El reloj marca las once de la noche, en el lunes después de que las cenizas de Fidel Castro fueron depositadas en el cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.
Hay cansancio. El terminal de vuelos nacionales del aeropuerto capitalino está casi vacío. Solo queda un puñado de viajeros, la mayoría turistas, excepto un grupo de periodistas: dos técnicos cinematográficos de Los Ángeles, Averie Timm y Travis Cook; el pana español Pablo, corresponsal en Miami para El País; otro escritor chileno; otro fotoperiodista brasileño; y la persona que escribe estas líneas, que también produce junto a los dos angelinos para la plataforma audiovisual 360 Ryot, del Huffington Post.
Uno a uno, llegan taxis y a cuentagotas se marcha la gente. Quedan los dos californianos y el boricua. Y llega Domínguez.
“¡Ño! ¡Al fin!”, expresó, en son de vacilón.
“Es que aún estamos cayendo en tiempo”, nos dice Domínguez, quien muestra un físico mucho más joven para “los sesenta y pico” de años que dice tener.
Domínguez confiesa cargar más de tres décadas de bagaje en el oficio de taxista, y nos lleva a nuestra casa particular en El Vedado. Le preguntamos cuán normal, después de ocho días de duelo, va la cosa en la Capital.
“Pues hoy ya va todo con la cotidianidad de siempre. Ahora, yo todavía siento un poco de dolor. Es que, asere, lo que Fidel logró, contra muchos obstáculos, ha sido mucho”, apuntó.
La pasada semana ha sido una muy ajetreada con esto de la muerte del comandante de la Revolución y esos achaques no se van de la noche a la mañana.
Una semana antes…
Por ejemplo, el lunes pasado, distintas agrupaciones universitarias convocaron a los estudiantes para una marcha masiva hacia la Plaza de la Revolución. Era el primer día en que eran expuestas las cenizas del mayor de los Castro.
“Estuvimos ese día en la Plaza Ignacio Agramonte, de la Universidad de La Habana, desde las ocho de la mañana y pudimos ver como ese espacio se llenó en ruta a la marcha”, me dice el estudiante puertorriqueño y colaborador de Diálogo, Sebastián Otero Oliveras, al encontrarse con este reportero la mañana del martes.
El martes, La Habana mostraba vida, mucha. El mercado de El Vedado lucía tan bullicioso como siempre. En la heladería Coppelia, ya a mediodía se veían las colas.
“Es que también ya estamos entrando en el período alto de turismo. Hubo mucho turista por lo de Fidel, pero ahora es que es el momento fuerte para nosotros”, me comentó un camarero del lobby de la Habana Libre, hotel donde llegamos a descargar video y audio y a transmitir esta crónica, pues es de los sitios más efectivos para el WiFi que hay en el centro de La Habana.
De hecho, es aquí donde me topo con Otero Oliveras. Y ahí veo toda la documentación visual que tiene sobre aquel lunes de luto universitario para Castro. Aprovechamos entonces para transportarnos, desde el lente de Otero Oliveras, a aquel lunes memorable en el que miles de estudiantes marcharon juntos hasta la Plaza de la Revolución.
A continuación un vídeo hecho por Otero Oliveras y fotos del lunes en el que los estudiantes se fueron a rendirle homenaje a Castro.