Desde que comencé a escribir para Diálogo nunca había dicho esto: necesitan ver esta película. Detroit, el nuevo largometraje de la aclamada directora Kathryn Bigelow, es una experiencia imprescindible que tiene el potencial de cambiar nuestra perspectiva sobre la justicia, la raza y la vida.
La producción intenta reproducir los eventos que ocurrieron en Detroit, Michigan, en el verano de 1967. Cansados del discrimen y los abusos de la fuerza policiaca hacia las personas afro-americanas, muchos ciudadanos de Detroit comenzaron una revuelta que resultó en vandalismo, saqueo, mucho abuso policiaco, más de siete mil arrestos y hasta la muerte de 43 personas. Presentar este caos en la pantalla en su totalidad es imposible y el filme se concentra en el incidente del Motel Algiers.
Bigelow, es conocida por sus filmes de guerra, como, por ejemplo, The Hurt Locker, que ganó el premio Oscar de Mejor Película en el año 2009, y por Zero Dark Thirty —que gira en torno al asesinato de Osama Bin Laden— uno de los filmes más intensos y políticamente cargados de los últimos años. Bigelow no es la primera persona que vendría a la mente para trabajar los temas de Detroit, pero esta dirige el filme como dirigiría un filme de guerra, con detalle foto realista y con el mismo nivel de suspenso.
Así como incluyó escenas de “waterboarding”, o tortura a base de simulacros de asfixia, en Zero Dark Thirty, en esta ocasión Bigelow presenta los abusos policiacos, insultos, acoso sexual, golpes y humillaciones, con una cantidad dolorosa de detalles y por una cantidad de tiempo que prácticamente consume la mitad del filme. De hecho, debido a que las escenas de tortura son tan largas, el filme se podría sentir más extenso de lo que realmente es.
La decisión creativa de presentar tanta violencia debería ser controversial. ¿Es necesario incluir escenas de violencia tan gráficas por tanto tiempo? Para nada, pero la intención de Bigelow es mostrar la realidad del incidente del Motel Algiers y una escena de 10 minutos no tendría el impacto y jamás podría exponer los horrores que esas 12 personas sufrieron esa noche.
El guionista Mark Boal logra desarrollar la historia de los sucesos utilizando la perspectiva de varios personajes, entre ellos, dos músicos jóvenes, un guardia de seguridad negro, dos mujeres blancas y un grupo de policías blancos.
A través de los músicos, se presenta el Motel, el resto de los huéspedes y la dinámica entre ellos. Algee Smith interpreta uno de los músicos y esta película tiene el potencial de hacer de él una estrella de cine gracias a su refinada actuación.
El personaje más interesante del filme no es el policía psicópata, sino el guardia de seguridad Dismukes interpretado por John Boyega, actor de Star Wars: the Force Awakens (2015). Por su uniforme de guardia, los policías blancos no ven a este como una amenaza y Dismukes puede interactuar con todos los personajes y entrar y salir en la escena del crimen. Muy similar a la aclamada novela Invisble Man de Ralph Elison, la combinación de su color de piel y su uniforme neutralizan las amenazas que los demás perciben, y Dismukes es prácticamente un espectador invisible en el filme. Es a través de él que vemos los horrores de la noche y, como él, no poder hacer nada al respecto.
Interpretando el peor de los policía tenemos a Will Poulter, quien comenzó su carrera hace años como niño en filmes como The Chronicles of Narnia: the Voyage of the Dawn Treader (2010). Nunca esperé que este actor tan joven tuviera tanto talento. Su personaje, Krauss, merece estar en la lista de los peores villanos de todos los tiempos y eso es en gran parte gracias a la ferocidad de Poulter. Su personaje es racista y sádico, innegablemente, pero el filme le resta culpa al resto de la fuerza policiaca al asignarle a este solo policía la mayoría de los crímenes.
Aun con ese problema, todo, desde el guión, las actuaciones, y la cinematografía, cuyos movimientos repentinos y borrosos nos sitúan en el medio del caos, son un logro en el cine.
Es imposible que un filme presente la realidad total del discrimen racial y abuso policiaco, pero Detroit logra simularlos a un punto casi intolerable. Tengo que confesar que he llorado en filmes por tristeza y por alegría, pero nunca había llorado por el sentido de injusticia en el mundo luego de ver una película.
Esperen ver a Detroit en la lista de las mejores películas del año y quizá entre las nominadas para los premios de la Academia del año que viene. No la vean porque es excelente, aunque lo es, véanla porque es un evento importante en el cine y una experiencia personal con potencial de cambiar nuestras perspectivas.