En el 2010, el Buró Censal de los Estados Unidos registró 726,334 personas con impedimentos en Puerto Rico. Hoy día, no hay estadísticas claras sobre esta población. Lo que sí sabemos es que sus necesidades se han recrudecido con el tiempo y por tanto, ha crecido la demanda de profesionales que les brinden atención.
Precisamente, los Consejeros en Rehabilitación son parte de ese grupo de expertos que trabaja para desdibujar las barreras de desigualdad que se alzan entre la comunidad con discapacidad y la sociedad en general. Su trabajo, explicó la doctora Lesley Irizarry Fonseca, consiste en buscar la integración de la persona con impedimentos en la comunidad, fomentar el desarrollo de sus destrezas profesionales, ayudarle a tener una vida independiente y fortalecer su salud emocional.
“Esto se hace dentro de un enfoque de la consejería. Trabajamos con distintas técnicas, sea evaluación, consejería de carrera, recomendaciones de acomodo razonable, evaluaciones del ambiente. Todo va hacia la misma finalidad, que es la calidad de vida e integración de la persona con diversidad funcional. Trabajamos con todo tipo de personas con impedimentos, sea físico, sea mental, cognitivo o social. Eso es Consejería en Rehabilitación”, resaltó Irizarry Fonseca, quien es profesora en la Escuela de Consejería en Rehabilitación (CORE) del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPRRP).
A modo de ejemplo, la profesora explicó que los Consejeros en Rehabilitación pueden evaluar y ofrecer recomendaciones a patrones, instituciones educativas y gubernamentales sobre cómo acondicionar sus instalaciones para recibir a un individuo con discapacidad. También trabajan el componente actitudinal de las personas que no tienen impedimentos, orientándolos sobre cómo interactuar correctamente en los distintos espacios sociales con una persona que presente alguna discapacidad. Además, este profesional de la salud ofrece consejería durante el proceso de aceptación de un impedimento y delinea planes vocacionales para esta población de acuerdo a las necesidades de cada individuo.
De acuerdo con el Buró de Estadísticas Laborales de los Estados Unidos, se prevé que esta profesión crezca en un 9% para el 2024. En Puerto Rico, según la misma fuente y confirmado por la doctora Irizarry Fonseca y el profesor Robinson Vázquez Ramos, la media de salario para los Consejeros en Rehabilitación fluctúa entre los $2,000 hasta los $4,000 mensuales. Empero, esto dependerá del espacio laboral, ubicación geográfica y la población que atiende
Recinto de Río Piedras, epicentro de los consejeros en rehabilitación
Para ejercer esta profesión en Puerto Rico, se debe estar colegiado y estar en cumplimiento con la debida reglamentación legal.
En el país, la Consejería en Rehabilitación se ofrece solo a nivel de maestría. Es en Estados Unidos donde existen programas doctorales. Las instituciones académicas que ofrecen un programa en esta área de las ciencias sociales son la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, la Universidad Central de Bayamón y la UPRRP.
Para Vázquez Ramos, el Recinto de Río Piedras es la matriz de esta profesión en la isla. El programa comenzó en el 1972 y su aportación en el plano educativo, de investigación y de capital humano ha sido significativa.
El currículo de la UPRRP, continuó el catedrático, supone una preparación holística de manera que el graduando termine con mejores destrezas. Es por tal razón que incluye componentes educativos sobre aspectos médicos, consejería de carrera y de investigación.
En CORE también se gestan varias investigaciones. Una de ellas, por ejemplo, se relaciona al derecho que tienen las personas con impedimentos de solicitar acomodo razonable en sus espacios de trabajo y educativos.
“Es una investigación que va a explorar las necesidades de acomodo razonable tanto para estudiantes como para patronos. ¿Por qué? Porque sabemos que hay mucha dificultad con entender qué es ese proceso de ‘acomodo razonable’. Esto no es un beneficio, es proveer la oportunidad de que la persona tenga igualdad de condiciones. Es un derecho”, comentó Irizarry Fonseca.
Asimismo, en CORE los profesores y estudiantes trabajan en la evaluación de los servicios de transición a estudiantes con impedimentos, como parte de una solicitud que le hiciera la Administración de Rehabilitación Vocacional. Los servicios de transición, destacó la doctora, se ofrecen a estudiantes de educación especial para que una vez terminen su paso por la escuela, puedan integrarse a estudios universitarios o a la fuerza laboral.
Mientras, en busca de impactar a la comunidad y ofrecer espacios de práctica a sus estudiantes, la Escuela de Consejería en Rehabilitación ha desarrollado un proyecto de colaboración con la Asociación Americana del Cáncer y la Young Women’s Christian Association. Sus alumnos ofrecerán consejería de carrera a mujeres que tienen dificultad para acceder a este tipo de servicios. La iniciativa es parte de un curso introductorio de Consejería de Carrera y otro de Colocación en el Empleo.
La población con discapacidad en Puerto Rico y el futuro que queremos
Para atender las necesidades de la población con impedimentos en Puerto Rico, sostuvo Vázquez Ramos, necesitamos en primer lugar evidenciar la prevalencia de esta comunidad, “porque todas las estadísticas están desiguales”.
El experto detalló que es imperativo crear un sistema unificado entre las diferentes agencias que sirven a las personas con discapacidad para recopilar información y generar perfiles exactos y aproximados de cada individuo y garantizar la calidad de los servicios que se le ofrecen.
En Puerto Rico, añadió el consejero en rehabilitación, necesitamos desarrollar un sistema local para subsanar los contratiempos de este grupo social que responda a nuestra realidad cultural, política y económica. Esto a razón de que la mayoría de los programas que se toman como referencia para gestar las iniciativas de la isla son de Estados Unidos, Europa y, en última instancia, Latinoamérica. Para esto, será necesario que los distintos sectores y profesionales que tienen inherencia en la atención de los ciudadanos con diversidad funcional se unan en un esfuerzo coordinado para esbozar las estrategias que se deben seguir, acentuó el catedrático.
Ambos profesores concurren en que en el país hay muchas leyes e iniciativas “muertas”; proyectos que se han presentado como una solución a varios de los problemas que enfrentan los ciudadanos con impedimentos, pero que nunca se han llevado a cabo.
Por su parte, además de los esfuerzos que ya se han desarrollado en CORE, la Escuela busca para el próximo año crear un doctorado con la intención de elevar el conocimiento de esta profesión en Puerto Rico y continuar luchando a favor de la población de personas con impedimentos.