Del total de certificados de personas fallecidas codificados luego del paso del huracán María con la clasificación X37 o “víctima de una tormenta cataclísmica” en el Registro Demográfico, solo tres fueron completados por médicos que no son del Instituto de Ciencias Forenses (ICF).
A pesar de que los tres médicos relacionaron de manera inequívoca la muerte de sus respectivos pacientes al fenómeno atmosférico, ninguno de esos casos forma parte de la lista oficial de muertes que el Departamento de Seguridad Pública (DSP) relacionó al huracán. Los doctores entrevistados desconocían que sus casos no formaban parte de la lista.
“¿Aun cuando yo le puse en el expediente que [la muerte] era asociada a ello (huracán María)? Eso sí que me sorprende. Yo le hice esa observación”, reaccionó el doctor Julio Marrero Guadalupe, especialista en medicina de familia, al ser entrevistado en Cidra.
El médico se refiere al caso de Cándida Arguinzoni Ríos, de 94 años. El encasillado número 25 de su certificado de defunción lee: “Falta de agua y electricidad tras paso huracán María”, como una de sus causas de muerte. Pero Cándida no está en la lista oficial de 64 fallecidos del DSP.
Tanto el doctor Marrero Guadalupe como el doctor Rexie Navarro, también especialista en medicina de familia en Aibonito, confirmaron que fue mediante reportajes periodísticos que tomaron conciencia sobre incluir en los certificados de defunción la relación del huracán y sus secuelas con las muertes que certificaban.
X37 forma parte de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados de Salud, establecida por la Organización Mundial de la Salud. Dicho código incluye las secuelas del paso de un huracán y el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) reconoció la importancia de esta clasificación en su guía de referencia para la clasificación de muertes relacionadas a desastres.
Aunque el gobierno ha insistido en que el protocolo que siguió durante y luego del huracán es el aprobado por el CDC en un reportaje previo, el ICF, el Colegio de Médicos Cirujanos de Puerto Rico y la Asociación de Hospitales de Puerto Rico, confirmaron al CPI y Metro que el Departamento de Salud (DS) ni el DSP notificaron sobre dicha guía, la importancia de documentar correctamente las muertes relacionadas al huracán, ni un protocolo de emergencia que sirviera de apoyo a los médicos que completarían los miles de certificados de defunción que hoy son objeto de análisis.
“Realmente no hubo una directriz como tal del Departamento [de Salud] y de hecho yo desconocía la definición del CDC, lo leí a través del informe que ustedes hicieron (refiriéndose al Centro de Periodismo Investigativo) y de la información que salió más tarde de la clasificación que se daba. Ya para diciembre se estaba cuestionando eso (las circunstancias de las muertes) y ahí entonces empecé a hablar con los de la facultad [médica], que todo lo que tuviera fallecimiento que fuera por complicaciones debido a la falta de los servicios básicos, que se añadiera en el acta [de defunción]”, relató Marrero Guadalupe.
Navarro, por su parte, aseguró que fue a través de otro informe periodístico que se enteró de que en el encasillado 25 del certificado de defunción tenía la posibilidad de colocar si el huracán María o sus secuelas eran una de las causas de muerte de algún paciente.
“Yo dije, ‘pues si eso nadie nos lo notificó a ninguno de nosotros los médicos’”, sostuvo el doctor.
El tercer médico que certificó una muerte asociada al huracán María fuera del ICF, es el doctor José Pérez Valentín, generalista en el municipio de Adjuntas. En su caso, certificó el fallecimiento de una mujer de 82 años, quien murió el 17 de febrero de 2018. Entre las causas de muerte aparece la codificación X37, “víctima de una tormenta cataclísimica”. Luego de varias gestiones, al cierre de esta edición no había sido posible contactar a Pérez Valentín.
Contundente relación entre muerte y secuelas de María
Cándida Arguinzoni Ríos, natural de Cidra, tenía un diagnóstico de diabetes, hipertensión arterial, demencia senil y úlceras sépticas, condiciones que figuran como causas de muerte en su certificado. Sin embargo, las secuelas del huracán fueron letales para salud.
Cándida se encontraba encamada desde hace dos años, aunque en su hogar recibía el cuidado médico y familiar que requería, relató su hija Alicia Rodríguez.
“Mi mamá era una señora fuerte, a pesar de que estaba encamada por su condición, pero ella hasta cantaba; el huracán fue lo que la afectó”, aseguró Rodríguez. Todo cambió el 20 de septiembre de 2017. Tanto el servicio de energía eléctrica como el de agua potable fueron interrumpidos desde la noche anterior al día del evento atmosférico.
“Desde ese día para acá no fue la mamá que yo tenía antes del huracán. La vi todo el tiempo triste, cambiaba de humor, me decía que le picaba mucho el cuerpo, que hacía mucho calor”, continuó Alicia.
Aunque los primeros días se apoyaron de un generador de electricidad, el equipo dejó de funcionar y no pudieron repararlo. Además, el acceso a agua potable no era suficiente para atender las necesidades de Cándida, a pesar de que el propio médico aseguró que la familia hizo todo lo que estuvo en sus manos para atender las condiciones de la anciana.
“No teníamos la planta (generador de electricidad), no teníamos luz, abríamos las ventanas para que entrara aire, yo la ponía para el lado de la ventana, pero se me cansaba, tenía que virarla, no le daba el aire que tenía que darle. Fue bien difícil”, recordó la hija.
Aunque la mujer ya había sido hospitalizada en ocasiones antes del huracán, debido a úlceras que se producen cuando una persona está encamada y la falta de movimiento, su médico aseguró que en el pasado había sido dada de alta de manera favorable y sin complicaciones.
Cándida celebró su último cumpleaños el 2 de noviembre de 2017. “Lo hicimos en el mismo cuarto, le pusimos una mesita, tenía dos bizcochos. Fue muy bonito y ella risueña, bien contenta”.
Entrada la Navidad, el deterioro de su salud continuó avanzando y tuvo que ser hospitalizada en el Hospital Menonita en Cayey, donde permaneció 13 días. Durante ese periodo, fue restaurado el servicio de energía eléctrica la comunidad donde reside en Cidra. Pero ya era muy tarde para ella. En sus últimos días dejó de hablar. El miércoles 13 de diciembre de 2017, Cándida fue dada de alta y regresó a su cama.
“Ella no habló más, ella lo único que hacía era que se me quejaba”, continuó Alicia. “La bañé y era como si me estuviese hablando con los ojos, como ‘déjenme ya, que no puedo’, tanto dolor en ese cuerpo que ya ella no resistía ese dolor. Yo al verla así, sabía ya que se me iba a ir”.
“Me miró y cerró los ojitos”, recordó la hija. Entonces, llamó al doctor Marrero Guadalupe, quien llegó hasta el hogar de Cándida en Cidra, donde fue certificada su muerte.
“Yo tenía esperanza de que cuando él (doctor Marrero Guadalupe) la chequeara me dijera, ‘todavía ella tiene vida, va a seguir contigo’, pero no, ya se había ido”.
Cándida falleció el 15 de diciembre de 2017, seis días después de que el DSP congelara en 64 el número de muertes relacionadas al huracán.
“¿Por qué no la tiene a ella ahí [en la lista]? Si ella también tiene derecho a estar en esa lista, porque fue por eso que ella se fue (por las secuelas del huracán). Me duele eso”, afirmó Alicia.
“Cuando yo fui a visitarla, aunque en la casa hicieron todo lo posible por mantener todo lo más higiénico posible, el deterioro que ella tenía por el calor en el cuarto… la úlcera prácticamente tú la apretabas y lo que salía era pus nada más. Si ella hubiese contado con esos servicios (energía eléctrica y agua potable) no hubiese fallecido”, afirmó Marrero. “Si hubiese contado con electricidad para su abanico, su aire acondicionado y agua potable, todavía estuviera viva”, sostuvo el médico.
En la base de datos del Registro Demográfico entregada al CPI por orden del tribunal con la información sobre las muertes en Puerto Rico luego de María, solo 38 casos fueron clasificados con X37 como una de las causas de muerte. De ese total, ocho nombres no forman parte del listado oficial del DSP.
Otro caso con clasificación X37 pero fuera de la lista oficial es el de Isabel García García, de 85 años. En su certificado de defunción, su primera causa de muerte es un infarto agudo de miocardio o ataque al corazón; como segunda causa de muerte, septicemia; luego acidosis como tercera; y en la cuarta columna, la clasificación “víctima de una tormenta cataclísmica”.
Doña Isabel murió la madrugada del 13 de enero de 2018 en el Hospital Menonita en Aibonito, donde el doctor Navarro certificó su muerte. Después del huracán, en su hogar nunca fue restaurado el servicio de energía eléctrica antes de su muerte.
En entrevista con CPI y Metro, Navarro no quiso hablar sobre los detalles específicos del caso. “Lo que sí es que la historia se repetía una y otra vez, de que no había agua, no había luz, no podían prender las terapias (equipo médico para las terapias), porque estaban aún sin luz. Muchas veces sucedió”, apuntó el galeno.
A pesar de tener toda esta información en algunos casos durante meses, al cierre de esta edición la cifra oficial se mantenía en 64. La lista, además, mantenía seis muertes de personas sin identificar, luego de que el nombre de un fallecido en Vieques fuera añadido tras preguntas del CPI y Metro. Asimismo, 29 de los nombres que forman parte de la lista de 64, no contienen la clasificación X37 aunque sus muertes están relacionadas al huracán.
Entre septiembre de 2017 y el 11 de junio de 2018, fecha en la que todavía son palpables los efectos de María, el Registro Demográfico emitió alrededor de 22,000 certificados de defunción, de los cuales recién entregó en archivo virtual unos 15,000 al CPI, a pesar de una orden del tribunal para entregar todo el material.
Salud y Seguridad Pública no orientaron sobre la guía del CDC
Las muertes identificadas con el código X37 representan solo una parte del total de muertes que pudieran estar relacionadas al fenómeno atmosférico, ya que hubo muchas que no se certificaron con ese código, aunque sí estuvieron relacionadas.
De cuerdo a la guía del CDC, los certificados de defunción son la fuente fundamental y primaria de las estadísticas oficiales de mortalidad en los Estados Unidos. Los datos de mortalidad recopilados de los certificados de defunción relacionados a desastres se utilizan para evaluar el alcance de un evento, identificar los factores de riesgo comunes para estas muertes, y desarrollar intervenciones de salud pública basadas en la evidencia. La ausencia de un protocolo por parte del Departamento de Salud o el DSP que garantizara la documentación correcta de los casos, pone en peligro esta evaluación en Puerto Rico.
“Los certificados de defunción ayudan a las familias a recuperarse de eventos catastróficos y los datos recopilados a partir de los certificados de defunción ayudan a la nación, los estados y las ciudades a estar mejor preparados para movilizar recursos de manera más eficiente. En la actualidad, las inconsistencas al informar en el certificado de defunción cómo una muerte se relaciona con un desastre, hacen que sea difícil generar estadísticas de mortalidad confiables y precisas, e identificar las causas más frecuentes de muertes asociadas con eventos de desastre”, apunta la guía.
Asimismo, el CDC establece que estos datos son utilizados por el personal de emergencia, salud pública y profesionales de seguridad pública, entre otros, para planificar e implementar intervenciones específicas para mitigar el riesgo durante un desastre, la respuesta y la recuperación.
En su guía, el CDC hace hincapié en que al identificar muertes relacionadas con desastres, los investigadores usan una combinación de causas codificadas de muerte y revisión manual de los certificados de defunción, así como análisis de texto de los datos no estructurados.
“Si el certificador no registra el tipo y nombre del evento en el certificado de muerte, se puede perder información sobre la causa de la muerte, y esta puede no ser contada correctamente”, establece.
“Si en el Departamento [de Salud] se hubiese hecho esta gestión de orientar bien a los médicos, o sea mire, ‘estamos en una emergencia y todo lo que ustedes crean que es relacionado a esta emergencia, documéntelo en el registro de defunción’, yo creo que se hubiese detectado muchísimo más de lo que se dice por ahí (muertes relacionadas al huracán). Muchísimo más”, sostuvo Marrero Guadalupe.
Navarro, por su parte, fue más específico al reconocer que, si hubiese estado informado sobre cómo documentar correctamente las muertes relacionadas al huracán desde el momento que comenzó a atender pacientes el fin de semana luego del paso del fenómeno atmosférico, habría certificado más fallecimientos conectados a María.
“Sí, podría decir que quizás hasta diez”, afirmó.
El documento del CDC sostiene que, una vez se reconoce un desastre, determinar si una muerte está relacionada con el evento es un paso necesario. Además, establece de forma clara lo que es una muerte directa o indirectamente relacionada a un desastre, como es el caso del huracán María.
“Una muerte directamente relacionada se define como una muerte directa atribuible a las fuerzas del desastre o por las consecuencias directas de estas fuerzas”.
Del mismo modo, sostiene que “una muerte por desastre relacionada indirectamente ocurre cuando las condiciones inseguras o insalubres presentes durante cualquier fase del desastre (es decir, pre-evento o preparativos, durante el ocurrencia o evento posterior a la limpieza después de un desastre) contribuye a la muerte”.
Tras la identificación de los casos X37 en la base de datos del Registro Demográfico, el CPI y Metro solicitaron una entrevista con el secretario del DSP, Héctor Pesquera, para que ofreciera su versión sobre por qué estas muertes ya certificadas como relacionadas a María no forman parte de la lista oficial, entre otros cuestionamientos. Sin embargo, el DSP, en voz de su directora de prensa, Karixia Ortiz Serrano, se limitó a una declaración oficial escrita.
“El Gobierno de Puerto Rico ha comunicado que la Universidad de George Washington está realizando una revisión e investigación de las muertes asociadas al huracán María. Una vez concluido ese proceso, se comunicarán los resultados y cualquier detalle adicional a lo estipulado y relacionado con las muertes asociadas al huracán María”, indicó.
Cuando se insistió en la petición de entrevista, Ortiz Serrano respondió por correo electrónico: “Tomo tu petición. Te dejo saber”.