La Escuela de Farmacia del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico lleva a cabo esfuerzos a través de su currículo para potenciar el cuidado farmacéutico de las personas, con el propósito principal de integrar y tomar en consideración determinantes sociales de la salud, como la pobreza.
Desde el año 2005, se integró a la oferta académica de los estudiantes doctorales de la Escuela de Farmacia un currículo enfocado en el desarrollo de competencias sociales con el fin de que los futuros farmacéuticos, al llegar al espacio laboral, consideren en sus decisiones los determinantes sociales de la salud que afectan una población específica. Esto ya que, de acuerdo al Censo de 2010, unas 500 mil personas viven bajo el nivel de pobreza en Puerto Rico, siendo este uno de los determinantes sociales que más afecta a la población puertorriqueña.
“Nuestro objetivo es que ese farmacéutico en potencia vaya desarrollando esas competencias y sean proactivos, sensibles, solidarios tolerantes, un profesional ético, comprensivo, compasivo, que quizás no va a poder solucionar todos los problemas pero va a dar su mayor esfuerzo”, puntualizó la profesora Mayra Vega Gerena.
Recientemente, según el comunicado de prensa del RCM, un grupo de 42 estudiantes doctorales de tercer año de la Escuela de Farmacia revelaron innovadores planes de negocio en los que las farmacias integran, como enfoque principal, el cuidado y la promoción de la salud de cada paciente. Durante un año, los alumnos llevarán a cabo la planificación estratégica de un servicio que atiende una necesidad de salud en el escenario de una farmacia.
Como parte del currículo, la Escuela de Farmacia también destaca la planificación estratégica y empresarial, con el fin de desarrollar y ampliar las posibilidades profesionales de los futuros farmacéuticos, al tiempo que promueven la reflexión y la búsqueda de soluciones a problemas relacionados a la salud pública.
Esta última etapa del currículo de Farmacia responde a un concienciado orden de experiencias educativas y académicas, en el que en primer lugar se expone a los alumnos a la realidad social de una determinada población.
“Buscamos que nuestros estudiante miren a la sociedad y a sí mismos, desde una perspectiva de salud pública”, destacó Vega Gerena.
Como parte del componente psicosocial del currículo, los estudiantes analizan los retos que enfrenta la profesión farmacéutica en distintos escenarios sociales, al tiempo que se adentran en el estudio mismo de la educación en salud y a la importancia o relevancia que tiene la cultura en las distintas profesiones de la salud.
Durante el primer semestre del primer año, los estudiantes doctorales llevan a cabo recorridos en distintas comunidades y sectores, identifican elementos que distinguen la cultura y la población e identifican los problemas a los que se enfrentan dichas comunidades. En semestres subsiguientes, se amplía la experiencia con aplicaciones en las dimensiones éticas, de comunicación a pacientes, trabajo interprofesional y, gerencia, entre otros aspectos relacionados a la práctica de la profesión de forma ética y responsable.
“Se trata de experiencia de aprendizaje en servicio y que reconozcan que existen unos determinantes sociales”, explicó la educadora.