Vamos a contar esta historia como debe ser, paso a paso, desde el principio. Y el principio tiene voz de alerta en mensaje electrónico que Teresa Zaldívar le envía a nuestro querido amigo, el poeta Wenceslao Serra Deliz. En su escrito, Teresa informa que se ha tropezado con “algunas cosas” del doctor Ramón Emeterio Betances depositadas en la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado de Cuba. Sí señor, “algunas cosas” de Betances en el Consejo de Estado de Cuba, el organismo que ostenta la suprema representación del Estado cubano a nivel nacional e internacional. Bueno sería añadir que la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba elige, entre sus diputados, al Consejo de Estado, integrado por un presidente, un primer vicepresidente, cinco vicepresidentes, un secretario y veintitrés miembros más. El general de Ejército, Raúl Castro Ruz, es el presidente actual del Consejo de Estado de la república de Cuba.
El pasado 27 de agosto le escribimos al doctor Eugenio Suárez Pérez, director de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, solicitando compartiera con la Universidad de Puerto Rico, de forma digital, cualquier escrito –político, literario o científico—del doctor Betances, depositado en su oficina. Nuestra solicitud fue aprobada al instante. Acto seguido, nos llegaba de Cuba copia de una carta fechada en París el 20 de diciembre de 1897 y dirigida a la puertorriqueña Inocencia Martínez Santaella (1866-1957). El manuscrito no es inédito. Ya lo conocíamos, incluso, lo estamos publicando en el Vol. VIII de las Obras Completas de Betances (Escritos políticos. Correspondencia relativa a Cuba, 1897-1898).
Curiosamente, la simpática carta del Padre de nuestra Patria nos sirve de apoyo para hacer algunos comentarios. Resulta lastimoso afirmar que el movimiento feminista todavía no ha descubierto a esa revolucionaria excepcional, amiga de José Martí, compañera del periodista de Ponce, Sotero Figueroa Fernández. A Inocencia Martínez le cabe el honor de organizar y presidir el Club Mercedes Varona, la primera asociación femenina del Partido Revolucionario Cubano.
En la mayor de nuestras islas se vivía entonces una guerra sin tregua y con millares de muertos. El 8 de septiembre de 1896, el general mayagüezano Juan Ríus Rivera desembarcaba una expedición en la provincia de Pinar del Río. Seis meses más tarde, a fines de marzo de 1897, Ríus Rivera cae herido de gravedad. Tres certeros fogonazos de Máuser desgarraron el cuerpo del valiente soldado que sería enviado al Castillo de Montjuic (España) a cumplir una cadena perpetua. Mientras tanto, en Nueva York se había fundado el Club Hermanas de Ríus Rivera, encabezado por Inocencia Martínez. En su directiva figuraba como presidenta honoraria, Aurora Fonts, esposa del general puertorriqueño. Lola Rodríguez de Tió ocupaba la vicepresidencia. De aquellos días es la carta de Betances:
“Mi estimada Sra. i amiga; gracias por su cariñosa carta.
“Aqui me tiene Vd. como hermano lleno de afecto i de respeto por Vd., por la Sra. de Rius, cuya última carta á mi dirigida en el momento de embarcarse para Cuba conservo como prenda preciosa, i por las Sras. que componen el simpatico club, i llevan el nombre de mi paisano i amigo. Pienso ponerme en comunicación con él, en cuanto llegue á España i le agradeceré á Vd. cualquier informe que pueda darme sobre su situacion i facilitarme esas comunicaciones”. (Transcripción literal)
¿Pueden nuestros lectores continuar transcribiendo el manuscrito del Dr. Betances? ¡Atrévanse! ¡Metan mano!
El autor es historiador y un reconocido estudioso de la obra de Ramón Emeterio Betances.