Desde siempre, el hombre ha buscado curarse de las enfermedades. Al principio, el arte de sanar se basaba en creencias mágicas y religiosas; al cabo de los siglos, se transformó en una ciencia: la medicina. ¿Pero la medicina sólo intenta curar enfermedades?
Revista Alrededores tuvo el agrado de entrevistar a Fernando San Rome, Jefe de Terapia Intensiva del Hospital público de Chivilcoy, provincia de Buenos Aires, quién además se encuentra realizando una maestría en Antropología social. Este medico nos cuenta qué lo llevo a interiorizarse en las ciencias sociales y cuál es el la delgada línea que separa al cuerpo como objeto de sujeto
A lo largo de la entrevista veremos que, en ciertos casos, el cuepo va más alla de un objeto de estudio.
¿Qué significa el cuerpo para un medico?
Como para la filosofía, el cuerpo puede ser tomado como la razón de la existencia y un “estar en el mundo”. Para las ciencias sociales también puede ser objeto de análisis cultural. Frente a la idea del cuerpo como "objeto natural", los estudios socio-antropológicos han permitido demostrar que los grupos culturales construyen sus propias expresiones emocionales, modos de percepción sensorial y técnicas de movimiento corporal cotidianas, rituales y estéticas; asimismo, mostraron las variadas representaciones, significaciones y valoraciones culturales elaboradas en torno a los cuerpos, analizando las distintas concepciones anatómicas, fisiológicas, sexuales y de la salud-enfermedad. Más recientemente, la corporalidad es entendida como una perspectiva de análisis que se integra al estudio de diversas problemáticas socio-culturales; los cuerpos no son tratados entonces como “objetos” de estudios específicos, sino que son reconocidos como dimensiones constitutivas de toda práctica social. Para la historia, la publicidad, la religión, la política puede ser utilizado con diferentes significados, desde objeto de venta hasta blanco material para demostrar una creencia o para ganar una guerra. Puede hasta ser un número.
En medicina el cuerpo se transforma en objeto de estudio desde los inicios académicos hasta en la formación profesional, en un material empírico donde el médico ensaya sus juicios y hegemonía sobre el “otro”, donde se instala o manifiesta la enfermedad y el médico viene a ser el héroe que derrota la enfermedad en ese campo simbólico de batalla.
Suele decirse que el médico es el ingeniero del cuerpo humano, ¿qué opinas al respecto?
La verdad no lo veo así, el cuerpo está antes que el hombre, y antes que éste la sociedad, no podemos crear cuerpos. Cuando conocemos el cuerpo, éste ya existía antes que nosotros, no es creación del hombre. Si no pensáramos así nos creeríamos dioses, aunque te cuento que algunos médicos se creen eso que no son.
Pero reconozco que se lo compara con distintas profesiones como ingenieros, arquitectos del cuerpo, incluso como dije antes, se lo compara en términos militares y se descompone en funciones. Ejemplo: la cabeza es el general y los miembros obedientes, los soldados. Creo más bien que los médicos deberíamos ser intermediarios entre los desarreglos y desórdenes que ocurren en el cuerpo humano y el funcionamiento generalmente normal, aplicando nuestro conocimiento para beneficio de esa relación de equilibrio entre la salud y la enfermedad.
¿Qué fue lo que te llevo a interiorizarse en las Ciencias Sociales? ¿Por qué recurriste a ese cambio?
Para mí la medicina es una inquietud, pero tengo otras. Es la primera a la cual accedí. Mi primera actividad, profesión siguiendo lo que creía era mi vocación y me formé en ello. Y siempre me hice la pregunta si era para mí lo más importante, ya que sentía que no podía ser médico sin conocer algo de filosofía, de historia o de ciencias sociales. Con el desarrollo de los años busqué calmar esa ansiedad y aliviar la carga y angustia que me provoca la práctica de la medicina. Entonces entre muchas opciones elegí estudiar antropología social, pensando que me iba con esa disciplina, a contestar tal pregunta. Y estoy en ese camino. Estoy tratando de hacer lo que me gusta, eso justifica el cambio, aunque no dejaré de ser médico porque tardé muchos años en construir mi manera de pensar en medicina y mi mente funciona como lo que soy. Pensar en términos socioantropológicos es dificultoso, me debo desestructurar demasiado. Es un gran esfuerzo. Una es una ciencia que podemos llegar a repetirla en un laboratorio pero las ciencias sociales no. Son algo abstractas y en vez de emplear criterios unicistas para clasificar y entender, las ciencias sociales te hacen ver que cada ser es un mundo, que el mundo es diverso y desigual.
¿Es aplicable el estudio de la antropología a la medicina?
Es aplicable con reparos. De hecho existe una medicina antropológica y una antropología médica, que trata de ver al hombre como un ser social no solo biológico, y observar cambios que provoca la medicina en los pacientes, en la cultura, etc. Pero es más aplicable al término de salud, lo que es la antropología de la salud donde ahí juegan otros conceptos. Desconfío de la antropología hecha por médicos porque cuesta desentrañarse del material de estudio. El médico es médico, muy difícil de torcer su pensamiento, muy cerrado, se la pasa haciendo análisis y conjeturas y cree siempre tener razón. La antropología pone todo eso en duda, es una ciencia inacabada, abierta. La antropología hecha por médicos puede no ser objetiva, ¿Cómo hace el médico para estudiarse? ¿Cómo hace para dejar su mirada biologicista, medicino-céntrica (término acuñado por mí)? Por eso, en mi caso recurrí a la antropología social y veré luego si desde ahí puedo mirar a la salud y al trabajo médico, a la cultura médica, pero antes aplicando un fenómeno de extrañamiento importante.
¿En qué que te ayudo (si es que lo hizo) estudiar antropología en tu trabajo diario?
Me ayuda ver al paciente como un ser humano con historia y cultura. En realidad nunca lo perdí o por lo menos intenté no perderlo, pero la vorágine del avance de la ciencia y del trabajo vertiginoso y alienante, opaca esa mirada.
Yo diría que vivo desdoblado. Hablando de cuerpo, como un cuerpo con 2 mitades, una mitad biológica y otra social, si bien podemos ser ambas cosas, una dualidad. Me ayuda y a la vez me confunde. Es un trabajo permanente separar ambas concepciones, pero se puede. Hoy por hoy veo que la antropología es una ciencia igual o más humana que la medicina, si bien siempre me hicieron creer eso: que el médico era el más importante conocedor de todo lo inherente al ser humano, el dueño de los cuerpos, que era la profesión más digna. También creo que la política es muy importante. Cambios políticos profundos pueden volver felices a muchísimas personas y con esa felicidad puede reconquistarse la visión del otro, se puede esperanzar el ser humano, se pueden recuperar esos valores desgastados como pueden ser el respeto por los ancianos y niños, el valor del trabajo, el placer de las cosas simples como el esparcimiento, el tiempo libre, y sobre todo el respeto por la naturaleza.
¿Cómo se maneja la objetividad? Ya que si la tarea de un médico es salvar vidas lo hará con todos, más allá de que una persona sea un mafioso o un violador. Desde este punto de vista se toma al cuerpo como un mero objeto ¿Siempre es así?
Manejar la objetividad es lo más difícil. Siempre ser coherente es difícil. Una pelea interna permanente, una revolución intestina, utilizando términos médicos. Con respecto a la pregunta si la tarea del médico es salvar vidas, a esa afirmación le hago un cuestionamiento. Uno como médico, hace lo que sabe hacer, lo que la ciencia y el conocimiento médico dice que tiene que hacer, transformándose en un técnico, y entonces no salva vidas, es su función. Si pensamos así nos endiosamos, nos creemos semidioses, enviados por algún ser supremo de los cielos que anda reanimando seres sin vida por la tierra. No, rotundamente niego que salvemos vidas. A veces el médico utiliza ese discurso para creerse más importante que cualquier otra profesión o trabajador, para seguir teniendo ascendencia social o reconocimiento, y por otros motivos más que daría para otra entrevista.
Hay muchas tareas importantes, también es muy valorable el enfermero y el recolector de basura, el mecánico de autos y el talabartero, por nombrar algunos oficios. No sé, todos somos importantes en la sociedad. Ojo, el hecho de sentirse o hacerse llamar “doctor” da derecho al médico de mercantilizarse, de cobrar más caro por su servicio (como decía el Ché) y de repente le dan espasmos de importancia.
Si me toca atender a un asesino, en mi caso lo asisto igual, como debo atender a cualquier persona independientemente de su condición social, cumplo con mi función, sino me convierto en un asesino o un torturador. No voy a negar que haría ruido en mi mente, pero lo que trataría es de sacarle información, de saber como piensa, que hay detrás de esa persona, para conocer las oscuridades del pensamiento humano. Siempre detrás de un cuerpo hay una persona.