Cuando el patriarca de la familia Thomas decidió que todos se mudarían de San Juan a Culebra, y que el ingreso familiar provendría del negocio de buceo que montaría en la isla municipio, Vance Thomas tenía 10 años, una niñez acostumbrada a las distracciones de la ciudad y ninguna inquietud política. Era el 1975, y la mudanza coincidía con la salida de la Marina de los Estados Unidos de suelo culebrense.
A 39 años de esa mudanza, Thomas –en aquel entonces un niño sanjuanero; hoy día, un culebrense a la cabeza del Departamento del Trabajo y Recursos Humanos (DTRH)– todavía recuerda cómo llegó a la islita.
“El viejo mío tenía un amigo en Culebra, un pescador de muchos años, que bajó con su bote de Culebra y recogió la mudanza en el muelle de Fajardo. (Nosotros) fuimos juntitos en un bote de pesca. Y mirando hacia atrás”, agregó poco después, como si pescara el recuerdo en el mar de las memorias, “es lo mejor que nos pudo haber pasado”.
Demás está decir lo radical del cambio. Pasar de la vida rápida y agitada de la ciudad –y perderse por obligación en el bosque de edificios– a la vida relajada y tranquila de la playa, y dejarse perder, por placer, entre la arena y el agua. Cambiar la película en el cine por el espectáculo en primera fila de la puesta del sol.
De su juventud recuerda la crianza. “No había que tener gente que acompañara a uno a ningún sitio porque había esa confianza. No había temor al crimen y uno adquiría mucha independencia como individuo, cosa que para mí era desconocida porque acá uno podía jugar en el patio de la casa y cuidao’, porque los viejos salían cada cinco o diez minutos a ver si uno está ahí todavía”, contó.
Su educación también quedó marcada por la mudanza. Eran pocos los maestros dispuestos a hacer el sacrificio de mudarse a la isla municipio. También eran pocos los estudiantes que culminaban y proseguían estudios.
De su clase graduanda de escuela superior fueron siete. “De hecho, de esa clase, yo fui el único que realmente me fui a estudiar. Algunos empezaron pero no terminaron, porque tenían otras prioridades en la vida”, apuntó. También, porque no se acostumbraron a lo metropolitano.
“Yo tengo un amigo que es tres años mayor que yo y estudiaba en la Iupi. Nosotros llegábamos el domingo a Fajardo en lancha para coger el carro público hasta Río Piedras. Cuando llegábamos, él no desempacaba las maletas porque decía que ‘a la primera que yo tenga la oportunidad de agarrar la maleta y agarrar el carro público y virar pa’ Culebra yo quiero tener la maleta lista, yo no quiero desempacar los domingos’ y literalmente era así. Él no desempacaba. Y es esa conexión bien difícil de romper”, narró el funcionario.
Thomas pudo acostumbrarse otra vez a la ciudad. Se gradúo de Ciencia Política, y después de Derecho, del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR). Para ese entonces ya coqueteaba con la política. Si bien la semilla de la independencia se la debe a Dolly Camarero, líder cívica culebrense, es en la UPR que comienza a participar de las actividades del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP).
Lo demás es seguir su trayectoria. En el 1992, con 27 años, aspira a la alcaldía de Culebra por el PIP, siendo el candidato más joven de cualquier partido en esas elecciones. En el 2000 hace lo mismo, pero esta vez como candidato para la alcaldía de San Juan. Ese mismo año lo arrestan por desobediencia civil en protesta por la presencia de la marina estadounidense en la isla municipio de Vieques.
Entre el 2000 y el 2012, se dedica a la práctica legal privada. En el 2008 es nombrado para dirigir la Comisión de Derechos Civiles, donde estuvo hasta el 2012. También fue cabildero legislativo para proyectos en el área de la salud. Así fue como conoció al entonces senador Alejandro García Padilla, quien –una vez electo en los comicios del 2012– le pide formar parte de su gabinete como secretario del DTRH. Desde entonces, no ha habido sorpresas.
“Cuando uno es independentista, hay la percepción inmediata de que uno es inteligente, honesto, que todo el mundo te quiere. Ya cuando asumo la posición, pues automáticamente la mitad del País te rechaza, o parten de la premisa que eres deshonesto. Y yo soy la misma persona, exactamente el mismo que era hace tres años”.
O que hace 39 años, cuando se mudó a Culebra. “Yo no vivo en Culebra desde el 1993. Pero cuando pienso en mi hogar y en mi casa, yo lo que pienso es en Culebra. Y a pesar de que no voy tan a menudo como quisiera ir, esa sigue siendo mi casa”.