“Cuando era pequeña, me acuerdo que estaba en primer grado, mi mamá nos encerraba en un cuarto a mí y a mi hermana en esas camas de mosquitero que eran como de tubo… y nos amarraba, ahí a ella le daban cien pesos y con nosotras los hombres tenían relaciones”. Estos son los recuerdos de infancia de Liza. Esta mujer no proviene de los llamados países tercermundistas. Liza nació y creció aquí en Puerto Rico, en cuyas calles aún deambula y se prostituye. A los 44 años manifiesta desesperanzada que no espera nada de la vida, sólo la muerte.
Su testimonio pertenece a la extensa cantidad de hallazgos que reúne la investigación: La trata de personas en Puerto Rico: un reto a la invisibilidad, que fue publicada en enero de 2010 por la Fundación Ricky Martin en conjunto con la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y Johns Hopkins University.
El estudio denuncia que cuando Liza apenas contaba con cinco años de edad, también comenzó a ser abusada sexualmente por su abuelo, su tío, sus primos y luego por su hermanastro. “Nunca dijo nada, nadie jamás se enteró… todos la habían amenazado”, se asevera en la investigación ilustrando así una de las modalidades más comunes en la Isla de trata humana.
Según explicó a Diálogo el doctor César Rey Hernández, director y principal investigador en este estudio, el concepto “Trata” implica una “relación comercial que fuerza a una persona, la mayor parte del tiempo niños o mujeres, a exponer su cuerpo para generar algún tipo de remuneración monetaria o material tal como ocurre con la pornografía infantil”. Supone además una explotación a cambio de un beneficio por medio de sometimiento o el engaño sin haber consentido. Contrario a la creencia popular, esta actividad no necesariamente implica un cruce de fronteras.
A pesar de que este término apenas comienza a aplicarse a la Isla, los casos que pueden catalogarse bajo su definición se registran en Puerto Rico a lo largo de más de cinco décadas, según el referido estudio, que constituye el primero de gran alcance que analiza las distintas formas de tráfico y trata en Puerto Rico.
La investigación revela que Puerto Rico sirve tanto de destino como de lugar de transbordo. Registra que la Isla ha servido de escenario de Trata con personas tan cercanas como República Dominicana y tan distantes como Filipinas y China. Asimismo, demuestra que esta práctica ilegal afecta mayormente a mujeres y menores de edad. Evidencia, además, que este mal social no se manifiesta tan sólo en sectores marginados de la población sino que también se hace patente entre individuos provenientes de un alto nivel social, como ilustra el caso de un alto funcionario federal que buscó a una joven en Filipinas para hacerla su esposa, pero cuando la mujer llegó a la Isla éste la obligó a hacer toda clase de bajezas con múltiples personas, sometiéndola así a una especie de esclavitud sexual.
La prensa del País ha comenzado a reportar estos asuntos con mayor intensidad desde comienzos del presente siglo. Lo más alarmante, es que ya no sólo se trata de extranjeros que son traídos a este país para ser explotados laboral o sexualmente, sino que este mal comienza a germinar dentro de la propia Isla. Tampoco se informa sobre casos aislados (de alguno que otro individuo que incurre en esta práctica ilegal y deshumanizante) solamente, sino de redes de pornografía y prostitución infantil operadas internamente, como reportó recientemente el semanario El Visitante. En su edición del 5 al 11 de diciembre de 2010 dicha publicación informó sobre la desmantelación de este tipo de organizaciones criminales en el sector La Albea en Yauco. De hecho, la investigación que auspició la Fundación de Ricky Martin, destaca que esta práctica “tiene un mercado interno aparentemente sustentado en los puntos de drogas entre otros centros de operación”.
“Es la esclavitud moderna”, resumió la doctora Luisa Hernández Angueira, co-investigadora del estudio que contó con la colaboración de varias Organizaciones No Gubernamentales (ONG). Entre ellas: Nuestra Escuela, Iniciativa Comunitaria, Ser de Puerto Rico y el Banco Interamericano de Desarrollo.
También Rey Hernández comentó que se trata de una reinvención de las nociones de la esclavitud del siglo dieciséis adaptadas al presente. El Catedrático de la Escuela Graduada de Administración Pública, anotó que en la actualidad “existen más esclavos que en el siglo dieciocho, ya que el 90 por ciento de los países del mundo tienen situaciones sociales que pueden catalogarse como trata”.
Pese a estas estadísticas, algunos podrían sorprenderse con una comparación de tal magnitud justo en momentos cuando el mundo experimenta el estreno de nuevas tecnologías que facilitan modos de vida con mayores comodidades. Paradójicamente es, precisamente, la promoción de este tipo de bienestar, según Rey Hernández, lo que podría llevar a una persona a someter o dejarse someter por un tercero con el fin de estar a la par con lo que el mundo advierte como las maneras correctas de vivir en sociedad.
“El mercado y las nociones capitalistas y neoliberales desmedidas presionan de manera dramática en el quehacer de cómo aparentar a través de lo que poseo dejando a un lado la esencia misma de ser”, explicó el experimentado sociólogo. Agregó que “es un ejercicio de presión social y valorativo mediático con todo lo que nos bombardea como si el artículo fuera a acabarse y hay que tenerlo para ser feliz”.
Esa presión, por generar dinero rápido que les permita comprar cosas o vivir “bien” aunque sea por poco tiempo, es lo que lleva a muchos a caer en las redes de la trata, según aseguró la doctora Hernández Angueira y confirman los propios testimonios de los entrevistados recogidos en el estudio.
Por lo menos así pensaba José, una de las personas que compartió su historia con los investigadores de la UPR. Este joven con apenas 12 años comenzó a utilizar drogas y eventualmente a manejar activos dentro de un punto de drogas del que recibía de $80 a $125 diarios. “Comencé a trabajar en el residencial, a amenazar gente con pistolas, a prender gente de aquel lugar, asaltando por ahí y a su vez dándole palizas a las personas”, confesó.
Rey Hernández observó que “el tener que estudiar, graduarse, buscar trabajo, meterse a un mercado para empezar a tener bienes es un proceso demasiado largo en estas culturas. Por eso, estas subculturas recurren a procesos informales como el de las drogas, las armas o la trata pues las gratificaciones son más rápidas” observó Rey.
Con él coincidió la trabajadora social, Isvelt Sánchez Velázquez. La entrevistada, quien se desempeña como manejadora de casos de personas con problemas de adicción, indicó que en Puerto Rico este “patrón se repite en gran medida dado que para muchas de estas personas –en especial los jóvenes- la alternativa de pasar por un proceso educativo no les atrae”
Sánchez Velázquez señaló que a esto se suman otros aspectos sociales y culturales que llevan a los seres humanos a recurrir a prácticas de drogadicción, venta de armas o narcóticos, la prostitución o a someter a otros a ganar dinero para ellos.
Asimismo, manifestó que muchos de los casos que se trabajan en Puerto Rico que representan alguna condición que pueda atribuirse como trata, comienzan con desfases en la familia. De hecho, la mayoría de las personas víctimas de trata citadas en la investigación de Rey Hernández y Hernández Angueira provenían de hogares disfuncionales, donde estaba ausente la figura paterna o materna y aún éstos les trataban con desdén e indiferencia.
Sánchez Velázquez indicó que existen dos instancias claves para entender estos asuntos. Por un lado, hay casos de personas que carecieron de amor, compañía y atención en sus hogares. Por eso, en la búsqueda de estas carencias recurren a este tipo de conductas muchas veces para llamar la atención. De otro lado, “el ambiente donde crecen nuestros jóvenes lleva a presiones de grupos, conductas aprendidas, libertinaje entre otras que influyen en gran medida en sus decisiones y sus actos”, abundó.
El cuerpo: la mercancía más rentable
Existen otros factores sociales, culturales y psicológicos que pueden llevar a personas a poner en práctica la trata de manera consciente o inconsciente.
Por ejemplo, según el psicólogo clínico, Santiago Rivera Santos, en el caso del mercado de la pornografía o la prostitución infantil, entender la patología de la pedofilia o la pederastia es de suma importancia para conocer como se justifica el que se recurra a este tipo de mercado ilícito.
Justamente, en este caso en particular, “el que exista un sector que acuda a estas prácticas o consuma este tipo de material genera que personas vean en esto un mercado exitoso”, explicó Rivera Santos.
Ahora bien, ¿qué lleva a un sujeto a consumir o a acudir a este tipo de materiales? En el caso de la pornografía infantil, según el psicólogo, existe una multiplicidad de razones que guían a individuos a cometer actos de pedofilia como consumir productos que muestren a menores en actos eróticos o sexuales. También este tipo de conductas responden a secuelas de traumas en la niñez que no necesariamente indican abusos sexuales previos cometidos a estas personas. Por ejemplo, expertos atribuyen el que estas personas sientan deseos sexuales con niños a que estos representan edades específicas que adultos asocian con la felicidad. Igualmente, el psicólogo agregó que otras posibles causas podrían ser la búsqueda de “cuerpos no contaminados por la sociedad” y a la misma vez vulnerables.
Curiosamente, el estudio en el que participaron los investigadores de la UPR, resalta que la misma inequidad social y la ausencia de valores fomentan dicha vulnerabilidad.
Esa ausencia de valores como mencionó el catedrático asociado del Departamento de Sociología y Antropología de la UPR en Río Piedras, Jorge I. Giovannetti, puede conducir a una persona a cometer este tipo de abusos, “étnicos, raciales o de género como parte de un proceso de deshumanización de parte del perpetrador a sus víctimas”.
Por esta y otras razones, el cuerpo viene a fungir como una pieza clave de rentabilidad y comercialización, ya que con éste existen múltiples formas de generar dinero en la actualidad. Estas maneras, según explica Giovannetti van desde la prostitución, los trabajos forzados a extranjeros e indocumentados hasta los secuestros para la venta de órganos.
“Es un juicio de carácter laboral y ético como en el caso de las mulas donde siempre hay un tercero que recibe más dinero; algo similar a lo ocurrido con el joven puertorriqueño Kelvis Concepción Bonilla, quien fue arrestado el pasado 13 de septiembre de 2010 por intentar introducir droga a España”, recordó Hernández Angueira.
Uno de los lugares donde más se evidencia esta perversión de convertir el cuerpo en mercancía es en los hogares sustitutos del Departamento de la Familia.
Muchos menores son removidos de sus núcleos familiares y colocados en estos “hogares” en busca de protección. Sin embargo, el estudio de La trata de personas en Puerto Rico, delata que es justo allí donde algunos de ellos se convierten en presas fáciles de explotación sexual o laboral. En el 2008, por ejemplo, la prensa informó que cerca de 40 mil niños tuvieron que ser removidos de estos hogares.
Según les contó Jorge a los investigadores, durante su paso a través de 52 hogares sustitutos tuvo que realizar múltiples prácticas lícitas como ilícitas obligado por adultos para poder “pagar sus estadía en estos hogares”.
En efecto, los hogares sustitutos vienen a ser un negocio adicional que otorga grandes beneficios si se toma en consideración que el Departamento de la Familia suministra ciertas cantidades de dinero por cada niño que se acoja.
Lamentablemente, al momento que se realizó el estudio el Departamento de la Familia no posee estadísticas precisas de la cantidad de estos hogares que existen en la Isla. Tampoco contaban con un protocolo adecuado para la supervisión de estos.
Un líder de una ONG comentó a los investigadores que “hasta cierto punto los hogares sustitutos se han convertido en una forma de negociación de niños y niñas y como una fuente de ganancia, una solución económica, por medio del auspicio gubernamental”. En otras palabras, en cierto sentido estos espacios se convierten en una especie de centros de trata auspiciados por el propio Estado.
Prostitución: trata vs. profesión
En la historia de la humanidad faire le trottoir (hacer las aceras o sencillamente prostituirse), ha sido una práctica que ha jugado un rol icónico en las sociedades desde tiempos antiguos hasta el presente. Este término se refiere aquellas personas que tienen relaciones sexuales con otros a cambio de dinero.
A simple vista esta acción podría entrar bajo los supuestos de la trata de personas pero, según la doctora Hernández Angueira, se debe establecer las diferencias entre ambos conceptos, pues no todo acto de prostitución es un acto de trata.
“En el caso de la prostitución se desvincula la profesión de la implicación que existe cuando se explota por ganancia a un tercero. En ese momento sí es trata”, explicó la investigadora añadiendo que en este aparte “el consentimiento es irrelevante”, ya que el mero hecho de ser explotado y generar ganancias a un tercero lleva por extensión a catalogarse bajo las rubricas del concepto trata.
Por ejemplo, los investigadores de este estudio, mencionan que este tipo de prácticas ocurren más en zonas del área metropolitana del País donde se han descubierto lugares como salones de masajes en donde ocurren actos de prostitución involuntaria.
También se manifiesta en las calles, como se evidenció en un recorrido que realizó Diálogo por algunas zonas de la capital. “El problema aquí es que no se sabe quiénes trabajan por su cuenta y quienes están trabajando para alguien más”, explicó una de estas trabajadoras de la noche no sin antes pedir que no se mencionara el lugar donde ejerce.
“Aquí hay de to’, yo he sabido de algunas que vienen de la República (Dominicana), y las explotan, pero de eso ni ji’ porque si se habla caemos todas”, añadió de manera rápida y evadiendo más preguntas.
Precisamente, el silencio es otro de los factores que ha permitido que este tipo de conductas siga en acenso. Además, el estudio elaborado por los investigadores de la UPR, menciona que otro de los problemas principales de esta práctica es que se ha convertido en un “sistema de turismo sexual sofisticado que no es fácil para la Policía trabajarlo por cuestiones de costo y efectividad”.
Vendas en los ojos
En la actualidad la economía del mundo atraviesa momentos de crisis. En cambio, las tasas de mercados ilícitos cada vez son mayores.
Por ejemplo, en Puerto Rico, según explicó el doctor Rey Hernández, “el 30 por ciento de los ingresos de este País, se sustenta con economía informal, y de ese por ciento el 80 se adjudica a la economía ilegal”.
Esta situación, además de llevar a las personas a ver este tipo de negocios como una posible salida de la pobreza, también permite que aquellos que indirectamente se benefician de este tipo de subcultura las encubran.
“En un país donde los poderes del Estado benefactor se fragmentan de una manera muy patente los otros recursos de la informalidad se van a apoderar de las riendas sociales”, reveló el doctor Rey Hernández.
Por la misma línea, Sánchez Velázquez, opinó que en la actualidad este tipo de personas que adquieren ganancias a través de terceros en muchas ocasiones son protegidos por los aportes que estos hacen a la sociedad.
Por ejemplo, según reveló la trabajadora social, “muchas veces a falta de ayuda por parte de los municipios o el gobierno central estas personas se ven en la necesidad de aceptar las ayudas que el conocido como ‘Bichote’ les ofrece”. En este caso, estas personas vienen a ser “héroes sociales como el legendario personaje Robin Hood”, añadió la especialista.
Por lo tanto, este tipo de situaciones en conjunto a prácticas corruptas de agencias oficiales, llevan a que sea más difícil investigar, conocer y penalizar prácticas ilegales como la trata, lo que conduce a que problemas tan serios como éstos pasen desapercibidos o permanezcan ocultos.
A esta invisibilidad se suma según los investigadores, el hecho de la falta de legislación que trabaje adecuadamente con este tipo de problemáticas. “En Puerto Rico en la actualidad todos los delitos que son parte de la trata no son condenados como tal ya que el código penal no los adscribe como delitos de esta índole”, reveló Hernández Angueira.
Por eso, los profesores recomiendan como posibles soluciones inmediatas, la implantación de políticas públicas coherentes entre las agencias que trabajan estos casos como el Departamento de la Familia, el Departamento de Justicia y la Policía de Puerto Rico.
De igual manera, recomiendan la creación de un protocolo de intervención adecuado que reúna a su vez la documentación necesaria que ofrezca información a futuras investigaciones como ésta. Asimismo, abogan porque se establezcan “más herramientas de difusión, educación y orientación sobre este y otro temas de gran pertinencia social”, añadió Rey Hernández.
“Lo importante con este tipo de hallazgos es que sirva para educar y provocar espacios de sanación, e inserción en el mercado. En otras palabras, es hacerle la competencia a quienes promueven este tipo de prácticas y aquellos que promueven estilo de vidas neoliberales”, exhortó.
“En estos momentos no se trata de que el poder ejecute dinámicas para meter gente presa, sino que es tiempo de modificar estilos de vida, políticas sociales y buscar una visión de lo que se aspira como País, pues es un aspecto inexistente a la hora de trabajar con estos asuntos”, concluyó el reconocido sociólogo.