolos te molestan,
corres; si te agarran, baila…
En una de nuestras últimas conversaciones lo llamé desde Piñones, tierra de población negra y libre como él. No recuerdo si estaba enchufado a la máquina de diálisis, pero sí que se conmovió muchísimo porque lo llamaba de esa tierra que solía visitar los domingos con su padre y a la que le dedicó en 1979 la obra teatral aún inédita “Piñones”.
La vida de Tato Laviera fue un intento por compaginar de forma armónica la cultura de Puerto Rico, con la de las calles del Lower East Side de Nueva York. Y lo logró con creces. Su muerte deja un vacío parecido al que dejó el otro gran poeta nuyorrican, Pedro Pietri. Un hueco que va a ser difícil de llenar.
Su alegría, su elegancia, su sabiduría van a ser irreemplazables. En el Calvin College, señaló dos puntos fundamentales para leer poesía: (1) cada palabra es un universo (2) es importante su pronunciación. Explicó: “Tienes que decirla correctamente. Al pronunciarla bien, la sientes. Al extender su sonido, el poema se hace más fuerte. Al danzarla, los versos cobran vida […] el poema se hace tuyo y lo vives” (Jamie Martínez Wood, Latino Writers and Journalists. New York: Facts on File, 2007, p. 131).
Por muchos meses estuvo en coma en el Mount Sinai Hospital. Y esperó hasta el Día de los Santos para partir. Murió en la víspera del 2 de noviembre. Nueva York está de luto. El Día de los Muertos se ha extendido en su nombre. Tato nos hace falta a todos y solo sus versos, las palabras a las que dio vida, nos pueden consolar.
Texto originalmente publicado en 80 grados.