Cuesta arriba y cuesta abajo – allá para el año 1914 – el antropólogo John Alden Mason se dio a la tarea de ir a ver con sus propios ojos esos “corrales de los indios” de los que tanto se hablaba en la isla. Ya en Utuado, rodeado de sobrecogedores verdes y con esos aires que sosiegan hasta al más duro, excavó y estudió el área. El también arqueólogo se dejó encantar con el centro ceremonial indígena más importante del Caribe: Caguana, que espera ser redescubierto por cada uno de nosotros.
El parque está abierto y “a pulmón”; a pesar de los despidos que acaecieron con la polémica Ley 7 en el año 2009. Precisamente, todo el personal de este centro, que forma parte del Programa de Museos y Parques del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), fue despedido.
Con esta acción, se puso en juego la posibilidad de desproveer a las Antillas de la médula ceremonial del esplendor taíno. Ya que, con el cierre de este parque ceremonial no sólo se cercaba parte de nuestra historia, sino que se cuartaba uno de los sitios arqueológicos precolombinos más visitados e impresionantes de Puerto Rico e islas vecinas.
Durante mi visita pude compartir con muchos extranjeros que trasitaban el conjunto de bateyes rodeados de monolitos – muchos con petroglifos – y piedras en forma de calzada. Observaban con asombro estos glifos con esbozos únicos en el mundo, que liderados por la majestuosa Atabey – divinidad femenina de la mitología taína – permanecen allí latentes. Pero en mi recorrido, no vi puertorriqueños. Nuestra representación esa tarde fueron los hábiles y expertos guías, que recibían toda pregunta e interés del visitante con una contestación sagaz y una sonrisa en el rostro.
En el año 1956 el ICP – dirigido por el doctor Ricardo Alegría – trabajó la restauración del lugar y más de 50 años después, son muchos los boricuas que no conocen el gran valor de este lugar. Me atrevo a decir que una mayor cantidad de puertorriqueños visitó la exposición de Tutankamen, traída a la isla hace unos meses y que muchos se maravillaron con las piezas del Titanic que estuvieron en exposición, pero pocos visitaron Caguana recientemente. Me aventuro a decir que un reducido grupo conoce esta joya abrazada por el río Tanamá, rodeada de mogotes en forma de cemí y lo afirmo porque es difícil no enamorarse del lugar, de su historia y su buena vibra. Hubieran sido muchos los presentes en mi recorrido, porque “lo bueno se reconoce”, y cito a un sonriente utuadeño.
El parque tiene para todos. Ofrece piezas arqueológicas y espacios ceremoniales de una civilización que es parte de nuestro legado. ¿Qué “puertorro” no añora un sueñito en una “hamaca”, sabe lo que es un “bohío” o vive y visita pueblos como Guaynabo o Humacao, todos términos y vocablos de herencia taína? ¿Cómo no sentirnos atraídos por un lugar que nos habla de lo que fue Borinquén? Sitios como Caguana son vestigio de estos ancestros por los que hoy nos llaman “boricuas” y son muestra de que a pesar de los esfuerzos exterminadores de la colonización, estos espacios rehúsan desaparecer y mantienen una cultura viva.
Caguana está abierto al que quiera conocerse. Con sus plazas donde un día se celebraron juegos de pelota y se presenciaron areitos, con sus árboles de ausubo, ceibas, capás y tabonucos que abrazan. Con una temperatura que es de resentir para los que somos “metropolitanos”, un paisaje que estimula a ingeniarnos que pasó allí hace cientos de años, provocando la envidia de cualquier filme de Hollywood en nuestra imaginación.
“Los taínos eran pacíficos”, ¿quien no ha escuchado esto antes? Engaño o realidad, hoy, 800 años después, formemos una “guasábara” y visitemos nuestros yacimientos, monumentos, museos y parques nacionales. Recordemos lo que dijo el filósofo y escritor español, Jorge Santayana, “quien no conoce su pasado, está condenado a repetirlo”. Volquémonos hacia lo nuestro, que hay mucho por descubrir.
El Parque Ceremonial Indígena Caguana está ubicado en el km 12.3 de la ruta 111 hacia Utuado y está abierto todos los días de 8:30 am – 4:20 pm. Tel. 787-894-7325
La autora es arqueóloga. Actualmente cursa la Maestría en Teória e Investigación en Comunicación de la Escuela de Comunicación de la UPR en Río Piedras.