La seguridad en este país depende de un hilo. No hay que entrar a la sección de Noticas y Seguridad del periódico para darse cuenta de la vulnerabilidad de los ciudadanos de la Isla.
La crisis sigue esparciéndose hasta un espacio muy inquietante, y es que, la falta de policías y por consiguiente de seguridad, ya no es un asunto discreto. Lo sabe todo el mundo. Se habla frecuentemente sobre ello.
A diferencia de las personas que pueden estar escribiendo sobre el tema de la seguridad para promover su visión política partidista quiero ponderar este asunto objetivamente.
Quisiera puntualizar que, más que culpa de la pasada administración, la seguridad pública es un pilar esencial en la sociedad; y el fallo en esta organización administrativa, quebranta el bienestar social y su objetivo principal. Y ¿sabe qué? Tampoco la administración en turno ha solucionado el problema, pero se sigue hablando de politiquería más que de seguridad pública.
En las calles es evidente la falta de patrullas oficiales de la Policía de Puerto Rico, así como los incidentes de “carjackings”, entre otros tipos de delitos.
También ha habido un alza de suicidios y aunque esto parezca no tener relación con la crisis de seguridad, sí lo es. Algunos procedimientos para evitar los incidentes de suicidio requieren que la Agencia Manejo de Emergencias y la Policía trabajen en conjunto y no hay agentes suficientes para poder auxiliar en casos como estos.
Por otro lado, no se puede perder de perspectiva que la seguridad social tiene mucha relación con la seguridad laboral de los que se ocupan de la vigilancia. A muchas personas se les olvida que los policías también son ciudadanos, y muchos de ellos no recibieron su bono navideño, ni le pagaron las horas extras a razón del paso de los huracanes Irma y María.
La seguridad no puede tener esta fragilidad; y no es culpa del huracán, el origen es el descuido de un gobierno fallido.
Todo este asunto de la crisis figura ser un efecto dominó, que va creando un periodo de bruma espesa al cual nos estamos acostumbrando. No podemos hacerlo. Es imperativo fomentar la solidaridad y el respeto hacia los demás desde los hogares, desde la comunidad, desde la escuela.
No es suficiente con que se critique al gobierno o alcemos los brazos junto a la expresión “¿Qué se puede hacer?”. La pregunta real debe ser: ¿Cómo lo vamos hacer? Y esa respuesta nos toca a todos y todas las que vivimos en esta pequeña isla del Caribe arropada por la incertidumbre.
No se debería pasar por alto estos fallos básicos en el sistema. Si el sistema no es efectivo, nosotros como sociedad si podemos serlo.