En 2009, una ola verde que se preguntaba “¿dónde está mi voto?” recorrió Irán. Los resultados de los recién celebrados comicios presidenciales le otorgaban la victoria al más oficialista de los candidatos oficiales, Mahmud Ahmadineyad. En las calles, miles de personas se quejaban de manipulación y por unos días perdían el miedo a decir públicamente que su papeleta había sido para Mir Hosein Musaví, el menos oficialista de los candidatos oficiales.
La chispa prendió entre una generación que ha crecido sin creer en las urnas, que no luchó contra ningún sha ni tampoco vio frustrados sus deseos de libertad por la Revolución Islámica, porque la Revolución Islámica estuvo ahí durante la mayor parte de su vida. “Cada voto que no se emite es un voto para Ahmadineyad”, rezaba uno de los eslóganes que llevó a muchos a los colegios electorales.
La represión fue brutal. Pero el fuego no se ha apagado del todo. Las protestas en el mundo árabe despiertan ahora la esperanza de que también aquí- en el país que sirve de ejemplo de lo mal que pueden acabar las batallas perdidas- estalle la revuelta que de una vez se decante a favor de quienes piden derechos civiles.
The Green Wave, un documental del director iraní Ali Samadi Ahadi, acaba de estrenarse en Europa e invita a un paseo por el Teherán en pleno estado de excepción de hace año y medio, y por el oscuro color que siguió al verde. Con Samadi Ahadi conversamos.
P. ¿Qué pasó en Irán en 2009?
R. Algo completamente nuevo. El sistema iraní se sustenta principalmente en dos pilares: el control de la información y el uso de la violencia. En 2009, la gente de repente se dio cuenta de no sólo podía consumir noticias, sino también generarlas, tomar las riendas de su propio destino. Las autoridades perdieron entonces el control sobre la información, así que sólo les quedaba la violencia. Cuando la violencia pura se apoderó de las calles, el sistema empezó a tambalearse, y todavía hoy se tambalea.
P. Pero aún así, la Revolución Verde fracasó, ¿por qué?
R. Creo que no funcionó porque la gente no estaba poniendo el sistema en cuestión. Preguntaba por su voto, no por la legitimidad de quienes dominan el poder. Ahora, un año y medio después, sí que se habla en Irán de cambiar el sistema.
P. ¿Y eso por influencia de Túnez, Egipto y Libia?
R. En parte tiene que ver con lo que está pasando en el mundo árabe, pero también con el mismo Irán, porque la gente se ha dado cuenta de que el sistema no acepta modificaciones parciales, de que sólo reformarlo es imposible.
P. ¿Qué está pasando en Irán en 2011?
R. Durante el mes de febrero han tenido lugar ya varias manifestaciones, los líderes de la oposición están en situación de arresto domiciliario, vigilados y sin posibilidad de comunicarse con el exterior, y la represión continua.
P. ¿Quiere eso decir que se encrespa una nueva ola?
R. Desde luego, las protestas en el mundo árabe no van a pasar sin consecuencias para Irán. Y tarde o temprano, el régimen se verá obligado a escuchar a su pueblo. Pero la clave reside en el ejército. En Túnez y en Egipto, los militares se han mantenido al margen y gracias a eso los ciudadanos han podido imponerse. En Irán algo así no está sucediendo de momento.
P. Pero en su documental se hace referencia a un miembro del Basij, la temida unidad paramilitar de la Guardia Revolucionaria Islámica, que expresa graves dudas acerca del procedimiento de la milicia, de la moralidad de asesinar a pacíficos ciudadanos sólo porque salen a manifestarse…
R. Sí. Incluso los miembros del Basij tienen su conciencia. Y tal vez ahora, viendo lo que sucede en Túnez, en Egipto, les venga a la mente que ocurrió en Irán en 2009 y recuerden que las fuerzas armadas no están ahí para apalear a su propio pueblo.
P. The Green Wave toca igualmente la cuestión religiosa, cuando el ayatolá Jamenei se posiciona a favor de Ahmadineyad y culpa a los manifestantes de provocar la violencia, ¿qué papel juega la religión en la estabilidad del sistema iraní?
R. Evidentemente, la religión es la base ideológica de la República Islámica. Pero también en Irán la gente percibe cada vez más la religión como un elemento represor y a nivel social ésta juega progresivamente un papel menos destacado.
P. Los que pedían cambios en 2009, los que volverían a hacerlo hoy, ¿son en Irán una minoría?
R. Sobre esto no hay estadísticas. El gobierno iraní no lo permite, igual que tampoco permite que se celebren elecciones libres. Pero la sensación es que es la absoluta mayoría de la sociedad la que quiere cambios y que se respeten sus derechos fundamentales.
P. En partes del documental utiliza usted la animación, ¿recurso estilístico o necesidad?
R. Cuando no te dejan entrar en un país para filmar tus propias imágenes, tienes que buscar alternativas. Nosotros optamos por la animación, y llamamos a los iraníes a que nos hicieran llegar sus vídeos de las protestas.
P. ¿Y cómo hicieron para contactar a las personas que en el film cuentan su historia?
R. Quienes aparecen frente a la cámara viven todos en el exilio salvo uno, que es al que por motivos de seguridad no se reconoce. Hasta ellos llegamos investigando. A los autores de los blogs que citamos no los pudimos contactar porque, o bien utilizaban seudónimos, o los que escribían con su nombre acabaron detenidos y se les obligó a borrar sus blogs. Por suerte, las cosas no desaparecen de Internet tan fácilmente como el gobierno iraní quisiera.
P. Después de The Green Wave ya sí que no le van a dejar entrar en Irán…
R. Bueno, entrar sí. Lo que no me dejarían es salir. La detención está asegurada.
P. El documental inicia ahora el periplo por los festivales de cine propio de este tipo de películas, ¿cree que los iraníes van a tener la oportunidad de verla?
R. Estoy segurísimo que sí. No me cabe la menor duda de que encontrarán la manera de que circule por Internet o inoficialmente por el país.
R. ¿Qué clase de sentimientos cree usted que despertará el film entre sus compatriotas?
R. Indignación, tristeza y rabia. Pero los sentimientos hay que dejarlos a un lado. No es el momento para eso. Ahora lo importante es poder hablar abierta y libremente sobre lo que pasó, que un debate sincero sea posible porque sólo así avanza una sociedad.
Trailer del documental:
*Lea el artículo original en Periodismo Humano