Durante, al menos, los últimos 50 años las políticas neoliberales han cobrado más fuerza. Las libertades concedidas al mercado, la desregulación y el empeño en el llamado desarrollo medido por el crecimiento económico, han dominado nuestros imaginarios.
Esta gama de decisiones ha traído consecuencias. Los países, de manera continua, han decidido endeudarse para poder sostener el crecimiento sin límite y ambas cosas, en su conjunto, se han reflejado en grandes externalidades que, a fin de cuentas, nos afectan a todos pero de manera desigual. La balanza siempre se inclina en contra de aquellos con mayor vulnerabilidad y menos poder. Ante esta crisis surgen nuevos paradigmas alternativos. Movimientos sociales emergen como alternativas a las llamadas opciones de crecimiento y desarrollo. Muchos de ellos se identifican explícitamente, o por sus acciones, con el decrecimiento.
El concepto de decrecimiento, en síntesis, puede ser considerado como una crítica a las nociones económicas dominantes en el capitalismo, comenzando con el “crecimiento” propio. Este último está estrechamente vinculado, a su vez, al entendimiento sobre el desarrollo y el progreso. Si no hay crecimiento, no hay desarrollo ni progreso, ese es básicamente el discurso. En cambio, el decrecimiento es un reclamo por la liberación del lenguaje económico. Este concepto trae como paradigma replantearnos la ruta deseada y propone sociedades en las que se consuma menos y se utilicen los recursos de manera justa y equitativa.
El caso de Puerto Rico no ha sido la excepción y se ha sumado a la larga lista de países que se endeudan y caen en crisis, pues no poseen los recursos monetarios que exige el mercado para continuar en el juego de la especulación. Tampoco nuestro país esta exento de los movimientos sociales que emergen como crítica al consumo desmedido, y en nuestra universidad pública —la Universidad de Puerto Rico (UPR)— encontramos el Huerto Semilla.
El grupo Agricultura Universitaria por una Urbe Fértil es un colectivo de estudiantes encargado del Huerto Semilla en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (Colectivo AUUF). El mismo surgió durante la Huelga del 2010, denominada la “huelga creativa”. Entre los supuestos que envolvió dicha creatividad, un grupo de personas movilizaron una especie de campamento frente de la Torre, el ‘Huerto Huelga’. Sus miembros hacen referencia a este momento como la primera semilla del ‘Huerto Semilla’, en ese momento también se crearon ‘Huerto Bambú’ y ‘Huerto Resi’.
Luego de culminada la huelga, la administración universitaria ordenó el desmantelamiento del Huerto Huelga. Dicha acción provocó la movilización del grupo hasta lograr un diálogo con la administración y generar un acuerdo para reubicar lo que se pudo salvar del huerto en otro lugar. La caída de los otros huertos llevó al colectivo a una pausa por un año, pero a finales del 2015 renació Huerto Semilla. En este lugar actualmente se realizan, además de la siembra y mantenimiento del huerto, actividades educativas en relación con la agricultura ecológica y la soberanía alimentaria.
Dentro de los objetivos planteados por el colectivo, se reconocen la necesidad de aprender y recordar cómo cultivar la tierra de forma armoniosa y sustentable. Su visión a largo plazo es lograr involucrar a más jóvenes en la agricultura, verlos “cultivando y cosechando la tierra con todo el respeto y amor que merece”, declaró por escrito Odette González Santiago, portavoz del Colectivo AUUF. Su visión del huerto es un espacio para vincular la teoría y su aplicación a través de un laboratorio vivo y auto-gestionado. La justificación de su movimiento es la urgencia de que se cumpla la función social de la Universidad “promover el crecimiento científico e intelectual de los individuos, mediante la adquisición e intercambio de conocimientos que provoquen plantear y construir nuevas realidades político-económicas y sociales para el mejoramiento de nuestra sociedad”, según informó González.
El colectivo siente que su función principal es provocar un espacio en la comunidad para la acción y reflexión sobre las políticas agrarias actuales y sobre la necesidad de la producción local de los alimentos. El fin, en ese sentido, es “crear ciudadanos conscientes sobre la urgencia de políticas de desarrollo urbano ecológicamente sustentables, que viabilicen una mejor calidad de vida de los individuos en su ambiente”, según la portavoz del Colectivo AUUF. Ven en la universidad y en el huerto el núcleo para visibilizar y practicar un marco alternativo de país.
“Vivimos al borde de un caos alimentario invisible ante los ojos del día a día. Estamos tan acostumbrados a que los barcos lleguen que no creemos posible que dejen de llegar. No podemos ni debemos esperar a que los barcos dejen de llegar para tomar acción, debemos como País ser proactivos y dejar de ser reaccionarios ante los problemas”, indicó la portavoz del Colectivo AUUF.
Su actuar en el huerto pretende ser un espacio para la autogestión ciudadana tomando como norte la agroecología. Ven la agroecología como el modelo de agricultura que promueve la salud de la tierra, al evitar el uso de químicos, utilizar composta y otros fijadores de nitrógeno. También hacen mención a la salud física por la inmensa cantidad de ejercicios que conlleva el talar y sembrar. Pero, además de la salud de la tierra, el huerto es un espacio que se vincula a su salud mental.
“No importa lo que esté pasando a nuestro alrededor, en el huerto siempre habrá sonrisas, abrazos, oídos. Es un espacio en el que se encuentra una armonía especial. Pero, aunque es un espacio armonioso, es un espacio político y de lucha también. Eso no lo perdemos de perspectiva, lo hacemos porque urge y porque nuestra propuesta de una agricultura ecológica es necesaria para salir de nuestras diferentes crisis, no solo de la alimentaria”, aseguró la portavoz de AUUF.
Crítica al estilo de vida consumista
Al analizar los movimientos alternativos ante las crisis económicas generadas por el neoliberalismo capitalista, no podemos perder de perspectiva el concepto del decrecimiento. Las alternativas que ofrece el decrecimiento son imaginarios esencialmente opuestos al capitalismo. Estos buscan la disminución de los supuestos capitalistas, como la propiedad y el dinero, entre otros. Mientras que las alternativas propuestas se basan en valores y lógicas diversas que interpretan el decrecimiento como una transición del capitalismo. En ese sentido se busca lo común a través de una convivencia simplificada, entiéndase vivir con menos, pero de manera justa con los demás y con el ambiente.
En el caso de Huerto Semilla, muestran la necesidad de alternativas colectivas para una mejor calidad de vida. Este proceso es evidenciado en su llamado a provocar un espacio en la comunidad para la acción y reflexión sobre las políticas agrarias y la necesidad de la producción local. Además, la necesidad de cultivar la tierra “de forma armoniosa y sustentable”. El colectivo, entonces, describe la práctica de la agroecología como una alternativa para generar un país “justo, libre y saludable”. El huerto se convierte, entonces, en un espacio de irrupción que logra atender y visibilizar la problemática de la crisis alimentaria, pero al mismo tiempo los asuntos de cambio climático, crisis económica, enfermedades crónico-degenerativas, la marginación de la mujer y otros sectores; la desigualdad social y el control del mercado.
Este espacio también le representa el derecho a la tierra. Consideran el huerto como “un salón de clases autogestionado”. Representa autogestión y auto gobernanza, que se vincula estrechamente con “la ética en la producción y el consumo responsable”. Entre sus miembros se tiene una conciencia sobre las consecuencias de las visiones de desarrollo. “El huerto es una propuesta viva que visibiliza las necesidades, nos sensibiliza y ofrece soluciones que nos nutren en todos los sentidos”, sostuvieron los miembros del Colectivo AUUF a través de su portavoz.
Elementos de ‘custodia’ compartida
El proceso de toma de decisiones en el Huerto Semilla es colectivo y de manera informada, sus decisiones no deben ser a la ligera. Por ello, consideran que es un proceso rico de donde surge el debate de ideas que se alimentan entre sí para obtener lo que todas y todos desean. Para que se dé este proceso han establecido reuniones semanales. Se componen organizacionalmente en diversos comités de trabajo, composta, brigadas de limpieza, siembra, educación, comunicaciones, diseño y presupuesto.
Cada comité tiene sus coordinadores y estos, a su vez, se reúnen según la necesidad. También se dan reuniones mensuales del colectivo. Más allá de asambleas y plenos lo denominan “el encuentro de todos juntos”. Por tanto, se da una articulación de los comunes, o sea los recursos naturales, culturales y comunitarios se gestionan de manera colectiva. En ese sentido se le reconoce un poder decisivo en procesos a los que tradicionalmente son excluidos. Esta manera de ‘custodia compartida’ alienta la confianza y el sentido de responsabilidad hacia el colectivo.
Finalidad de transformar la sociedad directamente
Se hace evidente el interés por transformar el panorama social. Su proyecto, Huerto Semilla, se entiende, según las declaraciones ofrecidas por García, como una labor en búsqueda de “una vida digna, justa y de calidad” claramente opuesta a la visión de desarrollo económico que suele perseguirse dentro del capitalismo. Argumentan que esta última ha encaminado, no solo la crisis económica, sino que a una crisis que, a su vez, es social y política. Como colectivo entienden que les “toca caminar distinto” y que mediante su propuesta en el huerto se visibilizan necesidades y ofrecen soluciones a estos problemas.
A su vez, este movimiento alternativo busca llenar los vacíos, los que han dejado la Universidad y el estado en segundo plano. Asumen la responsabilidad por el interés general. Y, como se observa, tienen un discurso y acción clara sobre la vulnerabilidad de los sectores marginados. Mediante sus prácticas pretenden traer a la atención la problemática para así transformarla. En ese sentido concuerdan con el concepto de resiliencia social, una manera para transformar la vulnerabilidad social; no sólo resiliencia como adaptación, pero a su vez como cuestión política, entendida como lucha para promover la transformación.
Articulación de acciones colectivas a escala múltiple
Su mirada hacia el futuro es ser un centro de promoción de la agroecología para ofrecer talleres y conversatorios al público en general. De esta manera esperan involucrarse más allá de la comunidad universitaria, como una organización de puertas abiertas y donde todo el que desee está invitado a participar.
Además, han logrado establecer redes con otros movimientos sociales. De hecho, en estos momentos dirigen sus esfuerzos para apoyar con su cosecha otras organizaciones solidarias como Comedores Sociales. Como colectivo se sienten responsables de atender el problema, en primer lugar, de su comunidad directa, la Universidad y que esto a su vez se traduzca en beneficio para la comunidad cercana: Río Piedras.
Entre sus objetivos futuros lo está el poder vincularse con otros grupos una vez hayan fortalecido su propio colectivo. Y, de hecho, ya lo están haciendo a través de su inserción a los proyectos de protestas locales contra las prácticas por la empresa de transgénicos, Monsanto. Concretamente han coordinado, recientemente, una serie de talleres sobre la agroecología, y se han hecho partícipe de otras charlas y actividades, como la marcha contra los transgénicos celebrada durante el mes de mayo en el 2016 y su reciente participación como comité en la huelga universitaria del año en curso. Además, han extendido sus gestiones para cooperar con otros huertos en el área metropolitana, como por ejemplo en la Plaza Vivero de la Brigada Puerta de Tierra, en donde han colaborado con mano de obra y sus conocimientos agroecológicos.
Reconocen lo limitado de su espacio y su recurso humano como un reto, pero sienten esperanzas en abarcar más en las redes de solidaridad. En el contexto global les queda camino por recorrer, aunque aclaran que no están desconectados de lo que está ocurriendo en el mundo con los movimientos de las diferentes organizaciones internacionales como La Vía Campesina, la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo, el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra, entre otras. Una vez logren fortalecerse a nivel local esperan poder establecer contacto a nivel internacional. Además de establecer estas conexiones se plantean la idea de trabajar una voz más activa en términos políticos.
“Somos una organización política, hacemos esto porque creemos que es la forma de hacer agricultura, creemos que es la mejor forma para organizarnos, nos falta poder convertir nuestra acción en discurso político e insertarnos más en el movimiento agroecológico para proponer política pública que favorezca el trabajo campesino, la soberanía alimentaria, y la agroecología”, resaltó la portavoz del Colectivo AUUF.
Su llamado a reducir la exclusión social y ofrecer oportunidades para la confraternización, el debate y el compartir de información ya son en sí mismos un logro, puesto que rompen con el patrón establecido. Contribuyen a aumentar la conciencia social, ambiental y política y, por ende, se puede catalogar como movimiento alternativo ante la crisis.
Es importante que se continúe la investigación académica en miras de entender la diversidad de las prácticas alternativas. Pero más importante aún es apoyarles y reconocer su labor, con el fin de lograr su estabilidad e integración en la red de solidaridad. Esto permitirá crear una estructura de conexión y cohesión social que asegurará su existencia antes, durante y luego de la ‘crisis’ económica que atravesamos. Y, por lo tanto, que sus esfuerzos se traduzcan a una transformación del País.