El edificio que albergaba el Laboratorio de Geomorfología Costera (LGC), donde se estudia el estado de las playas de Puerto Rico, fue destruido en su totalidad por los poderosos vientos del huracán María.
La profesora Maritza Barreto, quien dirige ese importante centro de Investigación que ubicaba en el anexo del edificio Facundo Bueso del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR), informó que lograron salvar todos los datos que tenían gracias a que activaron el protocolo para el manejo de este tipo de emergencias. El laboratorio se especializa en documentar y analizar la erosión costera en la Isla.
“Antes del huracán logramos sacar todo el equipo electrónico y movilizarlo a la Escuela de Planificación en Plaza Universitaria”, aseguró Barreto. Asimismo, dijo a Diálogo que habían realizado un back up (copia de seguridad) de todos los datos recopilados hasta el momento.
Indicó, además, que otros equipos que utilizaban en el field pudieron guardarlos consigo gracias a un permiso especial que les otorgó el Recinto de Río Piedras para tales efectos.
“Lo que perdimos fue el espacio”, lamentó la catedrática, quien dijo que en estos momentos no tenían donde reunir a los estudiantes que colaboraban con ella. Indicó que también perdieron escritorios y sillas.
Señaló que pudieron recuperar otros equipos como un horno y extractor de gases que se utiliza en las investigaciones que serán almacenados en el edificio de Ciencias Moleculares de la UPR. También perdieron otro equipo en el que habían invertido cerca de $40 mil.
No obstante, el proyecto de investigación continúa. Barreto indicó que ya está en conversaciones con las autoridades de universitarias para que el laboratorio puede reubicarse en otro espacio. Asimismo, adelantó que este próximo 25 de octubre harán una presentación en una importante convención en Estados Unidos sobre los datos recopilados hasta el momento sobre el estado de las playas de Puerto Rico.
“Queremos como universitarios seguir esta investigación”, recalcó.
Barreto explicó que el Laboratorio de Geomorfología Costera realiza monitoreo de las playas y levanta información sobre el estado de las costas así como datos relevantes que ayudan a distintas agencias federales que maneja la zona costera. Indicó que también trabajaban un proyecto en colaboración con el Servicio Nacional de Meteorología para ayudarles a determinar el alcance de las marejadas e inundaciones costeras.
El centro investigativo, que opera con el auspicio de la National Aeronautics and Space Administration (NASA), la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) y fondos institucionales, también trabaja con comunidades ubicadas en zonas vulnerables a marejadas para ayudarlas a entender las costas. Les brinda talleres y adiestramientos para ayudarlas a prepararse ante distintos eventos atmosféricos que impactan las costas.
La profesora de la Escuela Graduada de Planificación añadió que en menos de tres años que tenía el LGC, ese espacio les ha ayudado a hacer muchas colaboraciones con las comunidades de Loíza, Humacao y Arecibo. Destacó que en el caso de Loíza se notaron muy buenos resultados, la gente se preparó y movilizó a tiempo previendo el peligro.
Comentó que en la comunidad Parcelas Suárez en Loíza se prepararon bien para evitar mayores pérdidas. “Se movieron a tiempo”, resaltó. “Fueron a meteorología a orientarse, fueron proactivos”, señaló.
“Hay que devolver la arena a la playa”
La experta en costas instó a la ciudadanía a devolver a las playas la arena que el mar depositó en las carreteras. Observó que lamentablemente durante las tareas de limpieza se está moviendo esa arena a otro lugar.
“La arena que no se la llevan, tiene que devolverla a la playa porque esa arena es parte de la rehabilitación de la playa. Si se la llevan va a afectar su estado de equilibrio”, advirtió preocupada.
Aunque todavía no han podido estudiar el estado en que quedaron las playas tras el paso de María, Barreto observó preliminarmente que de acuerdo a los depósitos de arena que ha observado en distintos sitios, la marejada entró mucho más de lo que habían visto en otros eventos.
“Es momento de repensar y ver esto como un espacio de posibilidades de cómo planificar para momentos extremos”, afirmó.
Indicó que precisamente los datos que se recogen y luego se analizan en su laboratorio de investigación apuntan a ese fin: identificar las zonas de erosión y ver hasta dónde llegaron las marejadas ciclónicas. Destacó que esta información debe traducirse en la transformación de la política pública sobre el uso de los terrenos.