Un grupo de enchaquetados sube sin pausa hacia el Capitolio por el lado sur en dirección al norte, donde el gobernador se preparaba para ofrecer su primer mensaje de situación de Estado. A sus espaldas dejan un piquete en formación; uno que en horas se convertirá en aviso.
En el sur, o abajo, están los maestros y maestras, jóvenes universitarios, la clase obrera y los sindicatos, incluso algunos niños, y todos revelan sus frustraciones mediante carteles y cánticos repetidos una y otra vez.
“Candela, candela, candela le vamo’a dar. Candela a la junta, a Ricky y al plan fiscal”, cantan.
“Candela a Rivera Schatz y a Carrión del Banco Popular”, continúan.
A esto se unen las mujeres, “candela candela, candela le vamo’a dar. El 8 de marzo, las mujeres vamos a parar”, en alusión al Paro Internacional de Mujeres.
Adentro, en la llamada ‘Casa de las Leyes’, el gobernador Ricardo Rosselló elogia las medidas tomadas por su gobierno desde el inicio de sus labores en enero. Habla de cómo Puerto Rico está en una crisis que se resolverá con su plan, que fuera distribuído a la prensa hoy a las 5:00 a.m. Un plan que —se espera— hará de este archipiélago uno más “competitivo” gracias a la reforma laboral. Plan con el que policías, empresarios e inversionistas recibirán incentivos, y los estudiantes solo la promesa de apertura al diálogo y peticiones de reuniones sin responder.
Rosselló es aplaudido por sus compañeros de papeleta y simpatizantes. Repite varias veces que “Puerto Rico se levantará con más fuerza que nunca”. Lo que desconoce es que afuera, prometen tomarle la palabra.
En el exterior del Capitolio, alrededor de 50 agentes de la Policía protegen la estructura. Bajo su tutela, cientos de personas repudian las mismas disposiciones que el gobernador enumera. Exigen una auditoría de la deuda pública, piden la revocación de la reforma laboral, exhortan al gobierno a respetar la separación de Iglesia y Estado, y a reconsiderar la eliminación de la enseñanza con perspectiva de género en las escuelas públicas del país.
La lista de reclamos se hace más larga, no solo en forma de cuerpos en marcha bajo el sol de las cinco, sino en llamados concretos. Más y mejor acceso a la salud para personas trans y el resto de la comunidad LGBTTIQ; detener la explotación de los recursos naturales—como el reclamos que se levanta desde Playuelas, Aguadilla, así como en Tallaboa, Peñuelas—no municipalizar escuelas públicas, y rechazar el renombrado plan fiscal de Rosselló, en favor de las políticas de la Junta de Control Fiscal.
“El plan fiscal es la forma de la Junta de Control Fiscal saquear las pocas riquezas que nos quedan como pueblo y que hemos estado años defendiéndolas. El mensaje es que hay que continuar la movilización para cambiar esa forma de gobierno. No basta con oponernos. No basta con denunciar lo que hacen. Nosotros como pueblo tenemos que comenzar a levantarnos también”, afirma Scott Barbés, coordinador de la “Jornada Se Acabaron las Promesas”.
A sus palabras se hicieron eco el planificador, José “Tato” Rivera Santana, así como las líderes magisteriales Eva Ayala y Michelle Martínez, y Ángel Figueroa Jaramillo, presidente de la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego (UTIER).
“Con marchas pacíficas [por las] que nos felicite el gobierno, no vamos a lograr revertir esto. […] Si hay un grupo que tiene que marchar pacíficamente, que marche. Si hay un grupo que tiene que marchar militantemente, que marche. Si hay otro grupo que quiere hacer lo que tenga que hacer, ¡que lo haga!”, exhorta Figueroa Jaramillo, ante una recepción de aplausos y gritos de aprobación.
Así continúan las incitaciones. Horas después de mensajes y cánticos, se caldean los ánimos.
Un grupo de manifestantes le hace frente a la barricada de policías. Cada vez son más uniformados y multitud. Los participantes de la protesta forman una barrera y comienzan a azotar sus escudos improvisados —simulando aquellos de la unidad de operaciones tácticas—en las vallas frente a los miembros de la uniformada.
Comienza a oscurecer, pero no se nota, pues ahora los protestantes cargan antorchas y han hecho una fogata dentro de un bote de basura con una figura de papel alusiva a José Carrión III, presidente de la Junta de Control Fiscal, y su plan financiero.
En ese mismo recipiente, incendian la bandera de Estados Unidos, mientras otro grupo de manifestantes lidera un plenazo a favor de la independencia de Puerto Rico. Quemar una bandera está constitucionalmente protegido, siempre y cuando sea la propia. No obstante, ninguno de los presentes la denominaba suya.
En la confrontación no hubo contacto físico. Algunos manifestantes lanzaron huevos a los azules y los guardias más arriba en las escalinatas sacaron sus macanas, pero el incidente no pasó a mayores.
A eso de las 7:30 de la noche, Barbés toma la palabra.
“De ahora en adelante, las manifestaciones serán más candela”, advierte.
La lluvia esporádica apagó las antorchas, y los manifestantes responden levantando sus puños y cantando la Borinqueña revolucionaria, mientras decenas de policías continuaban la guardia frente al Capitolio.