Para visitar la librería, primero tuvimos que mostrar nuestros pasaportes en la cabina de información a la entrada de la universidad. La guardia preguntó qué libro interesábamos adquirir. Contestamos que queríamos ver TODOS los libros [y olerlos, de ser posible. Jugar a que estábamos en un biblioteca de ensueño, con millones de cubiertas vacías en los anaqueles, que iban adquiriendo letras, líneas, identidad, color y contenido al tacto]. Consultó al librero por teléfono. Entonces nos tomó una foto a cada uno. Imprimió identificaciones para pegar en nuestras camisas, encimita del corazón. A los pocos minutos, apareció un muchacho para escoltarnos hasta la librería.
Una vez allí me aventuré a oler un pequeño poemario con el dibujo de un hombre que se lanza a una caja abierta y otro de título ¿Qué es la Democracia?. Los protocolos de seguridad, según nos explicó el librero, se deben a: 1) los secuestradores (son extremadamente malos), 2) el estudiantado (es extremadamente rico). “Es el costo de la democracia”, dijo. Yo asentí sin entender, pasando apresuradamente las páginas del libro a ver si me topaba con una definición del término. Pero no tuve éxito. De inmediato, sentí que la caja se cerraba.
Cito del poemario: “Me quitaron las palabras de la boca,/ esas cuatro o cinco líneas que diría/ si de pronto regresaran con el vuelto/ y las sillas tapizadas nuevamente: grabadoras que repiten unas voces/ tan seguras de que alguien las escucha”. Ensayo mi propia definición: la democracia es una caja abierta desde la cual el hombre se lanza al vacío, sin haber dicho nunca nada, sin poder explicar por qué.
¿Qué es peor, la mala poesía o la mala teoría política?
En el interior de la universidad, un grupo de profesores y profesoras visitantes, provenientes de diversas partes del mundo, conversábamos acerca del acceso a la educación y la justicia. Todos llevábamos nuestra información encimita del corazón. Uno decía “democracia” y los demás asentíamos, sin entender. Era como hablar del vacío dentro de una cajita cerrada. Si prestabas atención podías escuchar los cuerpos dándose duro contra la tapa, intentando forzar la entrada.
Guillermo Rebollo Gil es ensayista, poeta, sociólogo, abogado y profesor universitario. También es parte del grupo de colaboradores permanentes de Diálogo Digital.