“…Mónica, pica que pica
Pica que pica, pica que pica
No pueden con la boricua…”,
Coro que cantaba la multitud afuera del aeropuerto antes de que llegara Mónica. 20 de agosto de 2016, Carolina, Puerto Rico.
Mónica, ella solita es la crónica. Difícil entonces se torna narrarla, más cuando ya hay millones en una nación que se viven su historia.
En momentos en los que ser puertorriqueño se defiende en muchos espacios ante los ojos del mundo, la nueva gran embajadora del deporte boricua volvió condecorada a la tierra que la vio nacer.
A eso de las cinco menos cuarto de la tarde del sábado, con un resplandeciente metal colgando del cuello, Mónica Puig se bajó del pájaro de acero que la trajo a Puerto Rico. Venía de la Florida, también su casa, y acompañada por su familia inmediata. Y aunque el oro de la medalla que ganó en Río de Janeiro brillaba un montón, era la sonrisa que dominaba su rostro la que se quedó con el canto, la que le decía al mundo algo que intentó poner en palabras.
“Esta medalla es para ti Puerto Rico. Muchísimas gracias”, le dijo de entrada Mónica a su país tras una introducción llena de gozo de parte del saliente gobernador del archipiélago borincano, el estadolibrista Alejandro García Padilla, quien resaltó que la palabra “gracias no es suficiente” para describir lo que el país siente por la gestión de la atleta.
Entonces, como si estuviese frente a la máquina que zumba las bolas de tenis en las prácticas, Mónica comenzó a responder preguntas a diestra y siniestra. Lució igual de hábil en esta gestión que en la cancha de Río ’16, donde despachó sin pudor a cuánta competidora le pusieron de frente.
Los primeros servicios devueltos fueron sobre las fallidas actuaciones de sus colegas olímpicos Jaime Espinal y Javier Culson: “Ellos son muy grandes para Puerto Rico también. Les envío muchas vibras positivas a Javier, es un campeón, es una inspiración para la isla, Jaime también. Los admiro mucho, son muy buenos amigos míos”.
Es que la medallista de oro del tenis femenino de los Juegos Olímpicos, la que derrotó en la final a la alemana Angelique Kerber a pesar de que supuestos expertos decían que no pasaba de segunda ronda, la que sacudió el deporte femenino puertorriqueño, llegó irradiando más energía melaza de triunfante saiyán, que Goku en la serie de caricaturas de animé japonés Dragon Ball Z.
Vino ‘ready’, genuinamente orgullosa de lo que hizo, se le notaba, consciente de la responsabilidad que le toca ahora y dando cara a cualquier cuestionamiento. Es que Moniquita, aquella muchachita fenómeno que en Mayagüez 2010 conquistó el oro y el corazón de los puertorriqueños con su juvenil fluidez, ahora es Monicota, la que repartió fuete en Río, la que Prensa Asociada escogió como la Atleta Revelación de las Olimpiadas, la única persona en ganar una medalla de oro olímpica por Puerto Rico.
‘Cucha, Mónica, que le diste fin a la dinastía europea en el tenis de las Olimpiadas, que qué tú crees de eso, le preguntó una periodista, aunque no de esa forma.
“Creo que allí todo el mundo se enteró de dónde queda Puerto Rico”, respondió, provocando un aplauso de los presentes en el Salón de los Gobernadores, en el aeropuerto carolinense que lleva el nombre del inventor del Estado Libre Asociado.
‘Cucha, Mónica, que lo que has hecho es algo grande, porque el país se está cayendo en cantos, le preguntó otro periodista, claro está, de forma más refinada.
“Yo sé que Puerto Rico siempre aprovecha los Juegos Olímpicos y todos miran hacia los atletas para que den [al pueblo] muchas buenas noticias, es un orgullo. Yo sabía que tenía que ganar una medalla para Puerto Rico. Para mí, esto es muy especial”, dijo.
‘Cucha, Mónica, que ahora tienes un sitial importante en el deporte puertorriqueño y que le has dado un gran un impulso al deporte femenino del país, que qué tú piensas de eso, le preguntó entonces Diálogo.
“Todavía me cuesta trabajo entender lo que pasó. Todavía miro mi mesita de noche para ver la medalla y me digo: ‘Dios mío, no fue un sueño’. Y, pues, para el deporte femenino de Puerto Rico esto es muy importante, ayuda a demostrar que una mujer puede competir a muy alto calibre, y las fuerzas que nosotros tenemos para alcanzar nuestras grandes metas”, explicó.
Y así por el estilo, Mónica le contestó a la prensa muchas otras preguntas, en especial esas que iban por la línea clásica línea del “¿qué sentiste cuando…?” y las que recordaban el papelón de Gigi Fernández en Twitter. El martes, Mónica tendrá una oportunidad de ver más de cerca a su pueblo puertorriqueño, pues le preparan tremendo homenaje para ese día en el ‘Choliseo’ José Miguel Agrelot, en Hato Rey. Y esto es excelente, pues las cientos de personas que allí llegaron no tuvieron mucho contacto cercano con ella.
Tras concluir la rueda de prensa, la sacaron por un costado del salón, pero no tuvo oportunidad de compartir mucho con el público. Unos niños le dieron unos regalos, y firmó uno que otro autografito, pero no hubo mucho más. Y mira que había gente, no como cuando Tito Trinidad regresó después de prender a Oscar de la Hoya o cuando regresó a casa la líder nacionalista Lolita Lebrón, pero hubo gente. Vinieron desde tan cerca como Bayamón y desde tan lejos como Yauco y Las Marías.
Eso sí, pasó algo que pocas veces se ve. Al verla, la multitud comenzó a cantar La Borinqueña, y aunque fue con la letra de Manuel Fernández Juncos y no la patriótica, esto aquí no se ve todos los días.
Vale señalar que también el protocolo de seguridad fue un tanto pesado, considerando que quien regresaba a casa era alguien que le ha dado alegrías a una colonia en un crítico momento donde hasta la autodeterminación de su pueblo anda en peligro por decisiones tomadas por sus colonizadores. O sea, no venía alguien peligroso, como supondría la gran presencia de Policía estatal que allí había o la docena de efectivos de seguridad de la compañía de Charlie Castro.
Quizás se hizo eso para controlar el embate mediático de una prensa ensimismada, que sus razones tiene ante la coyuntura histórica, pero que siguió a Mónica hasta el hotel donde se quedaría. Ahora, que se sepa que ya el impacto global de Mónica es incontrolable.
El gobierno debería dar el martes libre y que las mismas guaguas que en otras ocasiones los municipios han enviado a respaldar protestas religiosas y mítines políticos partidistas se llenen de chamaquitas y chamaquitos en ruta al ‘Choli’. Es lo menos que pudieran hacer, más tras el protagonismo histórico del gobierno insular en la crisis fiscal que exprime al pueblo. Vamos, que Mónica no puede hacerlo todo.
Mira la rueda de prensa tras la llegada de Mónica Puig: