Aunque el pasado miércoles 5 de agosto la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) anunció que se llevaría a cabo la siembra de nubes en Puerto Rico con un enfoque investigativo, lo cierto es que los expertos de la Universidad de Puerto Rico (UPR) para supervisar el proyecto, aún no se han reunido con representantes de la empresa encargada de esta iniciativa, aun cuando la compañía podría comenzar dicho trabajo en cualquier momento.
“No hemos podido reunirnos y discutirlo a fondo porque no hemos tenido el tiempo, pero como apremia la sequía, la AAA siguió con el proyecto pero se está tratando de establecer cuáles son los parámetros y las guías que deben regir el procedimiento”, declaró Israel Matos, asesor de la Oficina Estatal para el Manejo de Emergencia y representante de ese cuerpo ante el Comité Técnico de Sequía del Departamento de Recursos Naturales y ambientales (DRNA).
Matos, sin embargo, aseguró a Diálogo que ya se encuentra en comunicación con los doctores Héctor Jiménez, del Recinto Universitario de Mayagüez; Olga Mayol, del Recinto de Río Piedras; y Rafael Méndez Tejeda, de la UPR en Carolina, para realizar la primera reunión la próxima semana.
La propuesta de la llamada “siembra de nubes”, que implica rociar las nubes con yoduro de plata y cloruro de calcio para provocar que el hielo en ellas se derrita y se precipite el agua en forma de lluvia, llegó a la mesa del Comité Técnico en junio para que el cuerpo la evaluara y emitiera sus recomendaciones. Debido a varias objeciones respecto al asunto de la efectividad del procedimiento, los expertos que componen el Comité recomendaron que se llevara a cabo el proyecto sólo a nivel experimental e investigativo, liderado por la UPR. Esto con la intención de que exista en la Isla documentación científica que pueda probar si la técnica es efectiva o no en Puerto Rico, de cara a los futuros retos que pueda plantear el calentamiento global y las sequías más frecuentes.
“Teníamos un poco de preocupación en la propuesta inicial y era que la voz o el portavoz de la estrategia era la empresa que asperja (las nubes) y esa empresa pues tiene destrezas en levantar un avión y utilizar el mecanismo para operarlo pero no tenía la pericia científica ni técnica, no tiene esas credenciales”, explicó el planificador Félix Aponte, también miembro del Comité Técnico de Sequía.
El presidente de la AAA, Alberto Lázaro Castro, indicó el miércoles que los costos de contratación de Seeding Operations and Atmospheric Research (SOAR) rondan en los $66,500 mensuales, a los que se sumará la compra de combustible y bengalas, que dependerán de la ejecución que se realice cada mes. No ha quedado claro, sin embargo, cuando esta compañía comenzará a rociar las nubes, ni los parámetros científicos ni ambientales por los cuales se va a regir la empresa.
Varios expertos, incluyendo al profesor Rafael Méndez Tejeda, uno de los científicos de la UPR recomendados para supervisar el proyecto, aseguraron a Diálogo que una mayoría del Comité de Sequía se opone enérgicamente al proyecto de siembra de nubes en términos operacionales, de modo que sólo lo aprobaron para llevarse a cabo bajo un enfoque investigativo científico.
“Nosotros sugerimos que cualquier experimentación debía hacerse desde una perspectiva académica, por eso recomendamos que la UPR asumiera un rol primario, por los expertos que tiene la Universidad en temas relacionados a la atmosfera y a su comportamiento”, explicó Aponte.
Algunas de las preocupaciones más apremiantes de los expertos respecto el proyecto, es que la técnica sólo ha sido probada en extensiones de terreno mucho mayor al territorio de la Isla, como en el estado de Texas y California. Solamente Cuba, que experimentó la siembra de nubes en el año 2005, se asemeja relativamente en tamaño a Puerto Rico, y en esa ocasión la vecina isla sólo logró entre un 22 y 30 por ciento de precipitación, lo cual se encuentra dentro de los parámetros regulares de lluvia.
Por otro lado, de acuerdo a Aponte, la literatura examinada sobre el proyecto en Cuba no cuenta con el rigor científico necesario para medir o establecer cuánta lluvia cayó por causa de la manipulación con yoduro de playa y cloruro de calcio. Es precisamente ese rigor técnico-científico lo que se busca establecer en Puerto rico, utilizando los expertos de la UPR, de modo que se pueda medir con exactitud la efectividad de la técnica. Además, miembros del Comité temen por los efectos que puedan tener los químicos sobre el ambiente y la salud.
“Al ser Puerto Rico un territorio pequeño, ¿qué garantías hay de que la nube se ubique exactamente en donde tiene que llover? Obviamente la Autoridad de Acueductos quiere tratar, pero yo desde el punto de vista científico no veo bien la siembra de nubes para Puerto Rico”, agregó Méndez Tejeda, director del Laboratorio de Investigación en Ciencias Atmosféricas de la UPR en Carolina.
Los especialistas de la UPR indicaron que el proceso de siembra de nubes implica, precisamente, la existencia de nubes en la atmósfera, de modo que SOAR debe primero analizar los radares atmosféricos e identificar las nubes y la dirección del viento más conveniente, como parte del intento de que la lluvia se precipite en las zonas donde están ubicados los tres embalses principales, Carraízo, La Plata y Cidra. La esperanza científica, sin embargo, también parece desvanecida desde el punto de vista de Aponte.
“A nivel personal yo cruzo los dedos de que produzca algún resultado positivo porque ciertamente hace falta agua urgentemente, pero por el lado científico no tengo mucha esperanza en que tenga resultados de la magnitud que necesitamos, pero ya la decisión está tomada”, manifestó el planificador.