El retiro de Carlos Beltrán, anunciado el lunes por el ahora expelotero en un ensayo publicado en The Player´s Tribune, cierra un capítulo en la historia del béisbol puertorriqueño.
El oriundo de Manatí sirvió de puente entre aquella generación de boricuas que se quedó con las Grandes Ligas en la década de 1990 y la actual camada de jugadores que promete devolver a Puerto Rico a los primeros planos del mejor béisbol del mundo, si no en cantidad, al menos en calidad.
Sin duda alguna, Beltrán ocupa un lugar privilegiado no solo entre los boricuas, sino en los anales de los 150 años de béisbol organizado en Estados Unidos. Así que sin más preámbulo, repasemos la trayectoria del jugador que, a juzgar por las reacciones tras su decisión de acogerse al retiro, debe tener vía libre para ingresar al Salón de la Fama en Cooperstown en algún futuro no muy lejano.
1. Nace una estrella
La presencia boricua en el mejor béisbol del mundo pasaba por el momento de mayor esplendor en su historia. Juan ‘Igor’ González (1996, 1998) e Iván Rodríguez (1999) se combinaban en el calor de Texas para llevarse tres de los últimos cuatro premios de Jugador Más Valioso de la Liga Americana del pasado milenio. Roberto Alomar deslumbraba a propios y extraños con su bate, guante y piernas en Cleveland. Los kilométricos batazos de Carlos Delgado cruzaban fronteras. Bernie Williams y Jorge Posada acumulaban sortijas de Serie Mundial en el Bronx.
Mientras tanto, lejos de los reflectores, en Kansas City, una franquicia que no clasificaba a la postemporada desde 1985, Beltrán se abría camino. Luego de tomarse un café con el equipo grande en 1998, los Reales le entregaron el bosque central para la siguiente campaña, desplazando al establecido Johnny Damon, como bien recordó el boricua en su ensayo de salida.
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El boricua se abrió camino en las Grandes Ligas en 1988 como guardabosque central con los Reales de Kansas City. (Twitter)
Y Beltrán no defraudó. En su primer año completo en el Circo Grande, dio muestras del pelotero que sería por buena parte de las próximas dos décadas. Con un slash line de .293/.337/.454 (AVG/OBP/SLG), 22 cuadrangulares entre sus 56 extrabases, 27 robos de base en 35 intentos, 112 carreras anotadas y 108 impulsadas, sumados a una sólida defensa que incluyó 16 asistencias desde los bosques, el boricua ganó el premio a Novato del Año en la Americana, totalizando 26 de los 28 votos de primer lugar. En Kansas City, una especie de hoyo negro beisbolístico en aquel entonces, había nacido una estrella.
2. Aquel mágico octubre de 2004
Ya entrado el siglo 21, Beltrán reafirmó su estatus de estrella. Sus tres campañas al hilo entre 2001 y 2003 con sobre 20 cuadrangulares, 100 carreras empujadas y 30 bases robadas lo convertían en uno de los peloteros más dinámicos del béisbol. Sin embargo, los Reales nunca encontraron la manera de armar un equipo contendor a su alrededor. Y es así que en junio de 2004, a pocos meses de que le tocara probar la agencia libre por primera vez, Kansas City lo envía en cambio a los Astros de Houston, que luchaba por un comodín en la Liga Nacional.
En poco más de tres meses con su nueva novena, Beltrán explotó. Conectó 23 cuadrangulares y se robó 28 bases sin ser capturado en una sola ocasión. Houston se quedó con el wild card con un juego de diferencia sobre los Gigantes de San Francisco. Y lo mejor de Beltrán estaba por venir.
En la primera postemporada de su carrera, Beltrán nos regaló uno de los despliegues de poder más impresionantes en la historia del béisbol. En tan solo dos series y 12 juegos, igualó la marca de ocho jonrones en una postemporada que Barry Bonds había establecido dos años antes. No obstante, un igualmente implacable Albert Pujols y los Cardenales de San Luis le negaron su primer viaje a una Serie Mundial, recuperándose de un déficit de 3-2 en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional.
3. El contrato
A sus 27 años, y a semanas de haber demostrado sus quilates en el escenario que solo octubre puede ofrecer para los fanáticos de las Grandes Ligas, Beltrán llegó al mercado de la agencia libre en el mejor momento posible.
Tras negociaciones con varias franquicias, que incluyeron a los Yankees de Nueva York y los Astros, el manatieño estampó su firma en un contrato por siete años y $119 millones con los Mets de Nueva York.
En aquel entonces, el acuerdo con los de la Gran Manzana representaba el séptimo más jugoso en la historia del béisbol, y hasta el día de hoy sigue siendo el contrato más grande para un puertorriqueño (y lo seguirá siendo hasta que Carlos Correa y Francisco Lindor destrocen esa cifra dentro de cuatro años).
4. El más completo
Los números para describir la grandeza deportiva de Carlos Beltrán sobran. Es uno de solo cuatro jugadores en la historia que ha acumulado al menos 400 cuadrangulares, 300 bases robadas, 1,500 carreras anotadas y 1,500 carreras impulsadas.
¿Los otros? Willie Mays, Barry Bonds y Alex Rodríguez. También ostenta el segundo mejor porcentaje de robos de base (86.4%) entre aquellos con más de 100 intentos, detrás de Chase Utley (87.8%). Además, Beltrán duplica el número de estafas del todavía activo Utley (312-151).
Según la estadística JAWS –métrica que utiliza el portal especializado Baseball Reference para calcular las credenciales de un jugador para ser elegido al Salón de la Fama– Beltrán es el noveno mejor jardinero central de todos los tiempos. De 1970 para acá, solo un tal Ken Griffey Jr. lo supera.
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Beltrán es uno de solo cuatro jugadores en la historia que ha acumulado al menos 400 cuadrangulares, 300 bases robadas, 1,500 carreras anotadas y 1,500 carreras impulsadas. (Twitter)
Entre los puertorriqueños ni se diga. En su peak (2001-2008), Beltrán fue una máquina de “embasarse”, conectar cuadrangulares, robar bases, cubrir terreno en los bosques y atemorizar a los corredores contrarios con su brazo.
Es decir, si alguien hubiera querido construir el jugador más completo posible, el resultado se habría parecido bastante a Carlos Beltrán. En ese sentido, solo la mejor versión de Roberto Clemente puede compararse entre los hijos de Borinquen.
5. Un jugador de clásicos
Desde que el paradójicamente denominado Clásico Mundial de Béisbol debutó en 2006, Beltrán participó en las cuatro ediciones que se han celebrado, perteneciendo así a un selecto grupo de jugadores que ha dicho presente en cada una de las ocasiones, que incluye, entre otros, a su compatriota Yadier Molina, el astro venezolano Miguel Cabrera y el cubano Frederich Cepeda.
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El pelotero ha representado a Puerto Rico en cuatro clásicos mundiales de béisbol corridos desde el 2006. (Twitter)
Así las cosas, Beltrán encabeza a los puertorriqueños en todas las estadísticas acumulativas: partidos jugados, turnos al bate, carreras, hits, dobles, triples, jonrones, RBI y bases robadas. Igualmente, se encuentra en o cerca del liderato de esas estadísticas entre los jugadores de todos los países.
Nada de eso hubiera sido posible sin el deseo y compromiso de representar a su país, cualidades que se manifestaron mejor que nunca en 2013 cuando, tras recibir un pelotazo durante el entrenamiento primaveral, el toletero insistió en ver acción en el torneo, en circunstancias en que muchos otros hubieran optado por descansar y prepararse para la temporada.
6. A las puertas de la gloria
A pesar de todos sus éxitos individuales, la Serie Mundial seguía eludiendo a Beltrán. En 2006 había caído nuevamente a manos de los Cardenales de San Luis, que derrotaron al boricua y sus Mets en el máximo de siete partidos en la Serie de Campeonato.
El propio Beltrán fue víctima del último out de la serie, el infame ponche ante una curva venenosa de Adam Wainwright con las bases llenas y la carrera del empate en segunda, que empañó otra gran postemporada del guardabosque.
En los siguientes años, los Mets desperdiciaron grandes oportunidades de avanzar a los playoffs y Beltrán fue traspasado finalmente en julio de 2011 a los Gigantes de San Francisco.
Ese invierno Beltrán firmó un contrato de dos años con su némesis: los Cardenales de San Luis. El cambio de escenario revivió su carrera. En dos temporadas, y jugando ya en el jardín derecho para preservar sus operadas rodillas, conectó 56 vuelacercas. Y mejor aún, regresó a la postemporada.
Sin embargo, su primera oportunidad en San Luis culminó con el mismo resultado de sus anteriores incursiones al béisbol de octubre: una derrota en el séptimo choque de la Serie de Campeonato, esta vez ante los mismos Gigantes en los que había militado por dos meses el año anterior.
En 2013, luego de contribuir al subcampeonato de Puerto Rico en el Clásico Mundial y completar otra sólida campaña regular, el sueño de jugar una Serie Mundial finalmente se cumplió. Sus Cardenales chocaron con unos Medias Rojas de Boston que todavía cargaban el corazón de la ciudad tras los atentados de abril en el famoso maratón.
Pero en la parte baja de la segunda entrada del primer encuentro, Beltrán se lastimó las costillas al chocar contra la corta verja del jardín derecho del Fenway Park para robarle un cuadrangular con las bases llenas al dominicano David Ortiz. Con un Beltrán disminuido por el resto de la serie, San Luis cayó en cinco partidos. El anillo de Serie Mundial tendría que esperar.
7. Yankee al fin
¿Y qué mejor equipo para ganar un campeonato que los Yankees de Nueva York, la franquicia con más títulos en el deporte profesional estadounidense? Unos días antes de la Navidad, los Mulos le obsequiaron a Beltrán el mejor regalo posible: una oferta de tres años y $45 millones para que vistiera el uniforme del equipo que había seguido desde niño y donde había querido firmar casi una década antes.
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Beltrán jugó con los Yanquees de Nueva York en las temporadas de 2014 al 2016. (Twitter)
Pero Beltrán deslució de salida en el equipo de sus sueños. Con solo 15 y 19 jonrones respectivamente en sus primeras dos campañas en el Yankee Stadium, parecía que sus entonces 38 años de edad le habían caído encima. Aún así, Beltrán respondió, y de qué manera. En la primera mitad del 2016 igualó la cantidad de cuadrangulares del año anterior y en julio fue elegido a su noveno Juego de Estrellas.
Sin embargo, los Yankees, que se sabían con pocas posibilidades de luchar por el campeonato, optaron por renovar el equipo y Beltrán fue enviado a los Vigilantes de Texas a pocas horas de cumplirse la fecha límite para cambios. Los Vigilantes, la séptima organización para la que jugaba el boricua, se alzaron con el banderín de la División Oeste de la Americana, pero fueron barridos en primera ronda por los Azulejos de Toronto. A pocos meses de cumplir 40 años, las oportunidades para Beltrán se esfumaban.
8. El regreso
De nuevo en la agencia libre, y habiendo culminado el 2016 con promedio de .295, 29 cuadrangulares y slugging de .513, Beltrán estaba en buena posición para conseguir un último contrato, preferiblemente con un equipo contendor.
Los Astros de Houston, con un envidiable núcleo de jóvenes estrellas, encabezadas por el santaisabelino Carlos Correa y el venezolano José Altuve, precisaban de figuras veteranas para redondear al equipo. Y así fue que Beltrán decidió regresar a la ciudad que había abandonado 12 años antes, donde la fanaticada lo recibía con carteles de ‘Bel-traitor’ cuando jugaba como visitante.
“No tengo nada contra los fanáticos de Houston”, aclaró Beltrán en su presentación ante la prensa. “Tomó 12 años mi regreso a Houston, pero me gusta la plantilla que tenemos, la gerencia, el dirigente y los coaches. Es un gran grupo, y solo tenemos que ponerlo a funcionar”.
9. El héroe
Desde sus inicios como profesional, Beltrán proyectó una personalidad reservada, seria, incluso tímida, que en su momento le llegó a ganar detractores entre la fanaticada y la prensa. En principio, esa imagen nunca cambió. Pero sin duda alguna, con el pasar de los años, Beltrán entendió que tenía las cualidades necesarias para asumir un rol de liderato, tanto dentro como fuera del terreno.
Esos esfuerzos se vieron recompensados en 2013 cuando MLB le concedió el Premio Roberto Clemente por su trabajo con la juventud puertorriqueña, que incluyó la apertura en 2011 de la Carlos Beltrán Baseball Academy en el municipio de Florida. El premio Clemente “es el honor más grande que pude haber recibido como pelotero”, afirmó Beltrán en su ensayo de despedida.
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Mayor League Baseball lo galardonó en 2013 con el Premio Roberto Clemente por su trabajo con la juventud puertorriqueña. Le acompaña en la foto Vera Cristina Zabala, viuda de Clemente. (Twitter)
Beltrán igualmente lideró los esfuerzos para que la liga requiriera que cada equipo contara con un traductor de habla hispana en el camerino. MLB procedió a instituir la “Regla Carlos Beltrán” para el inicio de la temporada de 2016.
Y en el momento más difícil para Puerto Rico en décadas, Beltrán respondió. En las semanas siguientes al azote del huracán María, Beltrán donó $1 millón de su bolsillo y recaudó otros $400,000 para los esfuerzos de ayuda. Asimismo, convenció a Jim Crane, dueño de los Astros, para que le prestara su avión privado, con el que se enviaron sobre 240,000 libras de suministros.
10. El campeón
Al tiempo que organizaba las mencionadas iniciativas de apoyo a su país, la postemporada se avecinaba para Beltrán y los Astros. El 2017, ciertamente, no había sido un buen año para Beltrán en el terreno, al registrar sus números más pobres desde un 2010 plagado de lesiones.
Colectivamente, la historia era otra. Con una maquinaria ofensiva que hacía inconsecuente la falta de productividad del boricua, los Astros dominaron a su antojo la temporada regular al son de 101 victorias. Para la postemporada, Beltrán sabía que tendría un rol limitado, mayormente como bateador emergente e iniciando uno que otro juego como bateador designado.
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Beltrán obtuvo finalmente su anillo de una serie mundial de béisbol este año con los Astros de Houston. (Twitter)
Aún así, Beltrán encontró la forma de hacerse sentir. Cuando Houston desperdició una ventaja de 2-0 en la Serie de Campeonato frente a los Yankees al perder los tres juegos en el Bronx, fueron los dotes de liderazgo de Beltrán y otros veteranos (además de otra joya monticular de Justin Verlander) las que sacaron al equipo del marasmo.
En la Serie Mundial, los Astros y los Dodgers se enfrascaron en un clásico para el recuerdo. Beltrán no fue factor en el terreno, yéndose en blanco en tres turnos como emergente. Pero cuando el inicialista Yulieski Gurriel recibió el tiro de José Altuve para el out número 27 del séptimo juego allá en el Dodger Stadium, Carlos Beltrán era, de una vez y por todas, un campeón de la Serie Mundial, llenando el último blanco que restaba en una gloriosa carrera y dando el primer paso en el recorrido hacia la inmortalidad.