
A la Feria le salió un competidor de cuidado la semana pasada. Krispi Kreme abrió su primer establecimiento en Guadalajara y, tal y como ocurrió en Puerto Rico, miles hicieron fila para su apertura. Para que no digan que sólo en nuestro país la gente se amanece para una ingesta calórica.
La Feria del Libro de Guadalajara es un rito que combina el foro cultural con la alfombra roja. Este año la estrella es Carlos Fuentes que acapara las miradas y los oídos. Los consagrados como él llenan los escenarios con su aura literaria y con su mitografía. Pero también lo hacen los up and coming, la nueva generación de escritores y enfants terribles, con sus propuestas de letra nueva.
La Feria es también un mercado gigantesco donde compradores y vendedores desafían la cacofonía de publicidad para cerrar tratos individuales y colectivos. Pero el libro sigue siendo el rey, como la ranchera de José Alfredo Jiménez. Recorrer las estanterías es como recorrer una dulcería con sus tentaciones, sus empalagos y gratificaciones.
Francisco Rodríguez Núñez, decano de nuestra Escuela de Arquitectura, empezó desde el año pasado a tramar un concepto de diseño para el stand de la Editorial de la Universidad de Puerto Rico. “Cuando lo presentó, lo primero que me vino a la mente fue la pintura de Dalí sobre el tiempo. Es un concepto innovador, los libros no están tiesos como en una góndola del supermercado o estante de librería. ”, me dice Manuel Sandoval, director de la Editorial.
El decano Rodríguez, los profesores Carlos Pérez y Carlos García Moreira y la recién egresada del Programa de Maestría de la Escuela de Arquitectura, Katia González, son la firma detrás del exhibidor de la Editorial. En lugar del tradicional diseño figurativo, nuestros libros se exponen en un ambiente de sala de lectura. El equipo quiso crear una atmósfera que invite a hojear los libros que se descuelgan de los estantes. Esta oferta a los sentidos se complementa con un mural hecho de las portadas de la extensa bibliografía de la Editorial, poniendo énfasis en los colores y los diseños más llamativos. Otro gancho estético es que en el logo de la Editorial, conformado por tradicional torre universitaria, se utilizan los grabados que hiciera Nelson Sambolín para ilustrar la traducción de Julio Cortázar de la Obra en prosa de Edgar Allan Poe, y que es una de las atracciones que trae la Editorial este año.
“Nuestro trabajo aquí en Guadalajara es parte de una serie de intervenciones que realiza la Escuela tanto en la Universidad como en el país”, me señala, el decano Rodríguez al tiempo que destaca que los talentos de docentes y estudiantes de la UPR son una cantera inagotable. En estos momentos la Escuela colabora en varios proyectos del Recinto, entre ellos, un nuevo concepto para los espacios que dan a la Avenida Barbosa y un jardín entre la Escuela, Bellas Artes y la Residencia en honor al escritor centenario Francisco Ayala. Las colaboraciones se extienden al recinto de Aguadilla para el cual acaban de realizar un Plan Maestro de Crecimiento y al de Cayey donde trabajan con el Maestro Antonio Martorell. Pero ahí no queda la cosa. La Escuela trabajó una propuesta para integrar a los pescadores en el proyecto San Juan Waterfront y con el Departamento de la Vivienda en un Plan Maestro para el área de Berwind en Río Piedras. Tienen además las manos llenas con la próxima edición del Carro Solar, un proyecto en el que se vinculan la Facultad de Administración de Empresas, la Escuela de Comunicación y la Escuela de Bellas Artes.