Era el siglo diecinueve y las montañas del centro de la Isla estaban dominadas por inmensos cultivos de café, cuya excelencia nos posicionó a nivel mundial. Más tarde, sin embargo, a raíz de los vaivenes políticos, así como las altas y bajas de los mercados, se erosionó este sector de la economía boricua. Hoy, más de un siglo después, el Proyecto Diseño de un Modelo para los Cafés Especiales y la Denominación de Origen de Puerto Rico se alza como una iniciativa que busca devolver a los cafetaleros boricuas al plano internacional.
Este proyecto –impulsado por el Colegio de Ciencias Agrícolas del Recinto Universitario de Mayagüez, la Estación Experimental Agrícola de la Universidad de Puerto Rico y el Departamento de Agricultura– tiene el propósito de poner al descubierto las características del café puertorriqueño. Todo ello con el fin de que nuestro grano se distinga, favoreciendo así la venta de este producto a nivel internacional, dentro de la categoría de cafés especiales.
Según la doctora Carmen Álamo, economista agrícola de la Estación Experimental Agrícola de la UPR, los cafés especiales son un nicho del mercado compuesto por compradores que buscan características específicas tales como calidad, sabor y la manera en que se produce el grano.
Dicho sector del mercado representaría una oportunidad para los pequeños caficultores puertorriqueños, quienes no tienen la oportunidad de competir con el café que se vende regularmente en los comercios del País.
“El café de góndola se vende a alrededor de $4.00 a 4.50 la libra…los agricultores no pueden competir con el café que no está diferenciado por calidad. Puerto Rico y Hawái son los lugares en donde más caro sale producir café, porque nosotros respondemos a las leyes federales y ambientales de Estados Unidos”, agregó Álamo.
La economista mencionó que, un café diferenciado por denominación de origen puertorriqueño y registrado como parte del nicho de cafés especiales, puede venderse en planos internacionales a un costo de $14 a $40 la libra. Según la profesora, los consumidores están dispuestos a pagar de un 15% a un 207% más del precio de un café no regulado, ya que les ofrece los mejores estándares de calidad y un sabor determinado.
De acuerdo con Álamo, quien también es catedrática del RUM, para poder vender el café a sobre precio este debe contar con certificaciones provistas por organizaciones internacionales, que establecen que el producto cumple con los estándares de calidad para ser considerado un café especial. Entre estos organismos se encuentra la Specialty Coffee Association.
Para obtener las certificaciones, los agricultores deben enviar una muestra de su café a compañías de catado, en donde un panel de expertos rinde un informe sobre aspectos como su sabor, consistencia, balance, dulzura y uniformidad. Asimismo, este grupo de analistas estudian el grano, asegurándose de que no tenga ningún desperfecto o plaga. El tamaño del fruto es sumamente importante para los catadores, de acuerdo con la doctora Álamo, mientras más grande sea, mayor será su puntuación al momento de la evaluación.
Luego de que el producto es evaluado por los expertos, un grupo de científicos que trabajan en la iniciativa Proyecto Diseño de un Modelo para los Cafés Especiales y la Denominación de Origen de Puerto Rico, junto a la doctora Álamo, realizan pruebas químicas al grano. Además, visitan la finca del agricultor para documentar el proceso de producción del café. También, toman muestras del suelo, miden la altura del terreno y registran el clima. Estos detalles son los que determinan el sabor particular del café. De acuerdo con Álamo, los catadores han identificado que el grano boricua tiene sabor a chocolate. Estos factores son los que permitirán que se establezca un indicador geográfico puertorriqueño.
La Taza de Oro
La Taza de Oro es una competencia que el Proyecto Diseño de un Modelo para los Cafés Especiales y la Denominación de Origen de Puerto Rico estableció como atractivo para que los caficultores del País se motiven a participar. El ganador es aquel que obtenga el mejor puntaje por parte de los catadores y su café será reconocido públicamente por el Departamento de Agricultura, el RUM y la Estación Experimental Agrícola de la UPR.
Asimismo, al final de la competencia, el grupo de científicos que comprenden el proyecto se reúnen con cada uno de los participantes de la competencia para discutir tanto los resultados del catado como los datos de los estudios químicos realizados, de forma tal que puedan identificar en qué parte de su producción necesitan mejorar. De este modo la competencia funciona como un proceso educativo.
Para Álamo es importante recalcar que todo el proceso de la competencia es anónimo y los resultados de los estudios que se le realizarán a los cafés no se divulgarán. En el concurso no es posible participar a nivel de marcas de café, debe ser por fincas.
Este año será la segunda ocasión en que se realice esta competencia. El pasado 2014 tuvo como ganador al agricultor Waldemar Brebán y su Hacienda Zahara, en Jayuya. Quienes estén interesados en participar durante la competencia de este año, pueden comunicarse al 787-767-9705 ext. 2256 con la doctora Álamo o al 787-767-9705 con el profesor Carlos Flores. Las muestras de café se estarán recibiendo en las oficinas de la Estación Experimental Agrícola de la UPR, en el Jardín Botánico de Rio Piedras.