Entre los quioscos de alcapurrias, bacalaítos, pinchos y empanadillas en la playa de Dorado hay uno que se distingue. No por su vistosa fachada ni por tener la música más estruendosa, sino porque allí se vende auténtico ceviche peruano acompañado por papas a la huancaína, de la misma manera que lo encontrarías en una esquina en la costa suramericana que bordea el Océano Pacífico. Sólo que esta vez está en un pequeño rincón a 15 millas de San Juan.
No existe nadie en la comunidad que no sepa dónde se consigue ceviche en esta playa. Desde muy temprano en la mañana Rafael Ríos abre su quisco rotulado: “Aromas de Perú”. Sin embargo, no es hasta mediodía cuando las ventas comienzan a moverse.
Con ese acento particular nunca falta la pregunta sobre su procedencia. Tampoco falta el orgullo y las risas en su contestación: ‘peruano ¿no ves la cara de indio que tengo?’
Rafael ha cumplido 28 vueltas al sol en esta isla y su acento sigue intacto como si jamás se hubiera ido de su querido Perú. Se encarga de su pequeño rincón seis días a la semana para el disfrute de quienes lo visitan. Su modesto negocio frente a la carretera paralela al balneario Manuel Nolo Morales, no solo le sirve como sustento, sino como una manera de compartir y recordar un pedazo de su tierra natal.
De tantos quioscos, el de Rafael siempre tiene por lo menos un cliente. ¿Y qué ofrece de particular su local? Ceviche, frituras y los famosos pinchos con sazón peruana. Sobre todo, trata originalidad en sus confecciones para destacarse entre tantas ofertas culinarias de la calle llena de barras y negocios locales. Al pasar otro posible cliente cerca de la acera que le sirve como antesala, Rafael resuenan sus palabras: ¡ven, a probar el mejor ceviche de Dorado, hecho con la mejor sazón peruana!
Entre en un cliente y otro conversa con nosotras afablemente y nos cuenta un poco de la historia del pueblo que lo acogió hace casi tres décadas.
Al ver la arena del balneario, escuchar el vaivén de las olas y sentir el salitre es difícil no creer que Dorado es parte del paraíso terrenal. Y es que existe una leyenda que dice que cuando el sol se recuesta de la arena la tiñe de color dorado, casi de la misma forma como le da color a los turistas que visitan la playa en sus horas pico buscando el sabor tropical de Puerto Rico, tal como les prometen la campañas promocionales de la Compañía de Turismo.
Vuelve a soplar la brisa en el pintoresco local de Rafael, mientras él atiende a otro cliente. Cuando finaliza observa su negocio con serenidad. Cierra sus ojos por un momento, imaginando tal vez sus años de juventud en su querido Barranco, allá en el Perú; un lugar que describe como uno tan turístico como el Viejo San Juan. Cuenta que de allí embarcó en una travesía de la que no conocía el destino final, pero sí sabía que donde ese viaje terminara sería el lugar donde la vida quería él que estuviera.
“No me puedo quejar de esta isla bella”
Dijo que proviene de una familia viajera y como siempre fue inquieto nunca fue capaz de quedarse en un solo lugar. A temprana edad hizo sus maletas y luego de servir dos años en el ejército y adentrarse por meses en el Amazonas donde conoció lo que es selva de verdad, se encaminó a Miami, como tantos latinoamericanos.
Dorado se añadió a su camino por cosas del destino, llegó a Puerto Rico junto a una hermana sin pensar que esta aventura se convertiría en su morada permanente.
Rafael se quedó por una fracción de segundos observando su teléfono, sin evitar que una sonrisa se dibujara entre sus mejillas. Jamás imaginó cómo desarrollaría toda una vida en este pueblo, aun con sus altas y bajas. Aquí es donde la vida vino a darle otro significado y dónde conoció a la madre de sus cinco hijos. “No me puedo quejar de esta isla bella”, exclamó.
“Uno tiene que inventarse, crear, buscar”, cuenta como al quedar sin trabajo primero en el hotel Condado Plaza, luego en una compañía de seguros, decidió reinventarse y montar su negocio propio. En su pequeña cocina guarda especias, salsas e ingredientes que lo hacen retomar su niñez y la tradición gastronómica familiar.
Al igual que Rafael muchos extranjeros se han radicado en Dorado. Para muchos de ellos, así como para él Dorado ha sido nuevo comienzo.