La semana pasada los y las estudiantes convocaron a un piquete en el Jardín Botánico en protesta a la posible alza en el costo de la matrícula en la Universidad de Puerto Rico. Tuve la oportunidad de piquetear con ellos y ellas por espacio de hora y media —tiempo de sobra para confirmar la sospecha de que la universidad es el lugar donde uno aprende (y a donde uno regresa cuando conviene recordar) el valor de la suspicacia, la solidaridad y la resistencia.
En los piquetes uno aplaude para llevar el ritmo, subir los ánimos, mantenerse alerta. Yo los aplaudía sencillamente. Porque amo a mis estudiantes. ¿Eso se puede decir? ¿O es muy cursi? En mis cursos de escritura creativa no hay nada peor que un texto cursi. Tan cursi como un piquete, digamos. Como las consignas en las pancartas de los y las estudiantes que caminando en círculos aparentan creer que le sacan ventaja al gobierno. Quien aún no conoce la belleza los miraría con condescendencia o pena. Mientras, yo aligeraba el paso para no quedarme muy atrás.
Yo le temo a ese atrás. Como le temo a quedarme tras mi escritorio mientras ellos y ellas recorren el Recinto con camisetas, pancartas y folletos repletos de cursilerías extremas. Cuando los veo pienso que no tengo nada que temer siempre y cuando aligere el paso, me mantenga cerca.
Cuando decidí mantenerme cerca de la poesía, comencé a escribir versos random en mis zapatos. Porque amo la poesía. ¿Eso se puede decir? ¿O es muy cursi? En mis cursos de escritura creativa no hay nada mejor que un estudiante que hable de la poesía como de un piquete y que escriba versos creyendo que le saca ventaja al gobierno. Quien aún no conoce la belleza lo miraría con condescendencia o pena. Yo leo su texto con devoción para no quedarme muy atrás.
Le temo a ese atrás. Como le temo a quedarme sentado en mi escritorio escribiendo cursilerías mientras ellos y ellas escriben sus zapatos y la brea que pisan. Cuando los veo, pienso que no tengo nada que enseñarles sobre la poesía más allá de la importancia de mantenernos todos y todas con ella cerca.
Guillermo Rebollo Gil es ensayista, poeta, sociólogo, abogado y profesor universitario. También es parte del grupo de colaboradores permanentes de Diálogo Digital.