La organización de un evento internacional como la Copa Mundial de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) implica un reordenamiento urbano en las ciudades del país en cuestión, pero más aún si dos años después de dicha celebración se acoge en el mismo lugar a otro evento de gran resonancia deportiva, como los Juegos Olímpicos.
Así se encuentra Brasil, actual sede del Mundial de Fútbol y que también lo será de las Olimpiadas 2016, eventos de gran magnitud que comprometen al país a prepararse y a tomar medidas para dar “una buena imagen al mundo”.
Pero cuando se trató de tomar acción, embellecer y poner en condiciones óptimas a las ciudades que hoy acogen la Copa del Mundo, se tomaron medidas que en vez de ayudar al crecimiento económico y social del país, tal vez perjudicaron y atrasaron el progreso moral de la nación.
Según informaciones en distintos medios de comunicación, portales y foros de Brasil, unas 70 mil personas fueron desalojadas en la ciudad de São Paulo, de un total de 250 mil en todo el país, con motivo de la construcción y remodelación de los estadios y cascos urbanos de cara al torneo internacional.
Han sido fuertes los encontronazos entre la ciudadanía y las autoridades, pero tal parece que lo que sucedió en el país sudamericano es un presagio de lo que ocurrirá en los próximos dos años para la celebración de las Olimpiadas.
Y es que en la capital Río de Janeiro, se planean demoler cerca de 3 mil casas de las favelas antes de las Olimpiadas, tal como se hizo con la favela Metro Mangueira, en donde se les fueron arrebatadas las viviendas a unas 400 familias.
Según la Red Interagencial de Informaciones de Salud de Brasil, los asentamientos irregulares representan más del 70% del área urbana del país, y existe un déficit habitacional para cerca de 7 millones de personas.
Foto suministrada: El Nacional