Aunque, desde su niñez participó en las tradicionales misas de aguinaldo y rosarios cantados- actividades religiosas donde tuvo su primer encuentro con la trova-, Andrés Jiménez, uno de los más grandes exponentes de la música autóctona puertorriqueña, nunca consideró dedicarse a la música, según confesó en una entrevista exclusiva con Diálogo.
“En este mismo lugar, en estas mismas calles, empecé a ver cómo se daba la lucha estudiantil y escuché por primera vez al Topo y a Roy Brown cantar en los pasillos de la Universidad y me contagié”, declaró el intérprete de “¡Coño despierta boricua!”, mientras conversaba con Diálogo sentado en un banco de la plaza Antonia Martínez Lagares del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Contó que a través de la música se hizo parte de movimientos estudiantiles, en y fuera de Puerto Rico, de la lucha por la independencia de la Isla, y participó de las huelgas y momentos cruciales que marcaron la historia de la UPR. Sin embargo, confesó que “en esa época había una serie de formas musicales que pertenecían al modernismo y cantar música típica era cosa de jíbaros del campo, que en ese entonces era algo peyorativo”.
A pesar de esto, Jiménez afirma que para la gente que se siente orgullosa de ser puertorriqueña, ser jíbaro hoy día es un elogio y no un insulto como se consideraba antes. Además, la música típica ocupa un espacio mayor en los eventos artísticos del país y en el corazón de la gente.
“Yo parezco un jíbaro de lejos y de cerca lo soy”, dijo el reconocido trovador y luego soltó una sonrisa. El intérprete de música campesina es fruto de una humilde familia de agricultores oriundos del barrio Gato en Orocovis. Fue allí donde nació y se crió en medio de la escasez y la pobreza.
Durante la entrevista con Diálogo, el trovador recitó el soneto de Manuel Alonso Pizarro que le ayudó a definirse y aceptar su raíz jíbara.
“Color moreno, frente despejada
mirar lánguido, altivo y penetrante
la barba negra, pálido el semblante
rostro enjuto, nariz proporcionada
mediana talla, marcha acompasada;
el alma de ilusiones anhelante,
agudo ingenio, libre y arrogante,
pensar inquieto, mente acalorada,
humano, afable, justo, dadivoso,
en empresas de amor siempre variable,
tras la gloria y el placer siempre afanoso,
y en amor a su patria insuperable:
este es a no dudarlo, fiel diseño
para copiar un buen puertorriqueño”.
Así, como Alonso describe al jíbaro puertorriqueño, así mismo se siente Andrés Jiménez. Su voz fuerte, sus facciones rústicas y caminar acompasado hicieron que sus compañeros lo apodaran “el Jíbaro”. “Cuando yo leí el soneto de “El Gíbaro” de Manuel Alonso dije: “sí, que chévere, somos bien grandes, somos especiales los jíbaros.[…] Yo asumí con mucha dignidad que era importante que las personas entendieran que ser jíbaro no era nada malo”, explicó Jiménez.
El Jíbaro presentará su nueva grabación: La poesía de Luis Llorens Torres, en el concierto “Jíbaro Si”, en el Centro de Bellas Artes de Caguas el próximo 27 de diciembre. En esta producción, Jiménez recopila once de los poemas más conocidos del poeta y activista puertorriqueño, que le ha servido de inspiración.
El cantante indicó que su relación con la poesía de Llorens comenzó cuando luego de servir en la Guerra de Vietnam, comenzó a estudiar en el recinto riopedrense.
“Roy Brown cantaba Monón, Noel Hernández cantaba Guerrilleros y yo cantaba una décima de Llorens”, dijo Jiménez quien fue estudiante de la facultad de Ciencias Sociales. Allí se unió a personas que a través de su música exponían las ideas y voces de los movimientos estudiantiles en contra del Reserve Officers’ Training Corps (ROTC), de la guerra y del servicio militar obligatorio.
Pero según el trovador, “la Universidad ya no tiene la mística que tenía” cuando él estudiaba. Explicó que los estudiantes vienen a estudiar para luego poder trabajar y no necesariamente para aprender.
“Las ideas más avanzadas se supone que están aquí en la Universidad. Los hombres y mujeres que estudian en esta Universidad se supone que son los que van a darle dirección no solamente en términos de desarrollo económico sino en términos filosóficos”, aseguró. Aún así tiene la esperanza de que los estudiantes establezcan la pauta y que lancen sus luchas para que también la sociedad en su conjunto los pueda seguir.