La Asamblea General, el mayor órgano de decisión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), interrumpirá en septiembre una práctica habitual cuando una mujer presida el 73 período de sesiones, lo que solo ocurrió tres veces en la historia del foro mundial.
Las dos mujeres que están en carrera son Mary Elizabeth Flores Flake, representante permanente de Honduras, y María Fernanda Espinosa Garcés, ministra de Relaciones Exteriores y de Movilidad Humana de Ecuador.
De acuerdo con el sistema de rotación geográfica, es el turno del grupo de América Latina y el Caribe de ocupar la presidencia, uno de los cargos más altos dentro de la ONU y tradicionalmente ocupado por hombres.
Este quiebre en la costumbre es bienvenido dentro del foro mundial, que aboga por la equidad de género en el mundo, pero no logra implementarla dentro de su propia estructura, a pesar de varias resoluciones adoptadas por los estados miembro.
Desde 1945, solo tres mujeres presidieron la Asamblea General, un número que no se compara con los 69 hombres que estuvieron al frente de ese órgano. Ellas fueron Vijaya Lakshmi Pandit, de India, en 1953, Angie Brooks, de Liberia, en 1969, y Sheija Haya Rashed Al-Jalifa, de Baréin, en 2006.
Los antecedentes del Consejo de Seguridad, el máximo órgano de seguridad de 15 miembros, son peores, porque este siempre elige hombres al frente de la Secretaría General, con la anuencia de la Asamblea General. El último fue en octubre de 2016, a pesar de que habían varias candidatas con sobradas credenciales.
Eso implica cero mujeres en contraposición con nueve secretarios generales: Trygve Lie, de Noruega, Dag Hammarskjold, de Suecia, U. Thant, de Birmania (actualmente Myanmar), Kurt Waldheim, de Austria, Javier Pérez de Cuellar, de Perú, Boutros Boutros-Ghali, de Egipto, Kofi Annan, de Ghana, Ban Ki-moon, de Corea del Sur, y, actualmente, António Guterres, de Portugal.
Los dos cargos más altos de la ONU parece que fueran un derecho de nacimiento de los hombres. En términos de protocolo diplomático, el presidente de la Asamblea General es como un jefe de Estado en el concierto internacional.
Habrá que ver si la elección de una mujer para presidir el 73 período de sesiones da realmente inicio a una nueva era.
“Estoy comprometido con promover una mayor paridad de género en toda la labor de la Asamblea General”, aseguró el presidente del 72 período de sesiones, Miroslav Lajčák, de Eslovaquia.
“La historia de la ONU está llena de aportes de mujeres fuertes que contribuyeron a su evolución desde 1945. Es importante garantizar que se escuchen las voces de las lideresas en todos los asuntos de la ONU. Además, tener a una mujer al frente de la Asamblea General es un gran paso en ese sentido”, destacó.
También recordó todo lo que hizo por la igualdad de género como, por ejemplo, designar a un equipo de embajadores mixto para dirigir casi todos los procesos de la Asamblea General.
“En mi oficina me aseguré que 70% del personal sean mujeres, y que ambos estén representados por igual en los cargos de gestión”, precisó.
“Creo que lograr que nuestro trabajo dentro de la ONU tenga un mejor equilibrio de género y sea inclusivo tendrá un impacto positivo en el mundo”, opinó.
Barbara Crossette, exjefa de la oficina de The New York Times en la ONU (1994-2010), comentó a IPS que las dos candidatas tienen buenos antecedentes y están comprometidas con el trabajo de la Asamblea General. “Y las latinoamericanas son bastante temerarias”, apuntó.
“Pero no puedo saber cuán real es todo esto. En ambos casos, la presidencia será un premio prestigioso para ambos países. Pero eso no tiene importancia internacional”, añadió Crossette, quien ha escrito sobre temas de empoderamiento de género.
“Ahora, si una mujer marcará una diferencia, o romperá una racha de dominación masculina, es difícil de saber de antemano”, indicó Crossette, actualmente corresponsal de The Nation en la ONU.
También precisó que lo que logre cualquiera de ellas afectará a la forma en que los países miembro, o más importante aún, la opinión pública, reaccionan a la idea de que es bueno que una mujer ocupe la presidencia y que debe pasar más seguido.
Lo mismo ocurre con los nombramientos del personal en las sedes del foro mundial y en los cargos altos, puntualizó Crossette, del Instituto Ralph Bunche, de la Universidad de Nueva York, además de colaboradora de PassBlue.com, y redactora independiente de temas de política exterior y asuntos internacionales.
Por su parte, Antonia Kirkland, gerente de igualdad legal, de la organización Igualdad Ahora, dijo a IPS: “Es totalmente inaceptable que solo tres mujeres hayan sido elegidas presidentas de la Asamblea General en los últimos 72 años”.
“La ONU debe fijar un mejor ejemplo y ajustarse a su promesa de lograr la paridad de género en todo el sistema de la ONU. Que las mujeres ocupen los cargos de decisión más altos debería ser la mayor prioridad”, subrayó.
No se logrará la igualdad de género, el desarrollo y la paz sin que las mujeres tengan acceso equitativo a los cargos de toma de decisión, observó.
La próxima elección del presidente de la Asamblea General es una oportunidad perfecta para que los estados miembro implementen los compromisos contraídos en lo que respecta a mejorar la participación política de las mujeres, opinó.
“También deben promover el liderazgo de las mujeres dentro de sus misiones y ministerios de Relaciones Exteriores, para que también haya igualdad en las embajadas”, añadió Kirkland, quien representa a una organización de sociedad civil que desde 1992 protege legalmente y promueve los derechos humanos de mujeres y niñas en todo el mundo.
“Esperamos que la promoción de los derechos de mujeres y niñas, y en particular terminar con la violencia sexual y la impunidad para delitos de acoso y agresión sexual de parte de los estados miembro sea una de las mayores prioridades de la próxima presidencia de la Asamblea General”, declaró.