Desde tiempos milenarios la producción de artesanía fue un medio vital de subsistencia para muchas comunidades. Aunque en muchos países
latinoamericanos, la economía ha evolucionado y descansado en otros renglones, en ciertas comunidades primitivas la artesanía continúa siendo
medular para el sostenimiento de muchas familias. Tal es el caso de Perú.
Perú alberga una de las más extensas variedades de artesanías del mundo. La extensa producción artesanal ha sido el vehículo con que se que ha preservado la identidad cultural peruana. Estas piezas causan la admiración de los turistas por su diversidad, colorido y creatividad, pues dentro de éstas se esconden siglos de historia. Incorporan la fundición de los símbolos prehispánicos nativos y aquellos elementos españoles y católicos traídos por los conquistadores. También encierran otros importantes elementos que se evidencian en la armonía de los diseños geométricos en los tejidos, la minuciosa representación de la vida en el campo y el mestizaje cultural.
Las ciudades en las alturas como Huancayo, Cuzco, Puno y Arequipa se especializan en mercadería de lana, mientras que en las áreas selváticas como Iquitos y Pucalpa lo que prevalece son los collares, cerbatanas y lanzas.
Sin embargo, a pesar de la importancia que significa para el Perú, el mercado artesanal no existen regulaciones, leyes o sistemas de ayuda bien desarrollados por parte del gobierno para la comercialización y desarrollo de este taller. Es por esto que en el 1983 se fundó una organización llamada Artesanía Intercomunal del Perú (AIP), con el propósito de aportar al desarrollo individual de los artesanos puesto que los intermediarios y empresarios les explotaban exponiéndolos a baja paga y condiciones inhumanas de producción. El nacimiento de esta organización fue coordinado por el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) y su líder Padre Neftalí Liceta, quienes realizaron los trámites iniciales y la búsqueda de compradores en Europa.
A través de los años AIP fue ganando terreno en la comercialización directa logrando establecer lazos con organizaciones solidarias de Europa y Estados Unidos. Sin embargo, problemas de liderato dentro de la organización provocaron que ésta se dividiera. Fue así como nació la Central Interregional de Artesanos del Perú. Esta entidad tiene la finalidad de canalizar la comercialización de los productos artesanales elaborados por sus miembros, lo que a su vez mejora sus condiciones de vida y el desarrollo de las comunidades que estos habitan.
Este colectivo funciona como una organización no gubernamental sin ánimo de lucro y está conformado por asociaciones y grupos de productores de artesanías procedentes de diferentes regiones de Perú. Luego de su fundación y organización en el 1996 se fundó CIAP Comercial, una empresa comercial diseñada para canalizar lo que es la principal función del CIAP: la exportación y comercialización de estos productos. Además se gestionó la Cooperativa de Ahorro y Crédito del Artesano, institución financiera creada para complementar las actividades de producción y comercialización de los artesanos y sus micro empresas.
La CIAP provee otros servicios entre los cuales se encuentran la realización de talleres para mejorar los talleres de sus miembros, ayuda en la gestión administrativa y comercial de los mismos, promoción en información de los productos de sus miembros a nivel nacional y mundial y la realización de actividades sociales que familiarizan a los turistas con los nativos creando una experiencia única que beneficia a ambos grupos y propiciando el contacto que provoca la interacción de diferentes culturas, esto último por medio de “Pachanama”, una agencia de turismo alternativo afiliada a la CIAP.
En la actualidad la CIAP labora en acuerdo con la Asociación Civil “El Ayllu”, para promover una ley que beneficia a estos artesanos tomando en cuenta sus necesidades y opiniones y que a su vez los inserte en un Plan General de Desarrollo Nacional.
En el año 2010, la Cooperativa de la Central Interregional de Artesanos sobrepasó los mil socios y aunque en un principio sólo miembros oficiales podían participar de sus servicios, hoy se permite que cualquier persona que se dedique a actividades productivas o comerciales pueda asociarse, acogiéndose a sus beneficios como acceder a créditos, ahorrar sus excedentes con intereses preferenciales, participar de las capacitaciones y aprovechar de los canales comerciales con los que CIAP promueve la comercialización de productos mundialmente.
Este articulo es la tercera parte de una serie que busca divulgar distintos proyectos de cooperativismo y economía solidaria que han surgido como consecuencia de crisis económicas en distintos países. Esto, como contraposición a los modelos económicos imperantes: estatal y privado. El cooperativismo, como alternativa, busca combatir la marginalidad y la pobreza creciente, así como la brecha entre ricos y pobres, desde una perspectiva humana. El movimiento cooperativo asienta sus orígenes en la formación de la Sociedad Equitativa de Pioneros de Rochdale, en Inglaterra en 1844, donde un grupo de obreros de la industria textil que se enfrentaban al desamparo económico, se agruparon para crear una fuente de producción que les asegurara el sustento.
Vea la primera y segunda parte de la serie:
Cooperativismo: la economia alternativa (II): Corporación Mondragón: un fenómeno surgido de la posguerra española
Cooperativismo: la economia alternativa (I): FASINPAT: modelo de manufactura cooperativa